Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá, Japón y Australia anunciaron esta semana nuevas sanciones económicas contra Rusia. Las primeras se conocieron cuando el gobierno de Vladimir Putin reconoció la independencia de las repúblicas del Donetsk y Lugansk, y las demás con el ingreso de tropas rusas en Ucrania.
Junto con la guerra, los bloqueos y sanciones económicas son un arma siniestra del imperialismo contra los pueblos del mundo, sometiéndolos al hambre y la falta de medicamentos y otros productos elementales. Lo muestran los casos de Irán, Cuba y Venezuela. Y son la ocasión para el más desvergonzado pillaje: el Reino Unido le ha confiscado las reservas de oro a Caracas, mientras que Estados Unidos se apropió de 7 mil millones de dólares de las reservas internacionales de Afganistán, tras el triunfo de los talibanes.
Las sanciones económicas del imperialismo deben ser rechazadas.
En lo que respecta a Rusia, Washington bloqueará el acceso a dólares a importantes bancos e instituciones financieras, además de prohibir los negocios con estos grupos económicos por parte de ciudadanos estadounidenses. También impedirá la emisión de deuda y el financiamiento para una docena de empresas, entre ellas la gasífera Gazprom, la telefónica Rostelecom y el Banco Agrícola. Y se detiene la exportación de material militar. Previamente, Biden había prohibido toda inversión e importación desde los territorios del este ucraniano.
La Unión Europea impedirá la salida a las bolsas europeas de empresas estatales rusas; bloqueará el acceso al financiamiento a empresas de defensa, construcción y transporte; detendría el envío de piezas y tecnología para la industria energética; y prohibirá a ciudadanos rusos depósitos bancarios mayores a los 100 mil euros, lo que es un golpe a la oligarquía que lleva su dinero al exterior.
El Reino Unido anunció sanciones a bancos y algunos oligarcas. Canadá prohibirá a sus ciudadanos la compra de deuda rusa y aplicará también sanciones a bancos moscovitas. Japón anunció un embargo comercial a las repúblicas del este ucraniano y bloqueará la emisión de deuda rusa en su territorio. Australia anunció represalias contra instituciones financieras y empresas del Donetsk y Lugansk.
Con estas sanciones, se busca debilitar a Putin y enemistarlo con la oligarquía. Pero el costo mayor recaerá sobre las masas rusas. Las sanciones económicas aplicadas desde 2014 ya han tenido un severo impacto sobre la economía y la población.
El ahogo económico contra Rusia, sin embargo, no es total. Por el momento, no se la aparta del Swift (sistema de pagos internacional). Al respecto, algunos medios informan que la Unión Europea está dividida al respecto, con algunos países a favor de avanzar en medidas más duras, y Alemania con mayor reticencia. Esto seguramente responde al nivel desigual de negocios de cada cual con Moscú.
Un punto interesante es que, a pesar de que Alemania frenó la habilitación del gasoducto Nord Stream 2 (que llevará el fluido a la nación teutónica a través del Mar Báltico), no se obstaculizarán las exportaciones a Europa del gas y el petróleo ruso, que son la principal fuente de ingresos de Moscú. Esto responde a la dependencia energética del viejo continente; es una compleja trama de interdependencia, tanto de la parte que vende como de la que compra.
La actual guerra en Ucrania tiene como principal responsable al imperialismo, que a través de la expansión de la Otan hacia el este europeo y el sometimiento económico de Ucrania desestabilizó la región. Pero en el conflicto, el Kremlin no interviene para desarrollar una lucha antiimperialista, sino en función de los intereses de su oligarquía gobernante.
Fuera la Otan y el FMI. Abajo la burocracia restauracionista de Putin. Cese de los bombardeos e incursión militar de Moscú.
Gustavo Montenegro
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