JUAN MANUEL MÁRQUEZ:
05/06/2007
Dr. Eugenio Suárez Pérez y M Cs. Acela Caner Román
En el Sector Radical Estudiantil
En el Ala Izquierda Estudiantil
En el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico)
En el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo)
En el Movimiento Nacional Revolucionario
En el Movimiento Revolucionario 26 de Julio
En ocasión del 40 aniversario del desembarco del yate Granma, durante el acto central para conmemorar este acontecimiento, el comandante Fidel Castro subrayó “Juan Manuel es un compañero que debe recordarse”, al tiempo que destacaba la valía de Juan Manuel Márquez, quien fuera segundo jefe del Movimiento 26 de Julio y segundo al mando de la histórica expedición. Medio siglo ha transcurrido desde aquella madrugada del 2 de diciembre de 1956 en la que el yate Granma hincara su proa en un manglar muy cerca de playa Las Coloradas, y de que fuera asesinado este combatiente a quien la revista CUBA SOCIALISTA quiere rendirle justo reconocimiento .
El segundo al mando en la expedición del Granma, Juan Manuel Márquez Rodríguez, tenía una larga historia política y revolucionaria cuando cayó asesinado por las tropas del régimen batistiano, pocos días después del desembarco.
Juan Manuel nació al oeste de La Habana, en el capitalino municipio de Marianao, el 3 de julio de 1915. Desde muy joven conoce la vergonzosa realidad que sufría el pueblo de Cuba. Sus padres contribuyeron a formar sus convicciones patrióticas y cívicas que lo llevarían a ser uno de los más activos combatientes por transformar aquella realidad y hacer de Cuba lo que es hoy.
En el municipio de Marianao, desarrolla una buena parte de su vida política. Las calles y los barrios marianenses guardan innumerables recuerdos y anécdotas de su batallar, que lo han hecho merecedor de ser reconocido como patriota insigne de este territorio; aunque su obra trasciende los límites locales y alcanza dimensión nacional en la lucha contra la tiranía batistiana y por la liberación nacional. Hombre de acción y de pensamiento, Juan Manuel Márquez supo conjugar todas las formas de lucha para alcanzar la verdadera independencia y soberanía de Cuba.
En el Sector Radical Estudiantil
Con solo 16 años de edad, no titubea para incorporarse a un movimiento insurgente contra la tiranía machadista. Si bien ese movimiento no alcanza los objetivos proclamados por la pésima dirección de sus jefes, sirve para probar la firme actitud del joven marianense ante su inconformidad política. Tras el fracaso de la insurrección armada, las fuerzas represivas del régimen allanan la casa de Juan Manuel quien, junto a su padre, es conducido a prisión por primera vez.
A finales de 1931, en Marianao se crea el Sector Radical Estudiantil, una organización antimachadista integrada solo por adolescentes. Juan Manuel es uno de sus miembros más destacados. Funda y dirige el periódico Radical, publicación que tiene una vida efímera pues fue ocupado por la policía.
Por sus labores conspirativas, el 8 de abril de 1932, Juan Manuel Márquez es detenido y conducido al Presidio de Isla de Pinos. Con solo 17 años, Juan Manuel era el más joven de todos los presos políticos en el mal llamado Presidio Modelo. El rigor de la cárcel hace crecer su rebeldía y madurez política. Cuando ya era inminente la caída de Machado, es puesto en libertad, y con más ansias participa en la lucha para derrocarlo.
Al percatarse que la mediación de Summer Welles era un atentado contra la soberanía nacional, Juan Manuel Márquez se opone firmemente a la intervención de Estados Unidos en los asuntos internos de Cuba. Esa oposición queda expuesta en la Declaración Pública emitida, en julio de 1933, por el Sector Radical Estudiantil en la que Juan Manuel, expresa:
Si aceptamos la Mediación tendríamos que aceptar cualquier intromisión en el futuro y perderíamos toda fuerza moral para luchar por la abolición de la Enmienda Platt, como paso previo para la conquista absoluta de nuestra soberanía.
Los Estados Unidos no pueden actuar como mediadores, pues constituyen parte interesada. Por estos motivos es completamente utópico que puedan actuar de acuerdo con nuestros intereses y por motivos morales, no necesarios de reseñar, es aún imposible.
Después de la caída de Machado, la reacción interna, en contubernio con el imperialismo yanqui, trata de frustrar el impulso revolucionario del pueblo cubano. Juan Manuel Márquez, con apenas 18 años de vida, está entre quienes no se dejan frenar y asume la secretaría general del Sector Radical Estudiantil. Ahora, conocedor de la importancia de la prensa, crea otro periódico: Catapulta, donde expone y transmite su pensamiento político. En el primer número, en noviembre de 1933, Juan Manuel escribe:
No abandonaremos nuestra pluma mientras no obtengamos la realización del programa revolucionario que nos impusimos al principio de la lucha, a no ser que la esterilidad de la misma nos demuestre la necesidad de medios de acción más radicales.
