El reloj de la cuenta regresiva hacia el pacto con el FMI está en marcha. No tienen plan B. Los partidos de la grieta, los medios de comunicación, las entidades empresarias, en resumen la burguesía, le ha vendido a la población que el principio de acuerdo colonial nos detuvo cuando asomábamos al abismo.
La realidad es, sin embargo, que se inicia un sendero plagado de precipicios. El primero de ellos ya está entre nosotros: el Banco Central se fundió, sus reservas netas están en cero y las líquidas, o sea las disponibles, están en rojo entre 3 y 4 mil millones de dólares según distintas consultoras. Esto quiere decir que no solo estamos con una corrida cambiaria a la vuelta de la esquina, sino además con el riesgo de la tan temida corrida bancaria de 2001, porque se estarían usando un cuarto o un tercio del encaje de los depósitos en dólares de los ahorristas. La brecha cambiaria escala arriba del 100% y con ella la eventualidad de una devaluación con sus consecuencias demoledoras sobre la inflación que ya tenemos y la prevista, que podría superar el 60% (CENE, Universidad de Belgrano, Cronista, 8/2).
Moreau se acordó tarde que reventaron las reservas con su consentimiento, el de Máximo y el de todo el Frente de Todos. Si en 2021 el gobierno nacional y popular se fumó u$s15.000 millones de superávit comercial en pago de intereses y fuga de capitales, el 2022 se presenta peor. Esto porque la balanza comercial con Brasil se dio vuelta en contra en enero por la recesión en el principal socio comercial de Argentina, por los vencimientos de deuda, por el aumento de los precios internacionales del combustible que se importan en invierno y porque se espera una caída de exportaciones por la sequía, aunque los precios de la soja vuelen. Por ello en estas horas apelan a un agravamiento del cepo a las importaciones lo que tiene efectos recesivos. Al mismo tiempo han acelerado severamente el ritmo de devaluación del dólar oficial con sus consecuencias inflacionarias, pero aún así en enero el dólar quedó otra vez por detrás de los precios que escalarían al 4%. La Nación (9/2) adelanta la posible eliminación del cupo de u$s200 ahorro y la eliminación del gasto en dólares con tarjeta en el exterior lo que dejaría los viajes al extranjero reservados a una elite que disponga de dólares físicos.
Las gestiones de Guzmán en China han vuelto apenas con una ampliación del swap, que solo sirve como un refuerzo formal de las reservas porque ni siquiera pueden= disponer de ellas, al punto que tampoco acepta China que parte del déficit comercial que tiene Argentina con la potencia asiática (u$s7.300 millones) sea pagado en yuanes. El régimen restauracionista chino, como buena potencia subordinada al imperialismo, exige dólares y sigue condicionando sus inversiones a que Argentina acuerde con el FMI, lo mismo que Rusia a quien le mendigaron reforzar reservas con sus Derechos Especiales de Giro, sin respuesta positiva a la vista. Los rivales geopolíticos de EEUU son socios del FMI y dos tercios de las inversiones chinas anunciadas provienen de anuncios pasados y no concretados, además de que refuerzan la primarización económica y sus financiamientos son leoninos (7% en dólares). El criticado viaje por la derecha no tiene atisbo de independización nacional.
Es conocido que el “entendimiento” con el Fondo marca una severa escala descendente del déficit fiscal que ya este año es un punto del PBI porque no habrá “aporte solidario”. Allí asoman en primer lugar los tarifazos que ya empezaron en los combustibles (11%), la luz y el gas (20%). También con el anuncio del corte de subsidios al transporte de CABA por $15.000 millones que irán de cabeza al boleto. Pero las sorpresas acechan. La “segmentación” anunciada afectaría a medio millón de hogares, pero no es por consumo sino por zona, cualquiera sea el ingreso o el consumo de esas familias que sufrirán un aumento de hasta el 150% por caída total de los subsidios. En CABA abarca barrios de altos ingresos y otros de clase media, en Provincia es por ahora para countries. Pero el concepto de caída total de subsidios por zonas abre la puerta a una generalización a medida que avance el ajuste comprometido con el FMI que hace de la cuestión tarifas una de las exigencias centrales. Por otra parte la caída de subsidios en las industrias y comercios va derechito a los precios como ya sabemos. Ni gobierno, ni FMI, ni oposición claro, están pensando en abrir los libros o afectar la privatización noventista del sistema energético y mucho menos del transporte, por lo que las acciones de Pampa Energía y otras aumentaron un 10% solo el viernes pasado. El fuerte impacto social del aumento, aún del 20%, es uno de los frentes de tormenta y de lucha por parte de los trabajadores.
