Por primera vez la filtración de los documentos de Panamá ofrece una clara comprensión de cómo las élites mundiales participan en la sombra de los mecanismos financieros para evitar el pago de impuestos que contribuyen a la financiación de los esfuerzos nacionales para consolidar el sistema de bienestar y desarrollo de las naciones.
Más importante aún, las colosales sumas mencionadas arrojan dudas sobre la manera en que las mismas fueron acumuladas -en primer lugar- y la decencia de los 140 funcionarios de alto nivel, muchos de los cuales son jefes de Estado de 50 países.
Lo que se puede considerar la "mayor filtración de datos en la historia del periodismo", en palabras de Edward Snowden, pone de relieve la hipocresía de muchos gobernantes que descaradamente abrieron entidades offshore para proteger los activos personales al tiempo que aplican las cargas fiscales sobre su población.
Desde David Cameron, cuyo padre gestionó durante 30 años una empresa offshore en Panamá, al tiempo que dirigía la lucha contra un plan de rescate griego en Bruselas, hasta los jefes de Estado de siete países de África.
Desde Mauricio Macri -elegido presidente de Argentina hace tres meses en una plataforma política para luchar contra la corrupción- a los gobernantes de algunos de los regímenes más autoritarios en el Medio Oriente y Asia.
Todos han demostrado el mismo flagrante cinismo al tiempo que se eximen las normas fiscales que imponen a sus súbitos o a su electorado.
¿Propaganda deshonesta?
Muchos negarán cualquier implicación en vez de reclamar que son víctimas de una propaganda injusta de fuerzas extranjeras para desestabilizar su país. Sin embargo será difícil para Vladimir Putin explicar cómo su mejor amigo, un músico, está en el centro de un escenario de mil millones de dólares en el extranjero.
Del mismo modo será difícil para las autoridades en China explicar por qué los nombres de los miembros de la familia de al menos ocho miembros o exmiembros de élite del Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista - incluyendo a Deng Jiagui, el cuñado del Presidente Xi Jinping - se pueden encontrar en los datos filtrados. Incluso si el aparato del Estado trata de inmediato de contener la propagación de la información en ambos países, la magnitud del escándalo finalmente fuerza a dar explicaciones.
El argumento de un complot extranjero es difícil de defender. En primer lugar porque los documentos de Panamá implican y exponen a rivales políticos. Si se presenta a Putin como que quiso ocultar su riqueza, también estaba enlistado el presidente de Ucrania, Petro Porochenko, uno de los principales opositores de Putin.
La fuga de cuentas implica a Bashar al-Assad a través de su primo Rami Makhlouf, al igual que los gobernantes de varios países que estaban comprometidos en acabar con su Gobierno.
Más importante aún, el análisis de los datos se ha llevado a cabo de forma simultánea por 108 agencias de noticias de 76 países, todos los miembros del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (CIPI), que principalmente se ha conocido hasta ahora por su trabajo de denuncia de los grupos de presión en Estados Unidos.
La conclusión principal de la fuga de documentos de Panamá es la confirmación de que independientemente del interés geopolítico, nacionalidad o afiliación política, nuestro mundo está plagado por la corrupción de nuestras élites políticas y económicas que regularmente piden a los ciudadanos comunes que se aprieten el cinturón mientras ellos utilizan compañías offshore para perpetuar su lujoso estilo de vida.
En este escenario los denunciantes y el CIPI son la única potencia significativa que coadyuva para dar luz sobre el abuso de las castas sociales dominantes.
En una sociedad globalizada que sigue dominada por un sistema viciado de estado-nación en el que los gobernantes pueden perpetuar la legalidad de esquemas financieros offshore, aunque es moralmente discutible, la resistencia sólo puede ser un movimiento popular transnacional de los ciudadanos empoderados.
El comportamiento corrupto
El futuro político de altos funcionarios y jefes de Estado cuyo comportamiento corrupto se ha revelado en los documentos de Panamá, variará significativamente de un país a otro.
Putin, probablemente, utilizará estas denuncias a su favor, en el camino hacia las próximas elecciones presidenciales a finales de año. Su control sobre los medios de comunicación internos es tal que va a presentarse como cabeza de turco rebelde y sigue siendo muy probable su reelección a pesar de la recesión económica en desarrollo.
Por otra parte las reacciones en las democracias más liberales pueden poner en peligro el futuro político de altos funcionarios vinculados a la evasión de impuestos en Panamá.
Cientos de manifestantes en Islandia invadieron la capital Reykjavik pidiendo la dimisión del primer ministro David Sigmundur Gunnlaugsson.
Hasta el momento David Cameron ha declinado hacer comentarios sobre la participación de su padre en estos sistemas de lavado en ultramar, pero tendrá que hacer frente a un fuego intenso en el Parlamento y con los medios de comunicación que tendrán un cierto impacto en el final de su periodo de mandato.
Durante el próximo par de semanas, los documentos de Panamá nos ofrecerán un muestreo de la salubridad de las instituciones nacionales en los países donde las elites se han visto comprometidas. En los regímenes autoritarios, donde la noticia apenas se debatirá, hasta las democracias vibrantes en la que los jefes de Estado tendrán que rendir cuentas y, eventualmente, podrían tener que renunciar.
Remi Piet, profesor asistente de política pública, diplomacia y economía política internacional en la Universidad de Catar.
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