Los pequeños kioscos denuncian discrecionalidad en el abastecimiento.
La Unión de Kiosqueros de la República Argentina (Ukra) se movilizó este lunes por la mañana a las oficinas de Panini, el gigante de las figuritas y cromos. El reclamo es por el reparto de las figuritas del mundial masculino de fútbol próximo a disputarse en Qatar, que apenas lanzadas al mercado devinieron en un boom de ventas, plasmando la ilusión de todo el país con el desempeño que pueda tener el seleccionado argentino, último campeón de la Copa América. Pero una vez más se pone en evidencia que las grandes pasiones populares se convierten fácilmente en el blanco de los capitalistas para hacer grandes negociados.
En su comunicado, los pequeños kiosqueros aglutinados en la Ukra denuncian a Panini por priorizar el abastecimiento a grandes cadenas de supermercados como Jumbo, a apps como PedidosYa, a estaciones de servicio como Axion y a las grandes cadenas de kioscos. Incluso bajo la amenaza de que, de no revertirse, van a dejar de vender figuritas de otros álbumes de Panini de aquí en más. “Somos los que vendemos todas las otras colecciones de figuritas durante el año”, se quejaron.
Por lo pronto, con las figuritas predomina el faltante, las dificultades para conseguir e incluso las ventas paralelas. Por ejemplo, en Mercado Libre se pueden ver distintos “packs” armados con piezas difíciles de conseguir, las más codiciadas (como la de Lionel Messi) o simplemente los paquetes regulares, que no se consiguen. Los precios pueden variar en función de lo anterior desde los $520 por los sobres corrientes hasta unos $8.500 por el cromo del capitán argentino.
El analista de datos Federico Tiberti se tomó el trabajo de calcular, según las estadísticas de la probabilidad, cuánto cuesta llenar el álbum completo. En esos términos, un coleccionista deberá pagar por encima de los $175 mil para cubrir el 90% de las figuritas necesarias. Panini hará un negocio millonario y a su turno (y aunque en menor medida) lo harán también los gigantes que se quedaron con el negocio de la distribución. Tras la fiebre mundialista habrá grandes ganadores más allá de los resultados futbolísticos.
Paquetes turísticos para viajar al mundial, ofertas para comprar televisores en cuotas, camisetas originales a $25.000 y otras utilidades que se moverán detrás de las más fáciles de evocar. Se moverán sumas millonarias también en concepto de derechos de televisación, regalías y patrocinios. Por ello fue que desde el vamos la corona qatarí estuvo en el ojo del huracán tras sospecharse que hubo sobornos a la Fifa para que el emirato sea la sede que albergue la competencia en 2022. Un escándalo que estalló porque esta resolución perjudicó a Estados Unidos, que también pretendía albergar la competición y quedarse con las fortunas que ruedan atrás de la pelota.
Cabe recordar en tal sentido que los emires se lanzaron a construir ocho megaestadios de lujo para estar a la altura de las circunstancias, inclusive con sistema de refrigeración en algunos de ellos para mitigar las altas temperaturas que pueden predominar en el país árido. Obras magnificentes edificadas con sangre de trabajadores inmigrantes, que contrario al público mundialista, trabajaron incansablemente en estas obras expuestos a temperaturas de hasta 50 grados, resultando muertos (por lo menos) más de 6.500 en condiciones de precarización extrema.
Puede que la pelota “no se manche”, pero el sentimiento que despierta cuando rueda sería más limpio y transparente para los pueblos del mundo sin la suciedad que traen los negocios de un puñado de capitalistas.
Manuel Taba
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