El Frente de Todos envió al Congreso un proyecto de ley para avanzar en un nuevo blanqueo de capitales. Se trata de una medida que forma parte de una iniciativa acordada entre el gobierno norteamericano y el ministro de Economía Sergio Massa. El objetivo del elenco oficial es revertir la situación crítica en la que se encuentran las reservas del Banco Central.
El proyecto ingresa en un Congreso casi paralizado. Varios legisladores de Juntos por el Cambio lo rechazaron diciendo que es un manotazo de ahogado, pero sin cuestionamientos de fondo; recordemos que la misma política fue implementada durante el mandato de Macri. Milei lo rechazó de plano; el libertario propone una desregulación financiera que, además de beneficiar a los especuladores, aceitaría los mecanismos de lavado de dinero del narco y el delito organizado.
La ley establece impuestos sobre la tenencia de moneda nacional y extranjera en el país o en exterior, activos financieros (acciones, bonos, criptomonedas y criptoactivos), créditos, bienes inmuebles, bienes muebles y otros tipos de bienes que estén radicados en Argentina o en otras partes del mundo. Esto alcanzaría a personas, sucesiones indivisas y empresas.
Los tributos, que son mínimos, adquieren una mayor “progresividad” de acuerdo al momento en que se declaren los bienes. La alícuota sería de un “5% en los primeros 120 días de entrada en vigencia de la ley, de un 10% en los siguientes 120 días y de un 20% en los últimos 120 días” (La Nación, 17/5). Si los bienes no son repatriados deberá pagarse un 7,5% en los primeros 120 días, un 12,5% en los siguientes 120 y un 22,5% en los últimos 120. Asimismo, el gobierno estableció que, para evitar una carga adicional, se deberá repatriar al menos el 10% de los activos en el extranjero.
Los que ingresen al blanqueo quedarán liberados de “toda acción civil, comercial, penal tributaria, penal cambiaria, penal aduanera y sanciones administrativas”. A su vez, la ley no afectaría bienes registrados a nombre de sociedades ni consideraría incrementos patrimoniales no justificados. Los capitalistas que se esconden detrás de sociedades o que obtienen dinero turbio están blindados. CFK y los políticos burgueses que engrosan sus bolsillos con fondos de dudosa procedencia también, habida cuenta que el proyecto deja afuera del blanqueo a funcionarios de los tres poderes del Estado, efectivos militares y de seguridad, agentes de inteligencia, y a sus cónyuges, convivientes, padres e hijos.
Como se ve, el blanqueo sirve para legalizar dinero proveniente de actividades como el narcotráfico, las redes de trata y la venta ilegal de armas. Es un aval a esas prácticas. Esto ocurre, además, en el marco de una descomposición social cada vez más profunda. El narcotráfico es un fenómeno que se está extendiendo por todos los poros de la sociedad. La juventud es la principal víctima de este entramado delictivo, el cual se encuentra amparado por los capitalistas, sus gobiernos y sus fuerzas de seguridad.
Por otro lado, el proyecto también estipula la liberación del pago “del impuesto a las ganancias, impuesto a las salidas no documentadas, a la transferencia de inmuebles de personas humanas y sucesiones indivisas, impuesto sobre los débitos y créditos, impuesto sobre los bienes personales, impuestos internos, el impuesto al valor agregado y la contribución especial sobre cooperativas”. Esto significa que, por ejemplo, los evasores o los capitalistas que no liquidan divisas por exportaciones quedan protegidos.
A su vez, quienes firmen un “acuerdo de colaboración” con la Afip podrán reclamar hasta el 20% del total de lo recaudado por la agencia, “o, si lo hubiera, un importe equivalente al 5% de los bienes exteriorizados, el que resulte inferior”. Tampoco se cobrarán impuestos sobre esa devolución.
Según el proyecto, lo que se recaude será utilizado para fortalecer las reservas y puesto en función de “programas de administración y recompra de deuda con la finalidad de mejorar el perfil de la deuda pública argentina”. O sea, estará al servicio del pago de la deuda externa y de financiar la corrida cambiaria.
La falta de dólares es un dolor de cabeza para el gobierno, máxime si se tiene en cuenta que la Argentina se encuentra sumida en una profunda crisis económica y social, cuyo agravamiento podría conducir a su economía a un nuevo default o a una quiebra completa. Massa no pudo mejorar la recaudación mediante el dólar soja III ni a través de las distintas prebendas otorgadas a sectores de la clase capitalista (petroleros, automotrices). Es que las divisas se van por la ventanilla del pago de la deuda externa, se desvanecen en medio de la sobrefacturación de importaciones y la subfacturación de exportaciones, o se pierden producto de diversas estratagemas patronales.
Los gobiernos capitalistas promueven este tipo de blanqueos para financiar la fuga de capitales y para proseguir con una política de entrega del país.
Nazareno Suozzi
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