lunes, agosto 29, 2022

Nuevos combates en Libia


Trípoli, tras los combates 

La reanudación de los enfrentamientos militares en Libia dejó este fin de semana más de 30 muertos y un centenar de heridos, cuando las milicias que responden al gobierno con sede en la ciudad de Sirte intentaron tomar la capital, Trípoli, dominada por el llamado Gobierno de Unidad Nacional. 
 El gobierno con sede en Trípoli está liderado por Abdul Hamid Dbeibé, mientras que el segundo (con sede en la ciudad de Sirte, en el este) lo encabeza Fathi Bashagha, con el apoyo del poderoso mariscal Jalifa Haftar. 
 Tras la operación imperialista de 2011, que depuso a Muamar Gadafi, este país del norte africano, rico en recursos petroleros y gasísticos, ingresó en un proceso de desintegración territorial. En el año 2020, un acuerdo patrocinado por Naciones Unidas alumbró un gobierno de transición que incluía a las dos principales facciones. Ese gobierno debía llevar a cabo elecciones presidenciales en diciembre de 2021, pero el desacuerdo sobre las reglas hizo naufragar esa tentativa. La Cámara de Representantes, con sede en la ciudad de Tobruk (ahora trasladada a Sirte), declaró entonces terminado el mandato de Dbeibé y eligió a Bashagha como primer ministro, volviendo a partir el país en dos. 
 Más allá de esta división, hay gran cantidad de milicias que operan autónomamente. Y la región del sur acaba de amenazar con formar un gobierno propio, al estilo de Sirte, si Trípoli no realiza concesiones en materia de puestos de gobierno (Libya Observer, 22/8). 
 El interrogante ahora es si la ofensiva de las milicias del este, que fue contenida por las tropas de Trípoli, será el punto de partida de una escalada en los enfrentamientos. Vale mencionar que seis hospitales se vieron afectados por los últimos choques en la capital. 
E l gobierno de Trípoli afirma que en vísperas de la última ofensiva sobre la ciudad estaba en discusión una convocatoria conjunta a elecciones para fin de año, que es alentada por Naciones Unidas. Pero las últimas negociaciones fracasaron. 
 Libia no solo es escenario del enfrentamiento entre las facciones locales sino también entre distintas potencias extranjeras. Turquía e Italia estuvieron entre los principales sostenes iniciales del gobierno de Trípoli, en tanto que Rusia, Francia, Egipto y los Emiratos Arabes se ubicaron más cerca del otro bando. 
 De todos modos, no es raro que los gobiernos foráneos involucrados cultiven relaciones con las dos partes, como lo ha reconocido recientemente en un reportaje con la cadena Al Jazeera la embajadora del Reino Unido, Caroline Hurndall, quien afirmó que trabajan con el Gobierno de Unidad Nacional, pero tienen buen vínculo con Bashana (Libya Observer, 11/8). 
 La guerra en Ucrania, con el consecuente impacto en la situación energética, acentuó el interés del imperialismo por el norte africano. Emmanuel Macron, el presidente galo, acaba de visitar Argelia, con el gas de ese país en la mira. Argel, de hecho, viene de pactar un incremento de las exportaciones de ese producto a Italia. En el caso de Libia, la Total francesa y el titular de la estatal National Oil Corporation discutieron estos días tratar de avanzar en una mayor producción, en momentos que la Unión Europea busca reducir su dependencia de los combustibles rusos. 
 La guerra en el este europeo mejoró los ingresos de Libia por petróleo y gas, pero al mismo tiempo encareció los cereales que importa desde Ucrania. Alrededor de medio millón de personas dependen de la asistencia alimentaria y un 10% de la población, de algún tipo de ayuda humanitaria (ídem, 17/8). El aumento en el costo de los productos de primera necesidad desató protestas en el mes de julio, tanto en la capital como frente al parlamento que aún tenía su sede en Tobruk. 
 La intervención de la clase trabajadora es lo único que puede dar una salida positiva al descalabro libio. 

 Gustavo Montenegro

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