En la siguiente edición de Catapulta, el 30 de diciembre de 1933, publica un editorial donde enjuicia a Fulgencio Batista:
¿Qué piensa nuestra brava juventud ante la mano férrea y dictatorial de Fulgencio Batista que amenaza con su torpeza puesto que tenía por objeto, según ellos, la depuración del ejército y según nosotros, la salvación de Batista y la recua de sargentos, todos machadistas arrepentidos a los que se le podía ver todavía en las manos el tinte rojo de seres inmolados para satisfacer las ansias de sangre de esa bestia que es Gerardo Machado?
NO, no creemos ni aceptamos la libertad tan pregonada por este gobierno revolucionario, porque se sigue asesinando, se tortura y se desaparecen misteriosamente aquellos que demuestren su inconformidad con los desmanes de ese aventurero que se llama Fulgencio Batista.
Convertida en poderosa arma, la pluma de Juan Manuel Márquez, halla una fuerte trinchera en el semanario El Sol. En las páginas de ese periódico marianense, el 14 de abril de 1934, escribe un artículo, titulado Banderas a media asta, donde expone que Cuba dejó de ser colonia española para convertirse en una factoría del imperialismo yanqui y denuncia la posición del gobernante de turno:
Mendieta, aunque algunos patriotas de esos que pretenden tapar el sol con un dedo se empeñen en negarlo, no es ni puede ser nada más que un fiel representante de los explotadores nacionales y un cortés y exagerado servidor de los intereses imperialistas.
Cuba no ha producido un gobernante que haya roto valientemente y definitivamente con la Cancillería de Washington […].
Por eso Mendieta representa un gobierno que marca un retroceso revolucionario en nuestro desenvolvimiento histórico […] Y claro está, aquellos que a través de nuestro azaroso camino hemos mantenido una línea revolucionaria que no abandonaremos en tanto que no nos den el golpe final, no podíamos ver con buenos ojos la subida del PELELE IMPERIALISTA. Por eso cuando a su subida muchos ponían la bandera, esa bandera que tanto han deshonrado, en el mástil más alto en señal de júbilo, nosotros los que tenemos hecha una conciencia revolucionaria, la poníamos a media asta en señal de duelo.
En el Ala Izquierda Estudiantil
Antes de cumplir los 20 años, Juan Manuel Márquez comprende que la justicia social y la verdadera democracia solo se alcanzarán con la toma del poder. Estas definiciones determinan su incorporación al Ala Izquierda Estudiantil. Una muestra de ese pensamiento radical lo declara en el artículo que publica, el 6 de octubre de 1934, en el semanario El Sol:
En esta época de confusionismo revolucionario donde es difícil delinear el campo ideológico de los hombres que en algún sentido se enrolan en esta encrespada ola de las pasiones políticas y donde el antecedente histórico de los individuos que tuvieron una actuación inmaculada y se enfrentaron contra aquel régimen que se manifestaba antagónico con respecto a los más elementales principios de la civilización y el derecho constituye una pieza de convicción y es prueba fehaciente para decidir sobre la suerte y vida de los hombres.
Y a continuación define su posición y postura revolucionaria:
Soy miembro del Ala Izquierda Estudiantil y lucho por la Revolución Agraria- Antimperialista hasta llevarla a su más alta y definitiva culminación.
Estoy francamente en contra del gobierno de Mendieta porque este es el representante más cabal y perfecto de los intereses imperialistas en Cuba y representa por consiguiente un régimen de reacción que no es precisamente distinto al que representaba Machado y porque se somete, se ampara y se sostiene en las bayonetas de Fulgencio Batista.
Aspiramos a la Revolución Popular bajo la hegemonía del proletariado y abogamos por la transformación del sistema político-social, agregándole una plataforma económica que sería estructurada de acuerdo con las necesidades imperiosas de la Revolución.
Asimismo, el 24 de noviembre de 1934, el sentido de solidaridad del líder marianense se afirma en el Manifiesto que redacta a favor de unos jóvenes estadounidenses víctimas del racismo, juzgados en el llamado Caso Scottboro. Juan Manuel publica:
Esta invitación puede hacerla suya el pueblo en general. Sin distingo de matices políticos ni de convicciones revolucionarias, ya que es ajeno completamente a algún acto sectarista, siendo honradamente, bellamente humano y una prueba de fraternidad entre los hombres y los pueblos que forman el planeta, más bello todavía cuando vemos el esfuerzo desesperado de un pueblo que grita alto para que el eco de su protesta llegue hasta las rejas carcelarias donde se pudren nuestros hermanos negros y para que todas las protestas de todos los pueblos unidos arranquen de las manos monstruosas de las autoridades federales a los camaradas Norris y Patterson que quieren asesinar allá en Ultramar, apoyadas ellas en la autocracia norteamericana.
