Declaración de la asamblea de la Red Network, Atenas, 18-19 de julio de 2015
La lucha de los trabajadores y trabajadoras, la lucha de las fuerzas populares, la lucha de la izquierda, pueden abrir un camino alternativo con una política de transición hacia la emancipación socialista.
Syriza no puede y no debe ser transformado en un partido del memorándum [el “protocolo” o plan de austeridad de la Troika firmado por el primer ministro Tsipras y aprobado por la mayoría del parlamento griego. NdT]
1. La firma del acuerdo con las “instituciones” [la Troika], la firma del tercer memorándum por el gobierno de Syriza es un hecho aberrante que cambia todas las coordenadas de la situación actual.
El acuerdo está dirigido contra los derechos sociales que han sobrevivido a la tormenta de los dos anteriores memorándums, crea mecanismos de vigilancia, mecanismos de promoción sin control de las privatizaciones y mecanismos para propinar golpes automáticos a los gastos sociales que transforman en una ingenuidad infantil toda esperanza de que tal memorándum, si es votado y aceptado, pudiera ser modificado durante su ejecución, de que sea posible proporcionarle un cierto “rostro humano”.
Este acuerdo crea una nueva situación para los desafíos de la resistencia obrera y social que tarde o temprano se producirá, como sucedió antes en los casos de los memorándums primero y segundo. Y en esta ocasión la lucha del mundo del trabajo será contra un gobierno en el cual la gente depositó sus esperanzas y al que le dieron su voto.
La aceptación del acuerdo crea peligros evidentes para el partido de Syriza que se fundó sobre la base de una oposición eficaz, de una oposición manifiesta contra la austeridad de los memorándums. Y hoy se le pide que se transforme en la fuerza para la racionalización de un nuevo memorándum, en una fuerza que acepte la austeridad, al menos, se argumenta, por un cierto tiempo en nombre de la supervivencia de... un gobierno de izquierda.
2. La firma del tercer protocolo es presentada por la dirección de Syriza como resultado de un brutal chantaje. Se trata de la aceptación de la idea de que “No hay alternativa”.
Se pretende así atenuar las responsabilidades críticas y las decisiones erróneas. Como la idea de que podríamos llevar a cabo un rechazo antimemorándum de la austeridad en el marco de la tolerancia del euro, gracias a las negociaciones y por medio del consenso con las direcciones europeas. De la misma forma que ha sucedido con la política del gobierno, que ha congelado todo tipo de acciones en el “frente interior” [en Grecia] contra las élites económicas, que ha evitado emprender “acciones unilaterales”, tratando de apaciguar a las “instituciones” y de facilitar la obtención de un “compromiso honorable”. Como el acuerdo del 20 de febrero de 2015, que compromete al gobierno a seguir el curso de una política suicida del pago del servicio de la deuda, “totalmente y a tiempo”, lo cual ha redundado en la radical reducción de los recursos del Estado.
Estas acciones y estas fallas han bloqueado al gobierno y lo han conducido hacia el dilema mortal final. Y frente a este dilema no ha podido encontrar la fuerza para proporcionar la respuesta prometida: si nos vemos obligados a escoger entre el Grexit y un nuevo memorándum, debemos rechazar el nuevo memorándum.
3. En el fondo de esta encerrona están los juicios erróneos constantes (por ejemplo durante el proceso de la “profundización” de la Unión Europea), pero también decisiones estratégicas (como señala el cambio de la consigna del Congreso de Syriza, “ningún sacrificio por el euro”, a la nueva consigna de la negociación respetuosa, que se orientaba hacia “el euro a cualquier precio”).
Pero también la “elección deliberada”, tal y como lo expresan las transcripciones, [de las negociaciones] de considerar a los dirigentes socialdemócratas como necesarios y capaces de proporcionar “apoyos” a las fuerzas amigas y al Estado...
Igualmente el “gubernamentalismo”, esa idea de que el gobierno de izquierda es un fin en sí mismo más que un medio, un instrumento que no debe colocarnos en oposición a nuestro mundo, con nuestra propia base social.
