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miércoles, abril 27, 2016
La revolución de los claveles en Portugal
En 1974 Portugal se encontraba bajo una dictadura de más de 50 años. Pero el 25 de abril se inicia la llamada Revolución de los Claveles que daría final a la dictadura e iniciaría una nueva y candente etapa de la lucha de clases.
Hacia fines de la década de 1960 todas las colonias africanas pertenecientes a los países europeos, se encontraban en un proceso de lucha por su descolonización; Guinea, Angola y Mozambique, que estaban bajo la bota de la dictadura portuguesa, son ejemplos de ello.
Portugal consideraba esta lucha como un “Elemento de identidad Nacional”, lo que lo llevó a destinar grandes inversiones económicas y militares, para mantener sus colonias por medio de la fuerza, sosteniendo una guerra colonial difícil de sostener para un país que no contaba con grandes recursos.
Entre finales de 1973 e inicios de 1974 las contradicciones sociales se incrementan, aumentando con ellas la predisposición a la lucha de las masas. Se venían dando muestras de descontento social por parte de trabajadores y estudiantes, que se vieron reflejadas en una huelga de más de 100.000 obreros y decenas de manifestaciones contra la guerra en África y la guerra de Vietnam.
Bajo este contexto de guerra colonial se va gestando dentro de los mandos medios del régimen militar portugués un descontento con la forma de llevar a cabo la política, aunque aún respondiendo a intereses capitalistas. Ese malestar se expresó a través del general Antonio Spínola quien publica en febrero de 1974 el Texto “Portugal o futuro” donde declaraba que el país no debía continuar con el conflicto militar en África y buscar una salida política para el mismo, pero siendo funcional a otra fracción de la burguesía.
Bajo esta atmósfera nace el MFA (Movimiento de las Fuerzas Armadas) que en marzo de 1974 encabeza el levantamiento de Las Caldas, contra Caetano, sublevando un regimiento de infantería, levantamiento que fracasa.
El 24 de abril a las 22:55 hs se escucha en la radio de Lisboa la canción “E depois do Adeus” esa fue la señal para el comienzo de la revolución. A las 00:25 hs del 25 de abril suena una segunda canción que representa la orden de ocupar los puntos estratégicos del país y que los mismos sean tomados bajo el mando del MFA.
Al amanecer los obreros, estudiantes y amas de casas impulsados por un fuerte sentido revolucionario salieron a las calles, desobedeciendo las órdenes del MFA quienes pedían que se queden dentro de sus hogares, y tuvieron participación directa en el derrocamiento de la dictadura. El interés del MFA no fue encabezar una revolución de masas, sino remover mediante un golpe a la camarilla del gobierno para iniciar una transición a un régimen democrático burgués. No es la primera vez en la historia que las masas aprovechan una crisis en las alturas para irrumpir en escena. Al respecto León Trotsky define que “la historia de las revoluciones es para nosotros, por encima de todo, la historia de la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos”.
En medio de la tempestuosa agitación que vivía el país una vendedora de flores reparte sus claveles rojos a los soldados, escena que marca y le da el nombre a esta revolución.
A las 09:00 hs ya se había tomado el control de los aeropuertos de Lisboa, la capital, y Oporto y los puertos del atlántico de Madeiras y Azores.
Alrededor de las 18:00 hs Caetano ante la presión del pueblo portugués en las calles, presenta su rendición ante el general Spínola. Horas más tarde el MFA ocupa el cuartel de Aviación de Lisboa y los últimos cuarteles con militares aún leales a Caetano. El último lugar en ser ocupado fue el Cuartel de la policía política (PIDE), quienes resistieron con armas de fuego y disparando contra la multitud que marchaba por las calles apoyando la revolución, matando a 4 personas e hiriendo a decenas.
Luego de su ascenso el MFA llevó a cabo las primeras medidas “socialistas”, como ser la nacionalización de varias empresa y bancos pero, cabe decir que la nacionalización de los bancos se logra por la lucha de los propios bancarios quienes tomaron las instalaciones no dejando ingresar a ningún ejecutivo, y custodiando por medio de piquetes de vigilancia el no ingreso de los mismos. Luego de varios días presentaron un informe donde daban a conocer el sabotaje económico llevado a cabo por las entidades bancarias.
Por otra parte se dio un fenómeno de abandono de empresas por parte de la burguesía, que fueron ocupadas y puestas a producir bajo control obrero. Fue el inicio del desarrollo de diferentes formas de coordinación obrera con el surgimiento de los comités de fábrica, inquilinos y soldados.
Revolución y doble poder
Estos comités de inquilinos y soldados fueron la máxima expresión que tuvo la organización de la clase obrera y trabajadora en la revolución portuguesa. Representaron una parte clave de poder en Portugal durante la época de revolución, sobre todo porque escapaban a la dirección de los partidos reformistas, pero por desgracia tuvo sus límites, ya que eran comisiones de base obreras, inquilinos y soldados con un carácter espontáneo y descentralizado, y que sin un partido revolucionario no se logró generar un doble poder y que garanticen la toma del poder en sus manos.