En marzo de 1935, es encarcelado uno de los compañeros de Juan Manuel. Desde el periódico El Sol, este condena el injusto fallo:
Ahora tú fuiste condenado a seis meses, mañana quizás yo no pueda protestar por la detención de un compañero porque el imperio estrepitoso de una Thompson tronchó mi vida y silenció mi pluma o el lingote de acero atado al cuello haga imperceptible mi grito de protesta. ¿Pero podrán tus seis meses, esos seis meses que tan largos te parecerán, la Thompson y el lingote de acero contener la avalancha formidable del movimiento social? Seguramente NO”.
En busca de nuevos espacios y alternativas de lucha, Juan Manuel ingresa en la “Hermandad de los Jóvenes Cubanos”, desde donde participa en unir a los jóvenes y educarlos en un espíritu revolucionario. En Marianao, su prestigio lo hace merecedor de que siempre lo inviten para encabezar los movimientos sociales y, poco a poco, se convierte en uno de los luchadores más notorios del municipio. La policía lo persigue y lo involucra en todas las actividades cívicas y revolucionarias que se realizan contra el gobierno en el municipio.
El 13 de marzo de 1936, es arrestado nuevamente y sentenciado a ocho años de reclusión en el presidio de Isla de Pinos. Es la segunda vez que las rejas del Presidio Modelo se cierran tras su paso. Las fuerzas revolucionarias marianenses desatan una fuerte lucha por su libertad y aunque no logran su absolución, al menos hacen que la condena sea reducida a la mitad. En virtud de una ley de amnistía, Juan Manuel Márquez sale de presidio en los últimos días de diciembre de 1937.
En el curso escolar 1938-1939, matricula en el Instituto de Segunda Enseñanza de Marianao, que recientemente ha sido inaugurado. Rápidamente, sus condiciones naturales de líder lo llevan a ocupar la presidencia del Comité Estudiantil del plantel. Graduado de bachiller, en 1940 matricula en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, aunque más tarde se ve forzado a dejar sus estudios. (Volver)
En el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico)
En la búsqueda de nuevas trincheras de combate, Juan Manuel se afilia al Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), creyendo que la plataforma programática y el lema proclamados por este partido coincidían con sus convicciones. Desde las filas de ese partido despliega una fuerte campaña en todo el municipio marianense. Así, en 1941 funda la Sección Juvenil Auténtica, y en 1943, por el barrio de los Pocitos lo designan delegado a la Asamblea Municipal del Partido Revolucionario Cubano.
En las elecciones de junio de 1944, los sectores más radicales del partido y los marianenses con sentimientos progresistas presentan a Juan Manuel como candidato a concejal. Cuando es elegido, sus primeras palabras fueron para ratificar su condición de luchador revolucionario: “Al Consistorio llevaré y defenderé los puntos que han constituido desde hace más de diez años las inquietudes de la Revolución Cubana”.
Su impronta como luchador honesto y activo lo convierten en líder de la minoría oposicionista de la Cámara Municipal. Desde esta nueva trinchera mantiene en jaque a la administración municipal de Marianao, exigiéndole preocupación por los problemas sociales del municipio.
A propuesta de Juan Manuel Márquez, el 8 de enero de 1945, se acuerda declarar Monumento Histórico Municipal a la Fuente de los Pocitos y, también, colocar una tarja en las calles 130 y 49, entonces llamadas Luisa Quijano y Martí, para perpetuar el recuerdo de la audaz acción que, el 28 de julio de 1897, libraron en Marianao las tropas mambisas.
En octubre de ese mismo año, en una de las sesiones de trabajo, un concejal propone cambiarle el nombre a la Calzada de Columbia-Avenida 41 y que, a partir de ese momento, se llame: avenida “Presidente Batista”. Juan Manuel Márquez, en pleno desacuerdo con esa propuesta, se levanta impetuosamente de su asiento y argumenta su proposición de que esa avenida sea denominada “Mayor General Ignacio Agramonte”. Para vergüenza de los marianenses, la mayoría de los miembros de la cámara municipal desestimaron los argumentos de Juan Manuel y aprobaron la primera proposición .
Con vistas a la celebración de las elecciones parciales, en junio de 1946, Juan Manuel es nominado por segunda vez para candidato a concejal. Como una de sus primeras actividades en esta contienda política, publica un documento que titula YO ACUSO, donde denunciaba el incumplimiento del programa electoral de 23 puntos que había lanzado el alcalde Francisco (Panchín) Batista, hermano de Fulgencio Batista, durante el proceso a los comicios como un “cebo” para engatusar a la población.
