La ONU cifró en 114 millones –a finales de septiembre- el número de desplazados y refugiados en todo el mundo por la guerra, la violencia, la persecución y la violación de los derechos humanos. El cuadro es muchísimo peor al que imperaba en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Un retrato de la barbarie del régimen social capitalista.
Las estadísticas muestran que la situación de los refugiados se agravó. A finales de junio, eran 110 millones las personas desplazadas forzosamente a escala global, casi 2 millones más que a finales de 2022.
El informe del organismo, asimismo, señala que “más de la mitad de las personas que se ven obligadas a huir nunca cruzan una frontera internacional”. A la par, el número de refugiados reasentados aumentó.
La guerra en Ucrania es uno de los principales factores de intensificación de la crisis de refugiados. En junio, eran más de 6,3 millones los desplazados provenientes de Ucrania en todo el planeta.
Desde un punto de vista más general, en Europa la crisis de refugiados ha adquirido características brutales. Miles de personas mueren ahogadas en el mar mientras huyen de sus países, que han colapsado en todos los planos. Los gobiernos burgueses del Viejo Continente les niegan asistencia humanitaria y a menudo las expulsan.
Las masas desplazadas denuncian cómo las fuerzas policiales las agreden y les roban sus pertenencias antes de ser empujadas de vuelta al país del que huyen. En Grecia, Italia y Francia, muchas personas sufrieron empujones en el mar y en tierra (Médicos Sin Fronteras, 19/5). Por otro lado, una porción importante de las personas que ingresan a países quedan en situación de desposesión total; en Francia, Bélgica y Holanda, por ejemplo, muchos solicitantes de asilo están en la calle.
Asimismo, otra plétora de refugiados ingresa a los países de destino mutilados o lastimados, con fracturas y cortes producidos por las alambradas de los muros que las burguesías han construido (Polonia, Hungría, etc).
Los conflictos en el Congo y en Sudán, que al igual que el resto de los países africanos han sido devastados en buena medida por la intervención de las potencias europeas y la rapiña capitalista por sus recursos naturales; y en Myanmar, donde una dictadura capitalista sanguinaria de vínculos con China y Rusia y algunas potencias occidentales tomó el poder, han aportado lo suyo a esta situación calamitosa.
Casi un millón de congoleños y más de dos millones de sudaneses están refugiados en otros países del continente africano. A estos se suman los refugiados musulmanes rohingya, que viven en Myanmar, pero son sometidos a una opresión y explotación particulares (o incluso son asesinados) por su condición étnica.
A estos conflictos se suman las sequías, inundaciones y el descalabro social más general en Somalia, país que sigue padeciendo los estragos causados por una invasión imperialista que tuvo lugar en la década de 1990; y la crisis en Afganistán, destrozado por una intervención bélica impulsada por Estados Unidos y avalada por el imperialismo mundial.
El trabajo de la ONU no recoge datos del conflicto en Medio Oriente, que recrudeció con los ataques del gobierno terrorista y genocida de Israel contra la población palestina de Gaza. No obstante, el mismo organismo, por fuera del trabajo en sí, indicó que existen cerca de 30.000 desplazados internos que han regresado al norte de la Franja, zona que el criminal Netanyahu recomendó abandonar para luego bombardear el sur.
Son casi 6 millones los palestinos refugiados en todo el mundo, la mayoría descendientes de aquella generación de exiliados en 1948, año en el que se fundó el Estado de Israel. El sionismo tiene en carpeta avanzar en la invasión terrestre de Gaza, lo que agravará este estado de cosas.
Asimismo, el informe señala que los nacionales de países de América Latina y el Caribe registraron aproximadamente un tercio de todas las nuevas solicitudes individuales de asilo en todo el mundo. “La mayoría fueron registradas por venezolanos, cubanos, colombianos (Colombia, sin embargo, es también uno de los principales países de acogida), nicaragüenses y haitianos en Estados Unidos y México” (ONU, 25/10).
Otra vez, la descomposición social de la región producto de la intervención imperialista y de la crisis más general del capitalismo, produjeron en América Latina y Centroamérica este panorama (los yanquis, por ejemplo, impulsaron el establecimiento de regímenes dictatoriales). Entre Estados Unidos y México se ha erigido un muro y los gobiernos (tanto el de Biden como el de AMLO) reprimen a los trabajadores que intentan cruzar la frontera.
Terminemos con el capitalismo
La guerra, la bancarrota social, las rivalidades interétnicas, la depredación ambiental, todo esto provocado y alimentado por las burguesías del mundo, están en la base de este cuadro.
Los mismos gobiernos responsables de esta situación son aquellos que luego expulsan a los migrantes o los asesinan en represiones. Los países de la UE, por ejemplo, vienen reforzando las fronteras y criminalizando cada vez más a los migrantes.
Las deportaciones exprés, la construcción de muros y el aliento a la xenofobia son la norma. En 2022, más de 23.000 personas han sido interceptadas por guardacostas libios financiados por la UE y devueltas por la fuerza a Libia.
Reclamamos el derecho incondicional al asilo para todos los refugiados del mundo. Abajo la xenofobia y el racismo. Abajo la guerra imperialista. Abajo el Estado de Israel. Abajo todos los gobiernos capitalistas del mundo. Emancipemos a la humanidad de la lacra capitalista luchando por el socialismo.
Nazareno Suozzi
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