domingo, abril 17, 2016

No a un “frente ciudadano”, sí a un frente de izquierda de los trabajadores

Una crisis política más o menos inminente determinará el derrotero del gobierno actual e incluso su permanencia. El llamado de CFK a un Frente Ciudadano equivale a un reconocimiento vergonzoso de la pérdida del FpV y del PJ, por parte del kirchnerismo –sin que por eso haya renunciado a trenzar y mendigar candidaturas con uno u otro. El llamado a ese frente, sin contenido ni delimitaciones, es un intento de atravesar el desierto del aislamiento político para llegar en condiciones mejores para las maniobras parlamentarias que se esperan en el futuro.

La requisitoria contra la ex Presidenta, CFK, por parte del juez Bonadio, es una muestra sorprendente de la desorientación y hasta el desorden que se ha desatado en el campo del macrismo. Con un arsenal de mega causas por corrupción abiertas a la anterior camarilla de gobierno – los Jaime y los Báez, los Boudou, Hotesur y el lavado de dinero, la tragedia de Once e incluso estafas como los pagos abusivos al Club de París o el resarcimiento a una vaciadora como Repsol -, Bonadio escala contra CFK por los contratos de dólar futuro, sin agotar antes el procesamiento al presidente y al directorio del Banco Central involucrados en esa operación, o eventualmente el ex ministro de Economía. Pone en primer plano la causa que más controversias podría provocar desde el punto de vista legal; parece casi una operación de rescate para el kircherismo.
El macrismo parece ir así a la caza de chivos emisarios sin prioridades ni método, indudablemente acosado por una situación económica desbordada, que podría convertirse en rebelión popular. Por este camino, el mismo Bonadio podría ser procesado por encubrimiento, toda vez que no detuvo la consumación de la estafa de esos contratos cuando recibió una denuncia de Prat Gay, o sea entre la fecha de su suscripción y los vencimientos correspondientes – tres meses más tarde. La imputación judicial a CFK sirvió, de este modo, para sacar a la ex Presidenta del ostracismo político al que la habían confinado sus propios socios del FpV, cuando cambiaron de camiseta en santiamén y votaron el pago a los fondos buitres y hasta la modificación de la ley de medios, y su cuñada, Alicia Kirchner, que gobierna Santa Cruz con los métodos de MM. Este abandono de su propia tropa la confinó políticamente en Calafate -de ningún modo su pretendida prudencia política o el alegado “respeto a la voluntad popular”. Los parlamentarios del FpV hicieron lo que hubiera hecho Daniel Scioli, quien acaba de ratificar ante la Televisión Negativa (Código Político) su apoyo al arreglo con los cuervos financieros.

“¿Quién vio un dólar?” (Perón)

Es incuestionable que los Vanoli-Kicillof perpetraron una estafa al comprometer el dólar futuro a $10.60 cuando cotizaba a $15 en el mercado de bonos –“contado con liqui”. Los bancos no tuvieron que pagar una tasa de interés para apostar a este diferencial, porque aseguraron la operación poniendo como garantía bonos que tenían en su poder. Obtuvieron de este modo una ganancia ‘limpia’ o ‘entera’ con una suerte de dinero gratuito. A lo sumo pagarán impuestos a las ganancias por estos beneficios escandalosos. Los títulos que pusieron como garantía para comprar dólar futuro le rendían a los bancos, al mismo tiempo, un 32%, que fue la tasa kirchnerista que rendían las Lebac. O sea que ganaron toda la devaluación más la tasa de interés usuraria supuestamente inventada para impedir la devaluación. ¿Qué puede defender la ex Presidenta de este negociado ‘nac & pop’?
La evidencia de lo que iba a pasar quedó demostrada por los montos inusitados que se suscribieron, u$s16 mil millones, cuando la operatoria nunca superaba los u$s6 mil millones, y por el número de intervinientes – que pasaron de mil a seis mil. Este regalo de dólar futuro siguió a un acuerdo del gobierno K con las cerealeras, para que éstas adelantaran dólares de exportación en calidad de préstamos. El intento de hacer elegir a Scioli-Aníbal Fernández, dos represores de los trabajadores, ‘aquietando’ el dólar, como alega Kici, ha costado una fortuna al pueblo. La confesión más clara de que se asistía a un fraude disfrazado de ‘política monetaria’, fue la suspensión de la operatoria al concluir la primera vuelta electoral y la perspectiva de la victoria de Cambiemos. No se puede cuantificar aún el beneficio gratuito, sin ninguna clase de descuentos, concedido a bancos y cerealeras, porque hay vencimientos hasta junio –por eso podría llegar a $100 mil millones.
La imputación de Bonadio al ex oficialismo apunta, por sobre todo, a consagrar la impunidad del oficialismo corriente: Sturzenneger, Prat Gay y Macri, que habrían podido impedir el daño por medio de una Ley de Orden Público, que cancelara esos contratos. Lo mismo podrían haber hecho los parlamentarios que supimos conseguir, pero estos no han protestado siquiera por la designación de un presidente del Banco Central sin previo acuerdo del Senado, como ocurre con Sturzenneger. Tal cosa habría mandado al diablo, obviamente, cualquier acuerdo con los buitres y desatado una corrida cambiaria descomunal, pero deja al desnudo un régimen político que gobierno mediante la ilegalidad. La factura del macrismo al pueblo no se limita, entonces, al pago de u$s12 mil millones a los buitres sino a un monto incluso superior en beneficio de los buitres que operan dentro del territorio nacional. La clase capitalista, al desplegar su política de saqueo ante los ojos de todo el país, en todas sus vertientes, deberá atenerse a las consecuencias.

