sábado, abril 16, 2016

Las “felices pascuas” de Alfonsín



Hace 29 años era el primer levantamiento carapintada encabezado por Aldo Rico, quien poco después, en los 90, se integrara al juego político de la democracia burguesa conquistando la intendencia de San Miguel.

En aquel abril del año 87, los militares sublevados contra el gobierno de Raúl Alfonsín pretendían la misma impunidad que se había dado a los jerarcas frente a los crímenes de la dictadura. La voz de mando del levantamiento la dio la negativa del mayor Barreiro de presentarse a la justicia y el levantamiento del la guarnición activa del Tercer cuerpo de Ejército en Córdoba de entregarlo en manos policiales. Sin embargo, el epicentro de la rebelión se trasladó a Campo de Mayo, donde el teniente coronel Aldo Rico copó la guarnición. El levantamiento expresaba a la base militar de las FFAA en la dictadura que no se había beneficiado lo suficiente de la ley de Punto Final, promulgada por la UCR en 1986.

Aldo Rico al frente del levantamiento

La recomposición de las FFAA fue uno de los principales obstáculos políticos del gobierno radical que no tenía ningún interés en ir hasta el final en el castigo a los crímenes del genocidio –sería como reconocer la complicidad de la UCR frente al mismo– y que pensó que con el juicio a las Juntas, donde se castigó a unos pocos jerarcas alcanzaría para hacerlas potables frente a la población y calmar al partido militar en desbandada. El levantamiento de Semana Santa fue la expresión del completo fracaso de esta política.
El levantamiento de los carapintadas paralizó a las FFAA que se negaron a reprimirlo en los hechos. En Corrientes el recientemente fallecido general Ernesto Alais movilizó sus tropas para aplastar la rebelión, pero debió detener su marcha en Zárate ante la negativa de los oficiales intermedios de seguir avanzando (1).

Parte de la población en la puerta de Campo de Mayo

Después de varias jornadas de una extraordinaria movilización popular, Alfonsín fue a Campo de Mayo a negociar con los sublevados y terminó capitulando frente a sus exigencias. Todos los partidos de la burguesía y algunos lacayos de la izquierda como el Partido Intransigente y el Partido Comunista, firmaron el “Acta de Compromiso Democrático” que establecía la capitulación de las instituciones de la democracia burguesa argentina frente a las pretensiones militares y habilitaría poco después la discusión y votación de las leyes de Obediencia Debida. Cuando Alfonsín retorno de Campo de Mayo pronunció aquel famoso discurso frente a la multitud donde llamaba “héroes de Malvinas” a los sublevados y aseguraba que “la Casa está en orden”. El radicalismo siempre argumentó que se estaba gestando un golpe militar y que no había fuerza en la sociedad para detenerlo. Una falacia. Lo cierto es que la única oposición a la asonada militar fue la enorme movilización popular que ganó todas las plazas del país en contra de los carapintadas y que el domingo de Pascuas rodeó Campo de Mayo y bregaba para ingresar para aplastar la rebelión.
Fue la izquierda trotskista, el MAS y el PO, y las Madres de Plaza de Mayo, los que señalaron entonces la claudicación del gobierno radical y se retiraron de la Plaza de Mayo, causando especial impacto la columna del MAS en su ida denunciando la negociación.
Para Raúl Alfonsín la rebelión carapintada significó el fin de su pretendida impronta progresista y del apoyo popular. Las elecciones de ese mismo año van a darle la victoria electoral en las parlamentarias al peronismo renovador de Antonio Cafiero. Para la democracia burguesa argentina fue la confirmación de que la misma se iba a sostener sobre la impunidad para los crímenes de la dictadura que el radicalismo y el peronismo garantizaron.
Hicieron falta casi 30 años de movilización popular para lograr que la justicia contra los genocidas comenzara a avanzar, aunque aún hoy la impunidad para la mayoría de los genocidas y sus cómplices aún pervive.

Facundo Aguirre

1. El gral. Alais falleció en detención por delitos de lesa humanidad, que incluyeron torturas y desaparición forzada. Pasó a ser conocido por repetir, desde la salida de los tanques que “llegaría en cualquier momento”, lo que nunca ocurrió.

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