Desde el Ministerio de Economía trascendió que Lula quiere terminar con el acuerdo bilateral que regula el comercio de la producción automotriz entre los dos países. El mismo pauta un flex que establece el monto de importaciones con arancel cero que se puede realizar por cada dólar estadounidense exportado al país socio. El cálculo del flex se realiza sobre la base del intercambio comercial global entre la Argentina y el Brasil, tanto de autos como de autopartes. Las importaciones provenientes de Brasil que superan esa proporción deben pagar aranceles, funcionando así como una medida proteccionista para la industria Argentina.
Este acuerdo, que fue suscripto en 2019, extendía el libre comercio administrado de la producción automotriz hasta 2029 mediante un esquema gradual hacia la quita total de aranceles. Ahora Lula pretende echar por tierra este acuerdo o, en el mejor de los casos, aumentar el monto del flex, de manera de conseguir mayores exportaciones brasileñas libres de gravámenes. El Keynesiano Lula brega por quitarle regulaciones al ultraliberal Milei.
La peor versión implicaría un desastre para la industria automotriz argentina que se encuentra totalmente ensamblada con la brasileña. Esta última, por el contrario, recibió solo entre febrero y marzo anuncios de inversión por 19.000 millones de dólares por parte de 11 multinacionales.
El sector automotriz implica más del 40 % de las exportaciones argentinas de manufacturas de origen industrial y constituye el segundo complejo exportador del país, generando de manera directa 78.000 puestos de trabajo y alrededor de 160.000 indirectos. Aún así, la capacidad instalada nacional representaba sólo un 10 % de la capacidad instalada de la industria vecina, antes de los anuncios de inversiones. Ahora la desproporción augura ser mayor.
Este desfasaje se debe en parte a la política de promoción industrial de Brasil, pero sobre todo a la crisis económica Argentina. Muchas fábricas de autos estuvieron paradas durante meses por falta de piezas debido a la deuda en dólares que acumularon con el exterior por la falta de divisas que hay en el país. El desincentivo corre por partida doble: la dificultad para importar autopartes e insumos y la imposibilidad de remitir utilidades al exterior. El denominador es el mismo: la escasez de dólares. A esto hay que sumarle el desplome en el consumo ocasionado por la recesión planificada por Milei como parte de su súperestrategia antiinflacionaria.
Los desplantes de Milei
El jefe de los liberticidas no se cansa de desparramar insultos por X y es reiterativo especialmente contra Lula, a pesar de que Brasil es el principal socio comercial de la Argentina y de que le salvó el pellejo en la última crisis energética que dejó sin gas a muchas industrias del país y estaciones de GNC.
Además anunció su ausencia en la próxima Cumbre de Presidentes del Mercosur en el que no solo desplantará a Lula, sino también a los Presidentes de Uruguay, Chile y Paraguay. Estos están casi tan alineados con la OTAN como él y acaban de firmar, junto con Milei y otros seis mandatarios, un documento contrario a la Declaración de Tegucigalpa suscripta por los nacionales y populares de América Latina y el Caribe.
Uno de los temas de la Cumbre del Mercosur es, justamente, el acuerdo automotriz. Para completarla, sí viajará a Brasil, pero para ver a Bolsonaro mientras le da asilo a sus laderos golpistas.
Crisis de inversiones
El gobierno de Milei no está en condiciones de derrochar agravios cuando no estaría logrando el principal objetivo de la Ley Bases: invocar una “lluvia de inversiones”. Por el contrario, la petrolera EXXON se retira del país y ahora se suma P&G, que ya vendió las marcas y sus plantas en Argentina a distintas firmas. Esto forma parte de una tendencia -la de multinacionales que venden su marca a socios locales y se retiran del país- que evidencia que los capitalistas internacionales no se conforman con las promesas libertarias y huyen de un país en default y al borde de la depresión económica. No hay promesas de seguridad jurídica, ni ventajas impositivas, ni reforma laboral que hagan atractivo al plan liberticida cuando en los hechos no respeta los contratos, quiere arreglar a todos sus amigos burgueses con bonos de deuda que vienen en picada y no puede cumplir con una necesidad tan básica para un capitalista como es poder disponer de sus ganancias en dólares para llevárselas a su casa.
La crisis que prepara Milei es el resultado de sus contradicciones internas, como toda crisis capitalista, pero esta tiene componentes patológicos personales que la potencian hasta el absurdo.
Luciana Diaz
03/07/2024
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