Otro frente lo presenta la deuda en pesos. Como el compromiso con el FMI prevé reducir drásticamente la emisión para financiar el déficit del Tesoro el crecimiento de la deuda en moneda nacional será explosivo y requerirá aumento de tasas de interés para renovar vencimientos, cuando ya una parte de esa enorme masa actual está indexada o atada al dólar. El aumento de tasas por encima de la inflación es recesivo también y está en el menú de las exigencias del Fondo. No obstante por el monto del financiamiento adicional ($1,6 billones, Ambito 8/2) los riesgos de default o “reperfilamiento” si se quieren usar los términos macristas están en el horizonte. El plan es meter mano a fondo en las cajas del Anses y del PAMI, de donde La Cámpora no se mueve a pesar del paso al costado de MK. Aún así esta bola inmensa de endeudamiento en pesos a lo que hay que sumar el pasivo cuasi fiscal de las Leliqs del Banco Central (4,72 billones de pesos), es otra presión hacia una devaluación para licuar su valor en dólares. Las contradicciones del pacto en ciernes son enormes.
La maniobra de la renuncia de Máximo Kirchner no debe abrir expectativa alguna entre los trabajadores y la izquierda. El Frente de Todos está juntando los porotos del oficialismo y de la oposición para aprobar el pacto de ajuste a como dé lugar. En estas páginas hemos marcado el apoyo de Alicia Kirchner y Kicillof junto a todos los gobernadores. Pero no solo el nuevo presidente del bloque de diputados está buscando reunir los votos parlamentarios exigidos por el FMI, también Cristina que sigue en silencio está repartiendo presidencias de Comisiones del Senado entre aliados para garantizar gobernabilidad a Alberto Fernández en los dos próximos años, lo cual no puede excluir su agenda central: el pacto con el FMI. Ya Itai Hagman de Patria Grande anunció que la abstención es una manera de no votar el acuerdo sin bloquearlo.
Alberto Fernández tiende a recostarse en los gobernadores del peronismo y de fuera del peronismo, al igual que en la burocracia sindical de la CGT que apoyó explícitamente el acuerdo. Una reconfiguración por derecha. La debilidad del gobierno y la crisis política -que tiene otra expresión en el enfrentamiento Aníbal Fernández-Berni, puede ser explotada solo mediante una política y una acción independiente, nunca como furgón de cola de alguna fracción oficial en pugna. Solo una salida de los trabajadores sobre otras bases sociales abre una perspectiva.
En tanto el baile ya empezó también en relación a los salarios porque Guzmán ha marcado una pauta o techo del 40% para la dócil burocracia sindical. Y aunque Moroni promete reabrir paritarias si hace falta, justamente la inflación que camina varios kilómetros adelante de salarios, jubilaciones y planes sociales es el arma de una monumental transferencia del bolsillo popular hacia el Estado recaudador y hacia el capital formador de precios. Los primeros acuerdos como el de Palazzo, ni hablar del de Cavallieri, son precarios e insuficientes y no tienen mandato alguno de sus bases.
Impulsaremos a fondo la deliberación entre los trabajadores para recuperar los salarios, por el pase a planta y contra los despidos, para defender el poder adquisitivo de las jubilaciones o los protocolos necesarios en la vuelta a clases presenciales cuando sigue la pandemia. La imponente movilización de la izquierda, el movimiento piquetero independiente y los sindicatos combativos del 8 de febrero marcó un rumbo para promover la intervención de la clase obrera en la crisis: al pacto lo derrotamos con la clase obrera y en las calles, pasando por arriba de la burocracia sindical y de todas las maniobras de contención del kirchnerismo y el centroizquierda.
En ese camino estará una gran campaña por paritarios electos y con mandato, por un salario mínimo equivalente a la canasta familiar y las cláusulas gatillo. Por llevar el salario y las jubilaciones mínima por encima de la línea de pobreza. Para ello somos los primeros activistas por el plenario nacional de la Unidad Piquetera y su plan de lucha e impulsaremos una gran campaña en el movimiento obrero del Plenario del Sindicalismo Combativo.
En ese camino el clasismo del Subte impulsa la lucha salarial, al igual que el Sutna en su revisión paritaria y Tribuna Docente prepara su congreso para defender todas las reivindicaciones de los trabajadores de la educación. Así prepararemos el camino de grandes luchas y de una irrupción popular de conjunto como el Chubutazo que derrotó la zonificación megaminera.
Néstor Pitrola
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