A pesar de los obstáculos interpuestos por los sectores más reaccionarios del Partido Auténtico, Juan Manuel resulta reelecto con una votación superior a la alcanzada por él, en las elecciones de 1944.
La honestidad y transparencia de Juan Manuel Márquez en el desempeño de su cargo es reconocida por todos. Sin embargo, no faltan vanos intentos de neutralizarlo ofreciéndole buenas recompensas para que no asista a las sesiones de la cámara cuando van a tratarse asuntos que, incuestionablemente, serán rechazados por él. Siempre inclaudicable, no admitía sobornos ni amenazas. Como él reafirmó en múltiples ocasiones, no aceptaba aprobar aquellos documentos o propuestas que: “constituían una manifiesta agresión a los sagrados intereses de Marianao y del pueblo que representamos”.
Así, en una ocasión al no estar de acuerdo con un informe, exclamó:
Al levantar hoy aquí mi voz de protesta contra el informe, no lo hago en nombre de ningún compañero, sino en el mío propio, porque sé perfectamente que ninguno de ustedes comparte mi protesta.
Sin embargo, yo apelo a los principios morales de todos frente a esa agresión sin nombre, pero si mi voz resultara estéril, al menos tiene la virtud de ser oída, iré al pueblo en función de denuncia pública contra este hecho incalificable.
La línea de conducta mantenida por Juan Manuel, en la cámara municipal es un ejemplo que trasciende en el tiempo y llega hasta nuestros días. En otra ocasión, cuando trataron de comprarlo ofreciéndole un buen terreno para que construyera su casa, Juan Manuel respondió con fuerza:
Sí, yo aspiro a tener un solar para así llegar a construir mi casa propia, pero esa aspiración solo la veré realizada cuando con mi sueldo me sea posible reunir el dinero que me permita comprarlo.
El Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) en el poder, defrauda las esperanzas que depositara en él una buena parte del electorado cubano. Juan Manuel Márquez, al percatarse de que Grau San Martín había incumplido con sus promesas al pueblo, renuncia a seguir militando en sus filas y hace públicas las causas de su abandono, cuando escribe:
Cuba pensaba que el Partido Revolucionario Cubano, por sus prédicas y por su larga historia de luchas y sacrificios, era el instrumento político idóneo para lograr la realización de los grandes objetivos de libertad política, independencia económica y justicia social, bases esenciales de nuestra Revolución. […]Pero en contra de lo que esperaba nuestro pueblo, el presidente Grau comenzó a actuar de forma absolutamente distinta, situando en los cargos más responsables de la gobernación a hombres sin militancia revolucionaria y en no pocos casos enemigos jurados de los revolucionarios, políticos de la vieja escuela, corrompidos, malversadores de caudales públicos, machadistas y batisteros.
En el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo)
Eduardo Chibás, con su prédica encendida y sus denuncias a los males que vive el pueblo cubano por la falta de honradez administrativa, capta la atención de Juan Manuel, quien en carta pública, enviada al líder ortodoxo, el 21 de octubre de 1946, le ratifica la plena adhesión a su pensamiento:
Estoy a tu lado para seguir peleando por las mismas razones ideológicas que informan tus actividades públicas, y para que cuentes incondicionalmente con mis humildes servicios, te escribo estas líneas.
Juan Manuel Márquez es uno de los primeros dirigentes auténticos locales en hacer constar su apoyo a las denuncias del líder ortodoxo. Meses después, en enero de 1947, le envía una nueva carta a Eduardo Chibás. Esta vez con sus concepciones de cómo debía ser el partido, capaz de crear un gobierno honesto y de llevar el progreso nacional:
Estamos, eso sí, Eddy, sin vacilaciones de alguna clase por la formación de un partido político que no ha de ser tan solo nuevo por lo que atañe al proceso de su constitución, sino también por las características de sus proyecciones; nuevo por la raíz de fe que debía inspirar, nuevo porque no supedite su llegada al poder a plazo fijo y a cualquier precio, sino que aspire a llegar sin demoras para poder servir plenamente el interés público. Un verdadero partido revolucionario que aunque no llevase el mismo nombre que el fundado por Martí, tuviese al menos una conducta más martiana. Un partido que atento a las señales de los tiempos, sea, de verdad, un eficaz instrumento de combate por la decencia política, el bienestar colectivo y el progreso nacional.
A partir del 15 de mayo de 1947, cuando se constituye el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), Juan Manuel Márquez, presente en esa reunión, se convierte en uno de los más activos militantes ortodoxos, y su trabajo político lo dedica a la organización de la ortodoxia en su municipio. Meses después, es nombrado presidente de la Asamblea Municipal del Partido Ortodoxo de Marianao, desplegando una extraordinaria labor a favor de dicho partido y en contra de las injusticias del gobierno.
