El sábado 28, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu anunció el inicio de una “nueva fase” en las operaciones contra la Franja de Gaza. Horas antes, Israel había desplegado tropas de infantería y tanques en el enclave costero. Es el inicio de la anunciada invasión terrestre, ya que hasta ahora solo se habían efectuado algunas incursiones puntuales.
Según distintos medios de comunicación, las tropas israelíes están cerca de la ciudad de Gaza, la más importante del territorio. Algunos análisis sostienen que las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) buscarán primero consolidar un área propia, como plataforma para una invasión más profunda. Por lo pronto, Netanyahu asegura que sus hombres atacaron distintas posiciones de Hamas, incluyendo su sofisticada red de túneles, conocida como “el metro” de la Franja.
En paralelo con la incursión terrestre, el fin de semana se llevaron a cabo los bombardeos más fuertes sobre el enclave, provocando un apagón completo de las telecomunicaciones. Hasta el momento, más de 8.300 palestinos murieron en estos ataques, de los cuales más de 3.300 son menores.
Los informes sobre estos ataques son estremecedores. Un artículo del New York Times, reproducido por La Nación (30/10), que cifra en 7 mil el total de agresiones aéreas, señala que “los bombardeos arrasaron mezquitas, hospitales y escuelas, y sin previo aviso dejaron reducidas a escombros casas con familias enteras adentro”.
Según esa misma nota, “los habitantes de Gaza dicen que la mayoría de las bombas caen sin previo aviso y de manera indiscriminada, causando desesperación generalizada y la sensación de que la muerte inminente es inevitable”. Ante cada operación aérea, “los niños se escriben su nombre en la mano o en el brazo para que, en caso de morir, sus cuerpos sean identificados y no arrojados a fosas comunes”. Los bombardeos abarcan a todo el enclave, no hay sitio seguro para la población gazatí. El millón de personas desplazadas del norte se topó con el fuego israelí en el sur, lo que llevó, incluso, a 30 mil personas a retornar a sus lugares de origen.
Funcionarios de Naciones Unidas, en tanto, informaron que Israel está bombardeando las inmediaciones de varios hospitales, a la vez que dicta órdenes de evacuación sobre los mismos, como Al Quds o Al Shifa, donde hay 50 mil refugiados. El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dice que es imposible evacuar esos centros sanitarios en condiciones de seguridad.
Con la ayuda humanitaria entrando a cuentagotas por el cruce de Rafah, en la frontera con Egipto, la situación social sigue siendo catastrófica. En este contexto, pobladores desesperados asaltaron instalaciones de la Agencia de Naciones Unidas para Refugiados, llevándose harina y productos básicos de higiene. Recordemos que en la Franja escasea la comida, el agua, las medicinas y está cortada la electricidad.
El imperialismo es cómplice de esta devastación. Estados Unidos proporcionó más de mil bombas inteligentes a Israel desde el 7 de octubre, fecha de la incursión de Hamas en Israel, y la Unión Europea emitió una resolución encubridora que demanda “pausas humanitarias”, después de un debate entre los socios que descartó reclamar un cese al fuego, en nombre del derecho de Israel a defenderse. Es decir, reivindica el “derecho” al bombardeo indiscriminado sobre el pueblo de la Franja. En cualquier caso, el sionismo hizo oídos sordos incluso a esas “pausas”, y su ministro de defensa, Yoav Gallant, se jactó en los medios de que los ataques han hecho “temblar” a Gaza.
A medida que se acentúa la ofensiva israelí, crecen los lanzamientos de cohetes de Hezbollah desde el Líbano, uno de los focos de una eventual regionalización del conflicto.
Hamas, por su parte, efectuó disparos sobre Tel Aviv y asegura haber infringido “pérdidas masivas” a las tropas invasoras.
Hamas ha ofertado también un canje de los rehenes en su poder (algo más de 200) por los 5 mil presos políticos palestinos. Tel Aviv no dio una respuesta, pero lo interesante del caso es que el Foro de Rehenes y Familiares Desaparecidos planteó en una conferencia de prensa que “le dejamos claro a Netanyahu que necesitamos un acuerdo de ‘todos a cambio de todos’” (ídem, 29/10).
El fin de semana se repitieron las movilizaciones multitudinarias en el mundo árabe y en Londres en apoyo al pueblo palestino (con picos muy altos de participación en Jordania y Turquía, en una concentración motorizada desde el gobierno). También hubo nuevas manifestaciones en Cisjordania, donde los ataques de Israel y las bandas armadas de colonos ya dejaron más de cien muertos desde el 7 de octubre.
Sigue planteada la necesidad de detener la acción genocida de Israel: cese de los bombardeos, no a la invasión, abajo el Estado sionista, por una Palestina única, laica y socialista.
Gustavo Montenegro
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