Así, uno de los reclamos más importantes que ha planteado la revolución chilena, que se iniciara el 18 de octubre, ha sido la exigencia por la libertad inmediata e incondicional de todos los prisioneros políticos. Lejos de escuchar los reclamos, la seguidilla de gobiernos -con todos los partidos políticos importantes de la oposición- no sólo han sostenido este régimen, sino que en el parlamento han apoyado las leyes represivas del gobierno contra el pueblo y los trabajadores.
Hoy por hoy, las cárceles chilenas están sobrepobladas de luchadores y, a la fecha, hay más de 2.500 presos políticos repartidos por todo el país. Negar la existencia de prisioneros políticos, tal y como hace la burocracia sindical, es negar la lucha de las comunidades indígenas y de la clase obrera contra la devastación y explotación capitalista en el Wallmapu, avalar la represión y el encarcelamiento masivo. La burocracia de los partidos de la izquierda tradicional y de las organizaciones sindicales, con su silencio, ha sido cómplice de toda esta represión; no ha sido capaz de llamar a una sola movilización para solidarizarse con los prisioneros, y mucho menos para luchar por su liberación.
En este respecto, es elemental la lucha por una Constituyente Libre y Soberana que delibere un programa de movilizaciones por la libertad inmediata de todos los compañeros detenidos en las protestas de octubre. Por un juicio y cárcel a los responsables políticos y materiales de todos los crímenes y las graves lesiones oculares que el gobierno y las policías han cometido; por el cumplimiento del Convenio 169 de la OIT; el restablecimiento de todas las libertades democráticas y fin al estado de excepción; fin a la ley anti encapuchados y a las detenciones por sospecha; no más compra de armamento para reprimir al pueblo. El Estado y el gobierno de los empresarios son los responsable de los cientos de mutilaciones, torturas, violaciones y de decenas de muertes tanto de la juventud revolucionaria como de los comuneros mapuche.
La solidaridad de la clase obrera y el pueblo con los prisioneros políticos es elemental. Nada podemos esperar de los tribunales pinochetistas; su libertad se conquistará mediante una Huelga General, es decir, a través de la irrupción masiva de los trabajadores en las calles -y paralizando la producción en puertos, minas y fábricas. Este 5 de octubre comenzamos ese camino en calles, parques y plazas.
Más que nunca:
¡Huelga general!; ¡Fuera Piñera!; ¡Asamblea Constituyente Libre, Soberana y con poder!; ¡Por un Gobierno de los Trabajadores!
Luciano Newen
05/10/2020
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