Cuando un grupo de sus compañeros proponen hacerle un homenaje en reconocimiento a su labor en la organización de la Ortodoxia, Juan Manuel no aceptó. Según él, aún no había padecido ni luchado lo suficiente por su tierra para merecer el homenaje, y agregó:
Al declinar el inmerecido honor, me permito en razón de nuestros invariables efectos sugerirles que este homenaje se tribute en la hora y fecha que ustedes señalen a los héroes anónimos de la Ortodoxia, a los que, por seguirnos, lanzaron a la borda sus posiciones burocráticas, a los que prefirieron perder la olla de la casa para salvar el decoro, a los que en el silencio perenne de sus vidas, sin que nadie lo sepa, honran en cada acto la patria que otros deshonran.
Las dotes oratorias de Juan Manuel, su pensamiento radical y su experiencia en la lucha lo hacen merecedor de inaugurar, el 7 de mayo de 1948, el programa La Hora de la Ortodoxia Revolucionaria, en la emisora COCO. También, la recia personalidad política de Juan Manuel y sus campañas antigubernamentales le conducen a ser nominado como candidato a representante a la cámara en las elecciones parciales de 1950. La Asamblea Municipal de la Ortodoxia en Marianao al proclamar esa candidatura expresa:
La actividad que ha venido desarrollando el presidente de la Asamblea Municipal de Marianao, compañero Juan Manuel Márquez, en pro de la organización de nuestro partido y en defensa de los mejores principios que constituyen los fundamentos de su existencia, lo hacen merecedor al profundo reconocimiento de cuantos formamos en las filas del movimiento renovador nacional que propugna la Ortodoxia.
Cuatro días antes de la muerte de Eduardo Chibás, en la transmisión radial del 12 de agosto de 1951, Juan Manuel Márquez da lectura a su artículo “Rebuzno del Asno”, cuyo texto se publica en el periódico La Verdad, el 15 de agosto. En ese artículo Juan Manuel condena duramente a Aureliano Sánchez Arango.
Es este asno, confidente de Batista y de Pedraza, quien quiere sostener ante el país que él es un símbolo de la limpieza y de la honestidad, después que toda la nación sabe que él es uno de los ladrones más desfachatados que han regenteado el Ministerio de Educación […]
Usted amenaza con enviar a los Tribunales de Urgencia a todos los que no sean legisladores. Por mi parte puede hacer lo que más le acomode, puede perseguirme, puede enviarme a los Tribunales de Urgencia. Usted es un fanfarrón y un miserable que no sabe nada más que eso: amenazar cobardemente con la cárcel a los que no puede impresionar con sus desplantes de guapetón trasnochado.
En noviembre de 1951, el vocero batistiano, Rafael Díaz Balart, critica al programa Vergüenza contra Dinero que dirige Juan Manuel Márquez y expresa que nadie escuchaba sus transmisiones. Juan Manuel, después de refutar la acusación, solicita a la radioaudiencia que reporten a la COCO para demostrarle al batistiano que sus denuncias sí eran escuchadas y “formar un montón para restregárselas en el hocico a Díaz Balart”. Como era de esperar en Radio COCO recibieron un gran torrente de cartas y mensajes.
Ante el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, Juan Manuel Márquez denuncia los desmanes de Fulgencio Batista y se encara resuelta y valientemente a los golpistas. En una pequeña planta de radio clandestina, operada desde distintos sitios en Marianao, cada noche sale al aire La Voz de la Libertad con las vibrantes y elocuentes palabras de Juan Manuel, y en el periódico El Sol, del 5 de julio, publica una contundente acusación a Fulgencio Batista,:
Pocas veces en la turbulenta vida republicana ha existido una situación de tal naturaleza sombría como esta, que es una verdadera encrucijada en que ha sido colocada la república por el egoísmo inmoderado y desenfrenada ambición de mando y poder de un ciudadano de lúgubre historia en los anales de nuestra vida republicana: Fulgencio Batista Zaldívar, tipo clásico del déspota hispano-americano.
A ese efecto conviene recordar el pensamiento de Martí, cuando afirmaba que la libertad cuesta muy cara y que es necesario o resignarse a vivir sin ella o decidirse a comprarla por su precio.
En el Movimiento Nacional Revolucionario
Siempre buscando métodos más radicales de lucha, Juan Manuel Márquez apoya los planes elaborados por el Movimiento Nacional Revolucionario, liderado por el profesor Rafael García Bárcenas, para atacar y tomar la mayor fortaleza militar de Cuba, el Campamento de Columbia, enclavado en Marianao. La acción estaba prevista para el domingo 5 de abril de 1953, y ya desde el sábado 4, Juan Manuel tenía 250 combatientes situados en distintos lugares del municipio. Todos en espera de la orden para entrar en acción. Al fallar los planes de García Bárcenas para asaltar Columbia, Juan Manuel prosigue en sus trajines conspirativos.
