Los ataques de Israel contra la Franja de Gaza han dejado, al día de hoy, 5.087 palestinos muertos, de los cuales más de 2 mil son niños, según cifras de la agencia de noticias Wafa. El viernes 20, miles de personas se movilizaron en Cisjordania y los países árabes para denunciar esta masacre.
Si bien el cruce de Rafah, en la frontera con Egipto, fue reabierto este fin de semana para permitir el ingreso de una veintena de camiones con ayuda humanitaria (medicamentos, agua y comida), el Ministerio de Salud de la Franja alertó que apenas representa el 3% de lo que ingresaba diariamente antes del bloqueo total impuesto por Tel Aviv. Además, Israel vetó el ingreso de combustibles, fundamentales para restablecer el suministro eléctrico, y no quiere que la ayuda llegue al norte de la Franja, bajo el pretexto de que eso podría favorecer a Hamas, la fuerza que encabezó el ataque en territorio israelí.
En estas condiciones, la Franja continúa hundida en una catástrofe humanitaria. Más de un millón de personas debieron abandonar sus hogares, debido a la orden de evacuación israelí y los bombardeos constantes. El ataque aéreo israelí contra el hospital Al-Ahli, que dejó casi 500 muertos, es uno de los capítulos más negros del ataque genocida que está en curso.
El presidente norteamericano Joe Biden arribó a Tel Aviv la semana pasada para dar su respaldo a Israel, e incluso promueve la aprobación de un paquete de ayuda militar para el ejército sionista en el Congreso estadounidense. La Unión Europea (UE) también está alineada con el régimen israelí.
En un intento por controlar las consecuencias más explosivas de la agresión sionista, que podría conducir a una insurrección generalizada del pueblo palestino y a una guerra regional indeseada para el imperialismo, con la frontera siria-libanesa de Israel como un segundo teatro de operaciones, Biden intercedió para lograr una flexibilización del bloqueo sobre Gaza. A la par, según Times of Israel, la Casa Blanca habría pedido a Tel Aviv que aún no lance su incursión terrestre, para no entorpecer las negociaciones en curso con Hamas –aparentemente con la mediación de Qatar- para la liberación de rehenes. El fin de semana, la milicia islámica liberó a dos prisioneros estadounidenses. En total, quedarían unos 200.
El mandatario estadounidense buscó, además, reunirse con la Autoridad Palestina y Jordania, pero el ataque al hospital Al-Ahli forzó a estos gobiernos a suspender el encuentro. En paralelo, Jordania y Egipto dijeron que no están dispuestos a hacerse cargo de un desplazamiento masivo de la población gazatí a sus territorios. En Jordania, ya viven más de dos millones de personas que fueron expulsadas por la política de colonización territorial sionista, semejante a un Pac-Man que ha ido acorralando y confinando a las masas palestinas.
No deben mover a confusión estos movimientos de Biden: mientras finge preocupación por la población civil, Washington facilita el armamento que llueve sobre el pueblo de Gaza. El diario argentino La Nación informa este 23 de octubre que “unas 1.000 bombas de pequeño diámetro, que pesan unos 250 kilos cada una y utilizan un sistema de navegación GPS para atacar objetivos” fueron facilitadas por Estados Unidos a Tel Aviv desde el inicio de las operaciones de Hamas.
Mientras Israel sigue apostando tropas en la frontera con Gaza, en la perspectiva de una invasión, en el mundo se multiplican las manifestaciones de solidaridad con el pueblo palestino. Grupos antisionistas de la comunidad judía, inclusive, irrumpieron en el Capitolio estadounidense para cuestionar el asedio de Gaza y el apartheid contra el pueblo palestino. En países como Francia y Alemania, estas marchas desafiaron las prohibiciones instrumentadas por sus Estados.
En Cisjordania, donde hay cotidianamente manifestaciones contra los ocupantes, las fuerzas israelíes y bandas de colonos armados asesinaron a casi cien personas. Como parte de la escalada, Israel efectuó también este fin de semana un bombardeo sobre territorio cisjordano por primera vez desde la segunda intifada (2000-2005), dejando dos muertos en la mezquita de Jenín.
El sionismo ha emprendido una feroz campaña de propaganda para atacar todas las voces de solidaridad con la causa palestina, y se registraron múltiples amenazas contra referentes políticos, como Gabriel Solano y Vanina Biasi, del Partido Obrero y el Frente de Izquierda – Unidad.
La propaganda sionista omite deliberadamente un debate sobre las raíces del conflicto, porque quedaría en claro que se corresponden con la expulsión masiva de los palestinos de sus tierras para la formación del Estado de Israel, en 1948, como Estado gendarme del imperialismo en la región. Desde ese momento, el sionismo continuó su política de agresión y anexión territorial, sumando vastas áreas de Cisjordania, Jerusalén Este, los Altos del Golán y Gaza. En el caso del enclave costero, Israel se retiró en 2005, pero desde 2007 impuso un feroz bloqueo terrestre y marítimo que transformó el lugar en una “prisión a cielo abierto”.
¡Cese de los bombardeos a Gaza! No a la invasión y al bloqueo. Abajo el Estado sionista. Por una Palestina única, laica y socialista, como parte de una federación socialista de pueblos de Medio Oriente.
Gustavo Montenegro
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