Las medidas económicas que se anuncian para este lunes han sido presentadas como un “paquete antiinflacionario” después del 8,4% registrado en la inflación de abril. Bien mirado, las medidas son una gran improvisación dirigida a prolongar la supervivencia política de Massa, o sea, la prolongación artificial del gobierno de los Fernández.
El anuncio más rimbombante del “paquete” es una suba drástica de la tasa de interés. La medida apunta a sostener el régimen de indexación sistemática de las colocaciones financieras en pesos. Ello incluye a los ahorros privados colocados en los bancos y, principalmente, a la deuda del Banco Central con la banca privada, a través de las famosas “Leliqs”. El interés redoblado de estas colocaciones establece la referencia de los créditos a capitalistas y consumidores. Por un lado, la mayor tasa de interés reforzará la tendencia recesiva que ya está en marcha; por el otro, la financiación más cara será trasladada a los precios –el plan “antiinflacionario”, por lo tanto, reforzará a la inflación. Los economistas liberales se quejan del “excesivo emisionismo” oficial, sin señalar que esa emisión asegura un régimen de beneficios garantizados a los rendimientos del capital, en tanto estos continúen `posicionados´ en pesos. Pero esos rendimientos indexados son, a su vez, el alimento regular para la compra de dólares a través de diferentes mecanismos. La suba de la tasa de interés, presentada como un intento de frenar una corrida, crea las condiciones y los recursos para el estallido a término y en breve de nuevas corridas, y con una dimensión todavía mayor. El emisionismo que sostiene esta indexación de beneficios e intereses al capital lo bancan los trabajadores, a traves de la inflación creciente.
También con el propósito de frenar una corrida, el “paquete” de mañana habilitará al remate masivo de los títulos en dólares arrebatados al Anses y a otros organismos públicos. El resultado será una nueva desvalorización de la deuda dolarizada. No solo representa un nuevo reendeudamiento con privados, sino una enorme pérdida de patrimonio, porque fueron bonos comprados por los organismos a su valor nominal y ahora serán vendidos a la cuarta parte del mismo. La nueva tentativa de frenar otra corrida tiene lugar en medio de una incipiente salida de depósitos en dólares de los bancos, y de venta de bonos en pesos al Banco Central por parte de fondos comunes de inversión.
La parte del “paquete” relacionada con la liberalización de las importaciones de insumos ingresa en el contrasentido. El gobierno bajará los aranceles de las materias primas industriales que, de todos modos, no se podrán importar por la falta de dólares. Anuncian un régimen de financiación a un año de esas compras, o sea, un aumento de la deuda externa comercial, cuando, según denuncian los propios importadores, esa deuda ya ha superado los niveles tolerables. Las importaciones de insumos o alimentos que de todos modos se concreten, implicarán una mayor venta de dólares subsididados a 225 pesos, cuando los exportadores los venderán a 300. La emisión necesaria para compensar la diferencia exacerbará la emisión monetaria, otra vez, en beneficio del capital.
El paquete improvisado tiene lugar en vísperas de una nueva renegociación del acuerdo con el FMI. Se anticipa a la posibilidad de que no haya ningún adelanto del FMI, como lo reclama el gobierno, para atravesar la actual transición electoral.
El manotazo massista debe ser apreciado en la crisis política de conjunto. Es un intento por presentar una iniciativa cuando el desmadre inflacionario está derrumbando las posibilidades políticas del candidato y ministro del FMI. Massa reclama erigirse en “candidato único” como condición para poder seguir piloteando la transición electoral. Pero el “candidato” se está viniendo abajo al compás del retorno de la recesión económica y el empobrecimiento masivo, que ya roza al 50% de la población.
Con seguridad, la parodia “antiinflacionaria” de estas horas será rabiosamente aplaudida por la burocracia sindical. Los anuncios le dan otra excusa a los burócratas para continuar en la parálisis, cuando el 32% de inflación en sólo cuatro meses ha barrido con los acuerdos paritarios firmados en estos meses. La escalada inflacionaria, por el contrario, plantea con mayor fuerza la lucha por un aumento de emergencia de al menos 150.000 pesos y la indexación mensual de los salarios. Los anuncios massistas podrán servir para llenar la portada de los diarios del domingo, pero no colman la mesa familiar ni la inquietud en ascenso que recorre las fábricas, los barrios, las escuelas y los hospitales. El “tiro del final” de la gestión massista no llega siquiera a la condición de tiro.
Marcelo Ramal
14/05/2023
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