Así, en declaraciones públicas del 12 de junio de 1953, expresa su decisión de acudir a la lucha armada para enfrentar a la dictadura militar.
Frente a la existencia de un Estado despótico, todos los métodos que se empleen para combatirlo son lícitos. Estimamos lícito desde la acción cívica de la protesta hablada o escrita hasta el movimiento insurreccional.
A partir del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953, se hace más encarnizada la persecución a Juan Manuel Márquez, a pesar de que este no estuvo entre los asaltantes. Su casa es allanada muchas veces, sin que esto limitara sus actividades conspirativas porque para él, “la Revolución era ya la única alternativa para conquistar la libertad.
En 1954, Batista intenta darle carácter constitucional a su dictadura convocando elecciones presidenciales y llamando a la reorganización de los partidos políticos para que participen en el proceso. Juan Manuel Márquez, indignado, declara públicamente:
La reorganización que se inicia mañana representa el comienzo de la gran farsa electoral cuyo final será, según los madrugadores, el primero de noviembre. Es una reorganización ajena totalmente de calor popular […] Es tan oficial esta reorganización que sorprende ver el espectáculo de policías y soldados recogiendo cédulas […] En los colegios del Estado o del Municipio se cita a los padres de los alumnos para pedirles las cédulas electorales […] Estas son las elecciones de Juan Palomo, yo me la guiso y yo me la como. […].
El pueblo es indiferente a toda esa mojiganga electorera, porque el régimen está desacreditado y liquidado de tal manera, que es una especie de campana sin badajo, toca pero nadie la siente, llama pero nadie va.
La salida la buscará el propio pueblo, como el agua busca su nivel. (…) Lo que ocurrirá nadie lo sabe, pero nadie lo desea. Pero las convulsiones populares son como las tormentas que produce el rayo, y el rayo no advierte sino cuando ya ha caído sobre las cabezas y las ha fulminado.
El 15 de mayo de 1955, después de casi dos años de cárcel, la presión popular logra la excarcelación de Fidel Castro y el resto de los moncadistas. Al día siguiente, Fidel y sus compañeros llegan a La Habana con el firme propósito de continuar la lucha, “aun al precio de la existencia”.
Pocos días después, el 4 de junio, el dictador Batista inaugura, en Marianao, la Avenida 31 y expresa frases contra Fidel Castro cargadas de insolencias y de amenazas para la seguridad personal del líder revolucionario. Sin amedrentarse, Fidel le responde al tirano en un artículo titulado Manos asesinas, que publica el periódico La Calle:
Bastante deprimente era en sí el espectáculo de un señor Batista, inaugurando un boulevard llamado “General Batista” frente a una manada de peligrosos adulones que gritaban ¡Veinte años Batista! En tal atmósfera de vanidad, ridiculez y lacayismo no es extraño que un supuesto presidente haya descendido al lenguaje soez, amenazante y chabacano de un Gallo Cantuz.
Al día siguiente, el 5 de junio, en horas de la noche, Juan Manuel Márquez es apresado por los sicarios del régimen que le propinan una brutal golpiza. Como consecuencia de las lesiones, Juan Manuel es ingresado en la Clínica Santa Emilia.
Fidel Castro, desde las páginas del diario La Calle, denuncia el atropello:
Es preciso consignar la indignación que ha producido en el pueblo la agresión de Juan Manuel Márquez, dirigente del Partido del Pueblo e incansable combatiente por la liberación nacional. Juan Manuel fue detenido por un esbirro del régimen sin justificación ninguna y trasladado a la Décimo séptima Estación de Policía, donde se le golpeó tan brutalmente que se hizo necesario recluirlo en un hospital [...].
Me duele en la propia carne los golpes que le dieron a Juan Manuel Márquez, porque como dijo Martí: en la mejilla de todo hombre honrado se ha de sentir la bofetada que recibe cualquier mejilla de hombre.
Mientras, desde el hospital, Juan Manuel escribe al director del periódico El Sol, agradeciendo la condena pública que hiciera por el atropello recibido. Esta carta resume en un párrafo lo que puediera ser considerado como su testamento político:
Tengo el deseo de escribirle larga carta, pero la patria está más necesitada de acción que de palabras. […] diga por su periódico veraz que ni el presidio, cuya amargura viví de niño y de hombre, ni el destierro, cuyo pan amargo he saboreado, ni las persecuciones continúas, ni el peligro de morir a cualquier hora, ni los vejámenes que he sufrido, ni las palizas que he padecido en la carne, serán motivos suficientes para que yo deje de defender los ideales por los cuales han caído ya en el camino mis mejores compañeros.
