A medida que se acerca el 22 de octubre la incertidumbre aumenta, no solo por saber quién será el próximo presidente, sino también por las condiciones en que se llegue. El camino hacia el 10 de diciembre, en que debe asumir el nuevo mandatario, es terreno minado.
La disparada de los dólares financieros de los últimos días ha llevado la brecha cambiaria por encima del 140%, es decir, los efectos “beneficiosos” de la devaluación del 22% del 14 de agosto se esfumaron: las reservas siguen cuesta abajo -las líquidas son negativas en 14.000 millones de dólares-, han caído las importaciones y el gobierno busca a través de mecanismos inflacionarios -como el nuevo dólar soja- frenar una bola que se agiganta paso a paso.
Lo que sí quedó es un salto en el costo de vida, un empuje a la inflación que se ha instalado en las dos cifras y que va a superar el 150% en el año. Las medidas que tomó Massa para paliar los efectos devaluatorios no solo tienen gusto a poco, algunas de ellas no se aplican para todos los que fueron anunciadas. El 40,1% de pobreza que espantó va a quedar chico cuando se mida el segundo semestre donde la devaluación hizo su efecto.
Las presiones para proceder a una devaluación del dólar oficial se han incrementado, la subida de la cotización paralela es solo una expresión de ello, ya las operaciones a dólar futuro llevan al oficial a $ 712 en diciembre y a $ 1.240 en junio de 2024. La disposición a devaluar la tienen los tres candidatos con alguna posibilidad de entrar al balotaje. Es la exigencia del acuerdo con el FMI con el cual ninguno está dispuesto a romper.
Pero la corrida de estos días combina fuertemente razones políticas. Una de ellas es la posibilidad de que Milei gane en primera vuelta.
Los bancos han salido a buscar dólares previendo que el 23 de octubre los ahorristas corran a los bancos frente a la posibilidad de la dolarización. Lo que ha llevado a que estos empiecen desprenderse de los bonos indexados del Tesoro aplicando la cláusula que le permite hacerlo antes de tiempo sin perder los intereses. Como resultado de esto la emisión de pesos por parte del Central aumenta para asistir el Tesoro. Un nuevo impulso a la inflación.
Por otro lado los bancos están preocupados por el futuro de las leliqs, especialmente si gana Milei. En un comunicado Adeba (bancos nacionales) y Aba (bancos de capital internacional) salieron a señalar que “las Leliqs no son una ‘bomba’ a punto de explotar ni una ‘bola de nieve’ que crece autónomamente… será un desafío para el próximo gobierno… (que no se deberá afrontar) con ‘atajos’ o soluciones creativas, ya que atrás de las Leliqs están los depositantes y la confianza en el sistema financiero”. Lo que suena como una advertencia frente a la posibilidad de una “bonexización” (canjear por un bono) de esas letras como sugirió Ocampo, el propuesto por Milei para presidir el Central, lo cual dispararía una crisis bancaria (por “pérdida de confianza”).
El problema central de todas formas es que la crisis económica está tocando fondo, lo que agrava los choques entre los capitalistas porque ninguno quiere perder y una nueva reconfiguración económica del país puede dejar el tendal. Ninguno de los tres candidatos potables de entrar al balotaje garantiza una salida indolora. Es por eso por lo que en el tema central para ellos en el debate presidencial -economía- ninguno fue preciso. Bullrich directamente no dijo nada. Massa repartió promesas para blanquear una economía en negro vía una moneda digital cuyos contenido y características son aún inciertos, y el reclamo de una renegociación del acuerdo con el FMI. Milei no insistió con la dolarización, a la cual sus asesores ya postergaron por un tiempo prolongado, insistió fuertemente con la reducción del déficit fiscal (ajuste).
Mientras esto sucede un sector de la clase capitalista se atrinchera en dólares y fuga capitales. La burguesía teme que la crisis se desmadre sin que haya un “piloto de tormentas”. La sucesión de encuentros empresarios con los candidatos ha establecido una deliberación permanente sin que arroje claridad y “orden” sobre lo que se viene.
En la campaña presidencial argentina también interviene el capital internacional. The Economist, uno de los principales voceros del capital financiero internacional, salió con los tapones de punta contra la dolarización de Milei: “es más probable que la dolarización sea una maldición antes que una solución a los problemas de Argentina”, y señala que la desvalorización de los bonos de deuda de Argentina “están descontando otra reestructuración de la deuda. Para poder empezar de nuevo, Argentina podría necesitar entrar en default, no dolarizarse”. En todos los casos está planteada una liquidación de capital con todas sus consecuencias.
