A fines de junio, fue derrotada una nueva ofensiva del Estado Islámico (EI) contra Kobane, cantón del norte de Siria liberado por las milicias kurdas. Las tropas del EI dispararon a mansalva sobre la población civil y causaron más de 200 víctimas. Según una denuncia de Human Rights Watch, "algunos miembros del grupo terrorista se introdujeron en viviendas matando a familias enteras". No obstante, fueron repelidos por la guerrilla de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG).
Desde que fueron expulsadas de Kobane en enero, las fuerzas del Estado Islámico han sostenido su hostigamiento contra el cantón. Han incendiado desde entonces más de 4 mil hectáreas para afectar los cultivos de cebada y trigo y forzar el desplazamiento de sus agricultores. Aun así, el cuadro es de consolidación de las milicias kurdas en la región. Con la reciente captura del paso fronterizo de Tell Abyad (con Turquía) han unificado territorialmente los cantones de Rojava -Cizire y Kobane- y han cortado una importante línea de suministro de armas desde Turquía. El régimen de Erdogan ha salido al rescate de la fuerza oscurantista mediante el despliegue de miles de soldados, tanques y armamento en la frontera.
Si el Estado Islámico ha encontrado facilidades para doblegar al desmoralizado ejército iraquí, no ha podido en cambio -pese a su superioridad militar- derrotar la resistencia popular en el norte sirio.
Gustavo Montenegro
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