En el Movimiento Revolucionario 26 de Julio
La tarde del 7 de junio de 1955, en la clínica donde estaba hospitalizado, Juan Manuel Márquez recibe la visita de Fidel Castro. Cuentan testigos de este hecho que Fidel, después de condenar el hecho e intercambiar impresiones con los presentes, pidió que le dejaran hablar a solas con Juan Manuel. Pleno fue el entendimiento entre los dos revolucionarios. Tanto, que el 12 de junio, al crearse la Dirección Nacional del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, Juan Manuel Márquez es nombrado como segundo jefe de la organización.
En correspondencia por lo proyectado en la dirección del movimiento, Juan Manuel Márquez parte hacia Estados Unidos de América y, dos días después, Fidel Castro viaja a México, no sin antes dejar aclarado que “de viajes como este no se regresa, o se regresa con la tiranía descabezada a los pies”.
En el exilio, Juan Manuel Márquez tiene la tarea de organizar a los emigrados y recaudar fondos que permitan llevar hacia delante los planes trazados. Juan Manuel se mueve de un lugar a otro y organiza la visita de Fidel Castro a Estados Unidos para encontrarse con los emigrados cubanos que se muestran interesados en conocer el pensamiento y el programa del líder revolucionario.
Tras vencer innumerables dificultades, Fidel arriba a Nueva York el domingo 23 de octubre de 1955. Apenas hay un momento para el descanso en las dos semanas que permanecen en esa urbe.
Juntos, Fidel y Juan Manuel asisten a entrevistas y a los actos masivos en Bridgeport, Unión City y New Jersey en las que sus voces emocionan a los allí reunidos y logran sensibilizar a los emigrados. Así, el 30 de octubre, en Nueva York, cientos de cubanos y latinoamericanos acuden al Palm Garden. Fidel y Juan Manuel encabezan el patriótico acto que se inicia con la lectura del folleto que contiene la primera publicación de La historia me absolverá. La capacidad oratoria de ambos hacen inolvidable este encuentro. Juan Manuel finaliza sus palabras diciendo:
Cubanas y Cubanos de Nueva York; sé que de ahora en adelante al marcharse Fidel Castro, símbolo altísimo de esta nueva jornada de redención patria, no han de dejar el entusiasmo y que han de seguir organizando aquí y que han de seguir organizando los pueblos y que han de desempolvar el espíritu y la pereza de los cubanos que han perdido la fe o que nunca la han tenido para incorporarlos a este sagrado empeño de la libertad. [...] No nos abochornemos de ser pobres porque concluyo esta tarde con un pensamiento del Maestro que afirmaba: “Urge ya en estos tiempos de política de mostrador dejar de avergonzarse de ser honrados, pues los pícaros han puesto de moda el burlarse de los que resisten”.
Una semana después, luego de visitar a los emigrados cubanos en Washintong y otras ciudades norteamericanas, regresan a México.
En noviembre de 1955, la tiranía convoca a elecciones parciales que de inmediato son rechazadas por la máxima dirección del Movimiento 26 de Julio. Por mediación de Juan Manuel, el semanario El Sol del 21 de noviembre bajo el cintillo —SEREMOS LIBRES O MÁRTIRES— que cubre la primera plana, publica las declaraciones de Fidel:
Ni elecciones parciales, ni siquiera generales, constituyen la solución para el problema cubano. La crisis que confronta Cuba es tan peligrosamente grave, que se requiere un vuelco formidable en sus instituciones y en sus costumbres públicas para hallarle una solución. [...] Mi pensamiento es terminante y recientemente lo ratifiqué en la ciudad de Nueva York, en el grandísimo acto de masas celebrados por los emigrados. En el año 1956 seremos libres o mártires.
La promesa hecha por Fidel insufla nuevos bríos a la resistencia que se extiende por toda Cuba. Mientras, en el exilio, se aceleran los preparativos para iniciar el entrenamiento militar de los revolucionarios reclutados.
Juan Manuel, inmerso en la misión de recaudar fondos para adquirir armas y equipos de guerra, trabaja intensamente con los emigrados. También, junto a Fidel, participa en la búsqueda y selección de los lugares para el alojamiento y el entrenamiento de los futuros expedicionarios. Sus múltiples ocupaciones como segundo jefe, no le impiden participar activamente en el riguroso entrenamiento militar al que se someten todos.
Entre los días 21 y 23 de julio de 1956, a causa de una delación, la Policía Federal mexicana realiza un operativo para detener a Fidel Castro y sus hermanos de lucha. Los agentes policiales allanan casi todas las casas que guardaban armas. Solo Juan Manuel Márquez, Raúl Castro y Héctor Almada logran escapar de la redada.
