El sábado pasado, cientos de miles de personas en todo el país marcharon contra el gobierno de Bolsonaro. Se trata de la tercera jornada de lucha, desde el 19 de mayo. "Jair vai cair" indicaban las banderas frente al Palacio del Planalto en Brasilia; otras decían “Bolsonaro genocida”, en referencia a la desidia y el sabotaje oficial al combate a la pandemia. La corrupción en la compra de vacunas que salpican al Presidente adelantaron las movilizaciones, previstas originalmente para dos semanas más tarde. Los testimonios que recoge una Comisión Investigadora del Congreso acerca del manejo de la pandemia por parte de Bolsonaro, han acentuado la agitación popular para que se vaya del gobierno de inmediato. Según el instituto IPEC, el rechazo al Gobierno pasó de un 39% en febrero al actual 50%. Además, otra encuesta de Ipec, muestra que, de celebrarse hoy las elecciones generales, previstas para octubre de 2022, el expresidente Lula sería elegido con un 49% en primera vuelta frente a Bolsonaro, que obtendría un 26% (France24, 4/7).
Por el centro de San Pablo marcharon también militantes del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), de Fernando Henrique Cardoso, el expresidente conservador, que recientemente mantuvo un encuentro con Lula y luego declaró que votaría al petista para impedir la reelección de Bolsonaro. Es una convergencia estratégica, como se advierte en una declaración de apoyo al Mercosur, cuya continuidad cuestionan Bolsonaro, el uruguayo Lacalle Pou y el presidente de Parguay, Abdón Benítez.
Aunque los manifestantes de Cardoso fueron abucheados por los militantes de la izquierda, la titular del PT, Glesi Hoffmann, aplaudió la inédita presencia del PSDB. "El movimiento para sacar a Bolsonaro está creciendo, precisamos de todos los que quieren la democracia". Desde el PT igualan estas manifestaciones con el movimiento "Directas Ya", surgido al final de la dictadura militar (1964-1985). Sin embargo, también las igualan con las movilizaciones sucedidas en Chile, Bolivia y Colombia, que se enmarcan en un proceso de rebeliones populares presentes y de mayor alcance.
La burguesía brasileña atraviesa enormes crisis internas. De un lado el agronegocio, que recibe el apoyo de Bolsonaro para devastar la Amazonia y, del otro, la burguesía industrial, que ha sufrido un retroceso evidente. El acercamiento entre Cardoso y Lula cuenta con el apoyo de la UIA brasileña, la FIESP y la Confederación de la Industria.
Contraataque de Bolsonaro
Bolsonaro lanzó un contraataque en diferentes medios asociando las protestas a “vándalos”, imitando la estrategia de Duque en Colombia. Además se reunió en Brasilia con el director de la CIA, William Burns.
En las últimas semanas, el excapitán reemplazó las movilizaciones en su apoyo por caravanas de motociclistas (probablemente policías y militares disimulados bajo sus cascos, según Página12). Las milicias bolsonaristas ligadas al narcotráficos y negocios inmobiliarios, siguen operando en diferentes favelas y ciudades del país.
“Vacunagate” y “superimpeachment”
La Corte Suprema autorizó a la Fiscalía General a investigar a Bolsonaro por irregularidades en la negociación de vacunas por parte del ministerio de Salud; Bolsonaro se encuentra envuelto también en una denuncia por apropiación de los sueldos de asesores parlamentarios, durante su largo período como diputado, conocida como “raspadinha”. El Presidente estaría implicado en un contrato por la vacuna Coronavac de 316 millones de dólares, a cambio de 20 millones de dosis mediante un intermediario brasileño, quien estaría investigado desde 2017 por haber "vendido" medicamentos al Gobierno -que nunca entregó –a un sobreprecio de mil por ciento - por sobrefacturación con AstraZeneca, a través de una firma que cobró comisión, ligada a políticos oficialistas, e incluso a militares. “Las revelaciones causaron un estremecimiento político: el Planalto quedó paralizado” (página12, ídem).
El último pedido de impeachment y las noticias sobre corrupción (como así escándalos del ministerio de Medio Ambiente que afecta al vicepresidente, Hamilton Mourao) avivaron las protestas. Sectores de la derecha liberal comienzan a apoyar el impeachment. La Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) demostró que la demora del gobierno para realizar acuerdos con las farmacéuticas que proveen vacunas tenía que ver con el uso de medicamentos demostrados científicamente ineficaces contra el Covid-19 (hidroxicloroqiuna).
“Pero desde la semana pasada el testimonio de un funcionario del ministerio de Salud cambió el foco de las investigaciones al declarar que en marzo pasado sufrió una ‘presión atípica’ para concretar una compra de tres millones de dosis de la vacuna india Covaxin que, a su entender, presentaba indicios de irregularidades, entre ellas un precio mucho mayor” (semana, 4/7). Un empresario afirmó haber recibido un pedido de soborno de un director del ministerio de Salud mientras supuestamente negociaba la venta de vacunas con el gobierno.
El "superimpeachment", fue la denominación elegida por decenas de diputados del PT y el Psol que compilaron más de cien pedidos de juicio político desde 2019. Bolsonaro sigue “blindado”, por ahora, por el Congreso, incluido del presidente de la Cámara de Diputados, que dio a entender que no dará curso por ahora a ninguno de los pedidos de impeachment. ‘Fuera Bolsonaro’, pero en las elecciones previstas para octubre de 2022. Independientemente de este blindaje y de la alternativa que tejen Cardoso y Lula, Brasil ha ingresado a la tendencia a la rebelión popular que recorre América Latina.
Emiliano Monge
09/07/2021
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