Corrupción para todos
Massa trata de presentarse como el único capaz de llevar este proceso adelante sin que la reacción de los trabajadores frente a la crisis se desborde. Su planteo de un gobierno de unidad nacional busca atraer a los heridos de Juntos por el Cambio, y sobre todo al radicalismo, después de la derrota de Larreta. Pero Massa no ha logrado resolver la crisis teniendo prácticamente la suma del poder como ministro.
A pesar del fuerte apoyo de la burocracia sindical, materializado en un masivo acto frente al Congreso; a pesar del apoyo de un sector del gobierno norteamericano y de una parte del staff del FMI; a pesar del interés de Lula en su candidatura, para sostener los negocios de las automotrices con el Mercosur; a pesar de todo ello la candidatura de Massa está siendo golpeada fuertemente por las denuncias de corrupción que llueven a rolete, lo cual ha acelerado las preocupaciones y prevenciones por un posible triunfo de Milei en primera vuelta.
Las ostentaciones repugnantes de Martín Insaurralde en Marbella o las tarjetas de Chocolate Rigau o la numérologa de Batakis en el Banco Nación no son hechos nuevos, son la constancia de un régimen corrompido hasta los huesos que enmascara negociados de todo tipo con la obra pública, el juego, el narcotráfico, etc. Que haya saltado ahora, en el medio de la campaña electoral, es una derivación de la crisis económica y los enfrentamientos que esta suscita.
Y expresan una crisis de todo el régimen más profunda. Es notorio que ni Bullrich ni Milei, ni sus aliados hayan salido a ensañarse con Massa y Kicillof usando las denuncias. En el debate solo apareció de la boca de la candidata del Frente de Izquierda.
Y esto se debe a que están todos cruzados por esos negociados, incluso Milei, que según todos los datos armó su estructura en la provincia de Buenos Aires con los fondos que le proveía el massismo, salidos de las tarjetas que cobraba Chocolate –entre otros aportes. Bullrich tiene a su partido metido en la corrupción de la legislatura bonaerense y su candidato en la provincia, Grindetti, salió a decir que lo del yate corresponde a “la vida privada” de Insaurralde. El candidato de JxC en Lomas de Zamora fue funcionario de Insaurralde cuando este hizo los negocios del juego y el megacentro comercial de La Salada. Como se suele decir, todos tienen un “muerto en el placard”, o las manos manchadas.
También expresa la crisis profunda del PJ, para muchos hay “fuego amigo” en el destape de todos estos hechos de corrupción. Por empezar la cabeza de Máximo Kirchner al frente del PJ bonaerense puede ser cortada en cualquier momento.
Intervenir con nuestro programa y votar al Frente de Izquierda
Toda esta inmundicia se ventila a los ojos de una población acosada por la inflación, la pobreza y colocada en el centro de la mira para hacerle pagar la crisis. Porque si en algo hay acuerdo en la clase capitalista es que hay que avanzar con el ajuste, con la reforma laboral, con la liquidación del régimen previsional, de la salud y la educación públicas, etc.
La devaluación que todos preparan la van a pagar los trabajadores, la clase capitalista se forró de dólares en prevención y para hacer más negocios. La inflación, que puede convertirse rápidamente en híper si se devalúa, tiene como víctimas centrales los ingresos de los trabajadores. Las propuestas de orden y mano dura, así como la reivindicación de los genocidas por parte de Milei y Villarruel, tienen como objetivo central responder con represión a las luchas y reacción de los trabajadores en defensa de sus condiciones de vida. En esta comprensión el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia realizó su tercer encuentro antirrepresivo y votó una movilización para la primera semana de noviembre contra la criminalización de la protesta, entre otras reivindicaciones.
Ese es el camino: organizarnos fuertemente para salir a enfrentar los ataques de hoy y los que se vienen. Como han hecho este 4 y 5 los docentes bonaerenses con un paro masivo convocado por la Multicolor y a pesar de las listas negras y la ilegalización del paro por parte del gobierno de Kicillof con el aval de la burocracia de Baradel y Yasky.
Los trabajadores tenemos que aprovechar esta profunda crisis para imponer una salida propia. Si hay que reorganizar el país, como dicen todos, tiene que ser en nuestros propios intereses y no a costa nuestra. Solo los trabajadores podemos estar realmente interesados en defender el salario, los derechos laborales, el desarrollo de la economía en función de los intereses generales, de romper con las ataduras con el capital financiero internacional y el imperialismo, de impedir la fuga de capitales y la entrega de nuestros recursos, de defender el ambiente, los derechos democráticos y las conquistas y reclamos pendientes del movimiento de mujeres.
A medida que avanza la campaña se hace más nítida la necesidad de llamar decididamente al voto al Frente de Izquierda preparando al movimiento popular para la lucha que estará planteada. Así lo marca el contraste en la corruptela capitalista, la subordinación al FMI y la impotencia del capital y sus políticos para ofrecer la más mínima perspectiva al pueblo trabajador.
Eduardo Salas
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