Frente Ciudadano

Es dudoso que la historia se repita, pero seguramente no lo hace dos veces. Yrigoyen y Perón, con los cuales se comparó la ex Presidenta, fueron derrocados por golpes militares con algunas características de guerra civil; el segundo fue mucho más sangriento que el primero. A CFK, en cambio, la sacó del ruedo, primero Massa, luego Macri. Ella misma se hizo representar en la elección general por mediocridades de cuño propio, como Scioli y los gobernadores, o con prontuario criminal, como Aníbal Fernández. La inconsistencia de la analogía que pretendió establecer la ex presidenta en su discurso en Comodoro Py, no le permitió siquiera explicar por qué pudieron desplazarla adversarios con recursos populares tan escasos; la bancarrota de su política económica liquidó el 54% de los votos en un año. En realidad, el kirchnerismo se hundió por sus propias contradicciones, incluida la caída del precio internacional de la soja –como ya había ocurrido en la renovación parlamentaria de 2009. CFK ni siquiera condenó –o sea que avaló- el apoyo esencial al macrismo de los bloques parlamentarios y los gobernadores del FpV. Se jactó, por el contrario, de haber “guardado un respetuoso y democrático (sic) silencio”, que no significa otra cosa que el reconocimiento de la impotencia y, al mismo tiempo, el aval al saqueo financiero y el ajuste anti-popular de esos primeros cien días (como ocurre, repetimos, en Santa Cruz). El acatamiento a los contratos de dólar futuro se extiende a todo el proceso político comandado por los grandes capitales nacionales y extranjeros y sus partidos. El kirchnerismo ha fracasado en su propósito declarado de “reconstruir la burguesía nacional”, o más precisamente rescatar la organización social capitalista que se derrumbó repetidamente en las últimas décadas y en especial en 2001.
Argentina, en la actualidad, no atraviesa simplemente otro ‘ajuste’, sino otra explosión violenta de sus contradicciones. El macrismo ha consumado su fracaso en cien días, como lo prueba el agravamiento de la crisis financiera que el mentado ajuste debía superar. Las devaluaciones y los tarifazos no han quedado atrás, están adelante. Una crisis política más o menos inminente determinará el derrotero del gobierno actual e incluso su permanencia.
El llamado de CFK a un Frente Ciudadano equivale a un reconocimiento vergonzoso de la pérdida del FpV y del PJ, por parte del kirchnerismo –sin que por eso haya renunciado a trenzar y mendigar candidaturas con uno u otro. El llamado a ese frente, sin contenido ni delimitaciones, es un intento de atravesar el desierto del aislamiento político para llegar en condiciones mejores para las maniobras parlamentarias que se esperan en el futuro. Es un planteo de subordinación política de la clase obrera. La consigna Luche y Vuelve ya representó una tragedia para el país, pues dio pasó al gobierno de la triple A, de López Rega y de la militarización, que preparó el golpe genocida. Repetirla sería un culebrón. La experiencia kirchnerista no tiene retorno, la consigna debe ser: luchando se van los que están y no vuelven los que han fracasado –la liquidación política del gobierno actual debe ser la obra de un vigoroso movimiento autónomo de los trabajadores.

Jorge Altamira

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