domingo, octubre 08, 2023

El “modelo peruano” que aplauden los empresarios de Idea


El titular del Banco Central peruano, Julio Velarde Flores, en el foro empresario de Idea 

Las crónicas periodísticas afirman que el titular del Banco Central peruano, Julio Velarde Flores, fue ovacionado como una estrella de rock en el coloquio empresario de Idea, en Mar del Plata. 
 Velarde Flores ocupa la presidencia del Banco Central desde 2006, cuando fue designado por Alan García, en su último mandato. Siguió en el cargo bajo las gestiones de Ollanta Humala, Pedro Kuczynski, Martín Vizcarra, Manuel Merino, Francisco Sagasti, Pedro Castillo, y fue ratificado por Dina Boluarte. Lo que se dice, una continuidad. 
 Para los hombres de negocios, Perú es un ejemplo de política monetaria “independiente” de los gobiernos de turno. Entre sus pergaminos, Velarde Flores ostenta una acumulación de reservas que las llevaron por encima de los 70 mil millones de dólares y una moneda relativamente estable, en comparación con la Argentina. ¿Pero es realmente un modelo a seguir, como piensan los capitalistas? 
 Velarde Flores reivindica la experiencia del fujimorismo en el combate contra la hiperinflación de finales primer gobierno de Alan García. Alberto Fujimori aplicó un severo ajuste fiscal, procedió a una liberalización total de los precios, abolió las restricciones al flujo de capital extranjero y llevó a cabo un proceso de privatizaciones masivas. 
 Al comparar esa situación con la Argentina actual, el titular del Banco Central del país trasandino le dijo a Clarín: “Yo creo que la gente entiende y es consciente que la situación así no va más. En los años ‘90 en Perú hubo un ajuste muy fuerte, de 6000% en el precio de los combustibles. Y a los dos días el ministro de Hacienda salía a caminar por la calle y la gente lo aplaudía. Hay que animarse a hacer las cosas que hay que hacer” (Clarín, 4/10). 
 La terapia de shock hacia una normalización económica que defiende sin tapujos el funcionario incluye la posibilidad de una nueva devaluación, e incluso, una mayor inflación: “cuando la inflación acelera hay que ser más duro. Hay que ser menos gradualista para mejorar las expectativas lo antes posible (…) las correcciones de tipo de cambio, precios relativos, tarifas, van a generar más inflación pero de tipo correctiva. Esto la gente lo debe entender y tolerar. La sociedad debe saber que para terminar con los tipos de cambio múltiples y las correcciones pendientes va a haber un salto inflacionario importante”. Propone, sin mayor disimulo, un ajuste brutal y llama a los trabajadores a apretarse los cinturones. 
 ¿Cómo le fue a las masas peruanas con esas recetas? Según un trabajo de 2001 de Pedro Francke, quien fuera más tarde ministro de economía de Pedro Castillo, “la pobreza por ingresos se ha reducido en los ’90, pero es aún superior a la que prevalecía en 1985, cuando se estimaba en cerca del 40%” (1). Lo que hubo entonces, apenas, fue un leve retroceso con respecto al pico hiperinflacionario de fines de los ‘80: “entre inicios de la década y 1997, los estimados indican que la pobreza se redujo de casi 55% a un 50%”. En las zonas rurales, no obstante, esa pobreza se extendía a más de dos terceras partes de la población. 
 Durante el llamado “superciclo de precios” de los minerales (oro, cobre, hierro, zinc, etc.), que, según un trabajo de la Cepal (2), va de 2003 a 2011, la pobreza cayó, pero volvió a subir con fuerza con el estallido de la pandemia y la crisis económica mundial que la precedió, hasta llegar hoy, según algunas estimaciones, al 35% de la población (Infobae, 4/10).
 En el Perú que entusiasma a los empresarios de Idea, el 70% de los trabajadores se encuentra en la informalidad (ídem, 17/8) y el salario mínimo es de 262 dólares mensuales (ídem, 13/6). Además, según el Laboratorio de Desigualdad Mundial, se ubica entre los países más desiguales del mundo, con el 1% de la población concentrando entre el 25 y el 30% del ingreso (ídem, 6/2). Mientras un puñado de multinacionales y empresarios nativos se enriquecen con la expoliación de los recursos mineros del pueblo peruano, las masas sufren una vida de penurias y las comunidades rurales, los efectos de la depredación ambiental. 
 Velarde Flores es hoy funcionario de Dina Boluarte, quien llegó al poder como resultado de un golpe de Estado contra Castillo. En el curso de las manifestaciones antigolpistas, hubo decenas de muertos.
 Este es el “modelo” que aplaudieron los hombres de Idea. 

 Gustavo Montenegro 

 NOTAS 
 1 Pedro Francke, “Políticas públicas y pobreza en el Perú de los 90”, en El ajuste estructural en América Latina. Costos sociales y alternativas (Clacso, 2001).
 2 Cepal, “Evolución de los precios de los recursos naturales de exportación de América Latina y el Caribe” (29 de abril de 2022).

 1992 
Cuando el periodista de Clarín lo consultó, en un reciente reportaje (4/10), sobre la autonomía del Banco Central, Velarde Flores dijo que la condición para ello es “una real independencia política, y eso se logró [en Perú] recién en 1992”. Curiosamente, es el mismo año en que Alberto Fujimori disolvió el Congreso, en un autogolpe que contó con el apoyo del Ejército. Bajo su gobierno, continuaron los crímenes y desapariciones cometidos en nombre de la lucha contra el grupo Sendero Luminoso, y fueron esterilizadas forzosamente más de 200 mil mujeres indígenas. Uno de los capítulos más negros de la historia peruana.

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