El golpe es duro para el movimiento, sin embargo la lucha no cesa. Juan Manuel, cada vez que visita a Fidel en la cárcel, recibe las orientaciones pertinentes para que no se detengan los planes en ejecución. Recordando al segundo jefe del movimiento en aquellos días difíciles, Raúl Castro refiere:
Juan Manuel era un buen dirigente, valiente, de vergüenza. Pasamos días de necesidad, de hambre, pero la moral no decaía, y en él menos; repetía una frase que era habitual escucharle: “Sigue la lloviznita, pero la lluvia no aparece”; eso decía cuando andaba en una gestión afanosamente y la solución definitiva demoraba.
Fidel Castro, excarcelado en octubre, declara que mantiene su promesa de combatir en Cuba antes de que finalice 1956. Los planes para la expedición se aceleran, aunque aún los revolucionarios han de enfrentar serios obstáculos antes de que el Granma pueda zarpar de Tuxpan para cumplir la palabra empeñada. Juan Manuel exclama: “¡Qué difícil se hace para nosotros ir a morir por Cuba!
El 2 de diciembre de 1956, con las primeras luces del alba, el Granma toca suelo cubano. Los 82 expedicionarios, exhaustos por la larga travesía y el mal tiempo, tienen ante sí las dificultades del desembarco en una zona de pantanos y manglares. Resulta muy difícil la marcha para llegar a la tierra firme. Al hacerse el recuento del personal, faltan Juan Manuel Márquez y otros siete compañeros. Ellos se reúnen con el resto de la expedición dos días después.
Cerca de las 4 de la tarde del 5 de diciembre, los combatientes son sorprendidos por el ejército batistiano en un cayo de monte muy cercano a la colonia cañera de Alegría de Pino. Sobre lo acontecido en aquellos momentos, relata Universo Sánchez:
Juan Manuel convenció a Fidel de que debíamos retirarnos al igual que nuestra gente y comenzamos a marcharnos paralelamente a los soldados hacia un montecito que había cerca. Caminaba Fidel o corría. Se tiraba cinco o seis metros, después Juan Manuel y yo. Así nos fuimos retirando hacia el segundo monte hasta que una de las veces Juan Manuel no llegó a donde estábamos nosotros, y Fidel dio órdenes de regresar a buscarlo. Yo así lo hice, arrastrándome retrocedí hasta el último lugar donde lo había visto. Lo llamé varias veces, pero no lo encontré. Regresé y se lo informé a Fidel.
A partir de ese momento y luego de haber disparado todas sus balas para cubrir la retirada de sus compañeros, el segundo al mando deambula por inhóspitos parajes acosado por el hambre y la sed. Juan Manuel no logra hallar el camino hacia la Sierra Maestra. Perseguido con saña por las huestes del dictador, Juan Manuel Márquez es detectado y asesinado el 15 de diciembre de 1956.
El comandante Fidel Castro, en una entrevista concedida en ocasión del 40 aniversario del desembarco del Granma, recordando a quien fuera segundo al mando en la histórica expedición, expresó :
Juan Manuel Márquez era un muchacho muy bueno, era del partido Ortodoxo, de las figuras jóvenes, un orador brillante, y como cuando nosotros salimos de las prisiones teníamos la idea de ampliar el movimiento con nuevas figuras, reunimos a los que habíamos estado en el 26 de Julio con algunas otras organizaciones —así algunos compañeros se unieron en ese equipo—, y para nosotros era muy importante contar con una figura joven, del prestigio de Juan Manuel. Entonces, hablamos con él, lo captamos, y lo ganamos, pero de una manera decidida. […]
Él se une y era todo un símbolo, y fuimos a hacer los trabajos en Nueva York y en otros lugares y entonces él actuaba como segundo al mando. […] Juan Manuel Márquez, que tenía ya una larga historia política, revolucionaria, sana, un compañero muy bueno, muy competente, era el segundo jefe del movimiento.
Juan Manuel es un compañero que debe recordarse. Juan Manuel fue excelente, desde que empezó a trabajar con nosotros no tuvo un fallo; fue decidido, valiente”.
Resulta casi imposible hablar del segundo jefe del Movimiento 26 de Julio y de la expedición del Granma, sin recordar las emocionadas palabras pronunciadas por el compañero Fidel, en el parque Central de Nueva York, el 24 de abril de 1959, en ocasión de su primera visita a Estados Unidos después del triunfo revolucionario. Entonces, Fidel dijo:
Al contemplar aquí esta inmensa muchedumbre, al hablar aquí hoy, mi pensamiento se eleva hasta aquel que fue mi compañero de organización del 26 de Julio en el exilio, a quien fue mi compañero en esta jornada, a aquel orador formidable, a aquel compañero que hacía poner de pie a la multitud con su palabra vibrante: Juan Manuel Márquez. No está presente hoy, pero la obra que inició está aquí presente. No está presente él, pero lo está su recuerdo. (
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