En el trasfondo están también ciertas características ideológicas y políticas de la izquierda europea moderna que, si bien fueron rechazadas por unanimidad durante el congreso fundacional de Syriza, han vuelto a la superficie durante el torbellino de la confrontación con los acreedores.
4. El acuerdo con los acreedores no puede ser aceptado. Syriza debe encontrar la fuerza para impedirlo y echarlo abajo. Es evidente que ello no será posible más que a través del apoyo decisivo del mundo del trabajo, de los desempleados y desempleadas, de las capas pauperizadas.
Ese mundo, con un orgulloso 62%, dijo “no” y se mostró dispuesto a emprender un nuevo curso. El “no” vino en respuesta a una oleada sin precedentes de chantajes, entre los que destacaba la amenaza de expulsión del euro. Pero aun así la gente voto por el “no”. La interpretación sugerida por la dirección de que el “no” no significaba un mandato de ruptura ha significado literalmente el desprecio a su resistencia. Y aún más, el repentino cambio en favor del “sí”, la confianza en el “Consejo nacional unitario” de los dirigentes políticos y la aparición de la firma contranatura de Syriza-Nueva Democracia-Pasok-To Potami. La aparición de este espectro político que finalmente ha votado, por principio, el acuerdo, violando con ello toda la geometría política del referéndum, pero también la de los años anteriores.
Es evidente que el giro necesario de una política contra el tercer protocolo debe contar y basarse en el mundo del “no”, los comités del “no” que deben ponerse en pie en todas partes.
5. De este ciclo trágico de negociaciones se deben sacar conclusiones políticas. A través de la lucha contra la austeridad, el mundo del trabajo y el gobierno deberían y deben preparar las fuerzas que pueden ir hasta la victoria. Y eso incluye, ahora mismo, evidentemente, la etapa de la ruptura con el euro y la Unión Europea bajo la dirección del movimiento obrero y la izquierda.
Se trata de una política radicalmente diferente de las amenazas de Schäuble: el Grexit como exclusión temporal, la austeridad profunda como condición para la consolidación del capitalismo griego y la reintegración en el euro después de ese “tratamiento”. En lugar de eso la izquierda debe integrar su propio proyecto en conflicto con la zona euro, en el cuadro de un proyecto antiausteridad, de una política anticapitalista, de una transición hacia una perspectiva socialista.
6. El partido Syriza sale de este periodo profundamente dañado. Su funcionamiento colectivo y democrático, tal como lo exige el texto de los 109 miembros del Comité Central, es una premisa básica para toda reconstrucción.
Sobre esta base se debe luchar contra la desmovilización-frustración de numerosos miembros. ¡El mundo de Syriza no ha dicho todavía su última palabra!
Sobre esta base se debe responder inmediatamente a toda la oleada de amenazas y calumnias, sobre la que surfean con salvaje alegría los peores medios de comunicación masivos, contra los cuadros de Syriza y las voces que insisten en el “no”.
Todo esto es necesario con el fin de emprender el combate por el indispensable giro a la izquierda.
7. Una parte de Syriza espera encontrar el camino de salida en las elecciones, después de que se ha ”lanzado” el Acuerdo del tercer memorándum. Es una trágica ilusión. Los acreedores y sus aliados locales van a exigir que la responsabilidad de la aplicación del acuerdo sea asumida íntegra, lo cual pone ya en cuestión la “libertad” de Alexis Tsipras de recurrir a las urnas en septiembre o en octubre.
Pero recíprocamente: después de haber aceptado el acuerdo, el único “orden” que puede pretender la dirección de Syriza será una mejor gestión política que implique el memorándum. En ese caso la respuesta del mundo del trabajo, como lo muestra el pasado de DIMAR [la Izquierda Democrática], puede ser muy diferente a las previsiones de las encuestas actuales.
La única salida para Syriza es el rechazo del acuerdo, la lucha por su derrumbamiento. Junto con el mundo, en las luchas de la vida, en los conflictos políticos, como en los diez años de lucha ya transcurridos…
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