Las elecciones presidenciales peruanas han sido caracterizadas por un columnista del diario madrileño El País (12/4) como parte de una tendencia iniciada en Argentina y que expresaría “un giro claro a la derecha”. Sin embargo, lo que en verdad emparenta la elección peruana con el resto de América latina es el derrumbe de su régimen político y la fractura estatal en el cuadro de la crisis capitalista
Las elecciones presidenciales peruanas han sido caracterizadas por un columnista del diario madrileño El País (12/4) como parte de una tendencia iniciada en Argentina y que expresaría “un giro claro a la derecha”. Sin embargo, lo que en verdad emparenta la elección peruana con el resto de América latina es el derrumbe de su régimen político y la fractura estatal en el cuadro de la crisis capitalista.
Este derrumbe de orden más general, que abarca por supuesto a los regímenes progresistas, no eximió al gobierno de Ollanta Humala, que cae junto a la debacle de los precios de los metales. Humala, que llegó al poder aupado por la diplomacia brasileña, abandonó velozmente toda referencia nacionalista para gobernar para los grandes pulpos mineros y constructoras, al punto de desatar represiones criminales contra las poblaciones que se sublevaron contra diversos megaemprendimientos contaminantes. Prensa Obrera caracterizó tempranamente a Humala (en 2011) como “agente de los pulpos brasileños y del conjunto del gran capital mundial” (PO N˚ 1.172).
Humala, por ello, fue un gobierno que se caracterizó por haber emprendido él mismo el viraje hacia el capital internacional. Los derechistas de Perú y del continente lo saludaron por haber “cambiado a tiempo”, a diferencia de otros gobiernos continentales. Humala, sin embargo, fue a la bancarrota política en el marco de esa derechización, que incluyó la adscripción de Perú a la Alianza del Pacífico. Su caída fue tan intensa que debió retirar de la contienda a su candidato, Daniel Urresti (un militar acusado de crímenes y múltiples violaciones a los derechos humanos en los ’80), porque apenas superaba el 1% de los votos en las encuestas.
La pulverización del régimen político peruano no es broma. En las últimas elecciones regionales, los principales partidos “fueron barridos por movimientos regionales y caudillos locales” (Página/12, 6/10/14). El fujimorismo, la fuerza con más gobernaciones, apenas tiene tres sobre un total de 25. Dos ex presidentes que se presentaron a esta elección, Alan García y Alejandro Toledo, cosecharon resultados marginales.
La victoria de Keiko Fujimori no constituye un giro a la derecha sino una reacción empírica del electorado en el cuadro de una acumulada frustración política. El imperialismo, que recela de Fujimori, había apuntalado al derechista Pedro Kuczynski, que obtuvo el segundo lugar.
Frente Amplio
La mirada del columnista de El País, sobre “un giro claro a la derecha”, además de impresionista, es unilateral, porque soslaya los registros obtenidos por fuerzas centroizquierdistas, particularmente el Frente Amplio, que canalizó parte del malestar popular (obtuvo el 18% de los votos y triunfó en regiones del sur empobrecido). Por su parte, el candidato de Democracia Directa, Gregorio Santos, un ex gobernador de Cajamarca que se hizo famoso por su reticencia al proyecto minero Conga, obtuvo el 4% de los sufragios.
Desde un punto de vista programático, el Frente Amplio (integrado por los movimientos Sembrar y Tierra y Libertad y apoyado por el PC y el PC-Patria Roja) se encuentra a la derecha del chavismo, del que se apartó explícitamente durante la campaña. Propuso recuperar los recursos naturales y renegociar los contratos de explotación del gas, pero rechazó cualquier posibilidad de estatización. Todo esto completado con vagas referencias a la diversificación económica. En una entrevista con Página/12 (24/10/15), Verónika Mendoza señaló como modelos a Evo Morales y Cristina Kirchner.
Se trata de un centroizquierdismo tardío y devaluado, que en algunos puntos se asemeja a los viejos planteos del Partido Nacionalista de Humala, del que proviene políticamente la propia Mendoza.
Segunda vuelta
El FA, por lo pronto, ha sido incapaz de fijar una postura independiente frente al ballotage. Algunos de sus integrantes no han descartado inclusive un voto crítico por Pedro Pablo Kuczynski para evitar un triunfo de Fujimori, lo que hundiría al FA con más velocidad de la que se hundió Humala.
Con el ingreso de Kuczynski al balotaje, empresario de estrechos lazos con el imperialismo yanqui, estaremos en presencia de dos variantes derechistas y de una falsa polarización. Los medios presentan ya la controversia en términos de ‘democracia’ versus ‘autoritarismo’.
La izquierda debe denunciar que se trata de dos variantes antiobreras y hacer una fuerte campaña por el voto en blanco.
Gustavo Montenegro
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