Veamos como caracterizaba Nahuel Moreno la colaboración entre las fuerzas que querían desarticular el proceso revolucionario; “el MFA y el stalinismo están transformando –o intentando hacerlo– las ocupaciones y comisiones obreras, de carácter profundamente anticapitalista y revolucionario, en sus opuestos, procapitalistas y contrarrevolucionarios, nacionalizando las empresas y nombrando administradores del estado burgués para dirigirlas. El movimiento obrero en ascenso expropió de hecho a las empresas al ocuparlas, y las administró a través de las comisiones obreras; el MFA-PC, aceptando el hecho progresivo de expropiar al sector afectado de la burguesía, expropió a su vez a los obreros, quitándoles lo que ya estaba en sus manos e imponiendo sus administradores burgueses” (Ver “Revolución y contrarrevolución en Portugal”)
Claramente el MFA respondía a intereses capitalistas por lo que, luego de una reunión con el secretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger, el ministro Mario Soares (PS), “en nombre del socialismo” comienza una fuerte ofensiva sobre los comités y todo el pueblo trabajador, así como también apoyó de forma directa una contraofensiva a cargo de Costa Gómez contra soldados que se sublevaron, y por último se comprometió a no llamar a movilizar a las masas.
Así fue como se terminó de desarticular el proceso revolucionario de Portugal.
El rol de PC y el MFA en la destrucción de la revolución
Hay que tener en cuenta que uno de los límites de la revolución portuguesa fue que la dirección del MFA hacía recaer los costos de la crisis sobre el pueblo trabajador; un ejemplo claro fue el llamado al “Domingo de Trabajo”, donde se proponía aumentar la producción para enfrentar la crisis, es decir una recuperación económica a base de mayor explotación.
El PC no se quedó atrás, cumplió un rol clave: el silencio. Al igual que toda su historia en la posguerra, el PC fue funcional al gobierno burgués de turno bajo la lógica de la “revolución por etapas” de primero vencer al fascismo y luego la lucha por las reformas sociales. Se prestó a todo tipo de colaboración con la burguesía.
Uno de los compromisos que tomó el PC durante el gobierno del MFA fue garantizar la no movilización de las masas, es decir mantener “dormida” la lucha de todo el pueblo portugués. Se esforzaba por demostrar que al intentar organizar “Asambleas Populares o Comités” estaba a favor de la revolución del proletariado, sin embargo encubría la más estrecha colaboración con los explotadores y el MFA.
Por este tipo de métodos, el PC y el PS junto al mismo MFA se convirtieron en los principales enemigos de la revolución y fueron los encargados de terminar con la misma convirtiendo al modelo portugués como un ejemplo mundial de transición de las dictaduras a la democracia burguesa.
En abril de 1975, el MFA convocó a 12 partidos a realizar una “Plataforma para el pacto”. Acudieron 11 partidos y lo aprobaron 10, entre ellos los tradicionales PPD y el CDS, junto al PS y el PC.
En abril de 1976, una Asamblea Constituyente instituye y llama a la elección directa presidencial. Ésta es ganada por Eanes, un oficial militar del MFA. Así queda consumado el desvío de la revolución portuguesa.
La lección de Portugal
A pesar del heroísmo de las masas, de los trabajadores, de los soldados y de los inquilinos, que “irrumpieron en el gobierno de sus propios destinos” no pudieron hacer que Portugal sea el inicio de una nueva era de revoluciones clásicas triunfantes. Portugal fue un hecho agudo en el ciclo de levantamientos y del ensayo revolucionario mundial abierto con el Mayo Francés de 1968, del que también fueron parte la Primavera de Praga del mismo año y el Cordobazo en Argentina de 1969.
Reflexionando sobre el rol del partido y su rol con los órganos de doble poder (los comités de obreros, soldados e inquilinos para el caso de Portugal) Trotsky sostiene que: “cuando el soviet tiene a su cabeza un partido revolucionario, tenderá conscientemente y a tiempo a adueñarse del poder. Adaptándose a las variaciones de la situación política y al estado de ánimo de las masas, preparará los puntos de apoyo de la insurrección, ligará los destacamentos de choque a un único objetivo y elaborará de antemano el plan de ofensiva y del último asalto: esto precisamente significa introducir la conspiración organizada en la insurrección de masas.” (Ver “El arte de la insurrección”)
Por ello todo nos conduce a la conclusión de que el ensayo no fue más lejos, no por falta de predisposición de las masas para vencer a los agentes del imperialismo y a ese gran aparato contrarrevolucionario llamado estalinismo, sino más bien por la ausencia de un partido revolucionario fuertemente anclado en los sindicatos, universidades y barrios populares. Las lecciones de esta revolución son un gran punto de apoyo para no partir de cero.
Daniel Lencina
Nahuel Guzman
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