Sin ir más lejos, cada punto que sube la tasa de interés hace que el pasivo del BCRA -hoy en $5,5 billones- se incremente $45.000 millones al año (La Nación, 13/5). Si efectivamente los rendimientos en pesos terminan superando a la inflación anual como pretende el FMI, estaríamos hablando de tasas superiores al 65%, con lo que ascendería de manera sideral la hipoteca mencionada, configurando una bomba de tiempo. A su vez, toda esa deuda vence antes de que comience el segundo semestre, lo cual convierte al gobierno en rehén de que la banca acepte refinanciarla.
Esto, sin mencionar los efectos recesivos de la suba de tasas del Banco Central, al encarecer el crédito destinado a la industria, lo cual también se traslada al precio final, alimentando el espiral inflacionario. Por otra parte, el aumento de tasas del Central presiona sobre las del Tesoro, dado que el gobierno depende de ese endeudamiento para cubrir el déficit fiscal luego de las restricciones a la emisión monetaria impuestas por el FMI.
Por otra parte, la necesidad de acumular reservas para cumplir con este aspecto del acuerdo con el FMI también estuvo detrás de la suba de tasas. En función de no retrasar tanto la evolución del dólar oficial respecto del índice de inflación, el BCRA aceleró el ritmo devaluatorio, lo que hizo que en los últimos días disminuyera la liquidación de divisas provenientes de las ventas al exterior a la espera de una devaluación mayor. Por lo tanto, con el nuevo aumento de tasas, la entidad intenta incentivar a los exportadores para que se desprendan de sus dólares, obteniendo pesos a cambio, asegurándoles que van a poder hacer buen negocio invirtiendo en instrumentos financieros nominados en moneda local. Cabe destacar que así como la devaluación empuja a una suba de tasas, la suba de tasas promueve una devaluación como mecanismo para licuar el incremento que generan esos intereses más caros sobre el stock de deuda; constituyendo un callejón sin salida.
Ahora bien, la persistencia de todos los mecanismos de fuga y el encarecimiento de la energía que importamos amenazan con barrer con la liquidación récord del agro, de USD 11.100 millones en el primer cuatrimestre (14% más que en el mismo período 2021). Sin ir más lejos, “en los últimos dos días el BCRA quedó con saldo negativo por un total de USD 100 millones, debido al pago de 2 barcos de gas licitados a fin de marzo” (Infobae, 13/5).
Como vemos, en lugar de confrontar a los fugadores y a los que propician una corrida cambiaria, el gobierno, con el visto bueno del FMI, los premia ofreciéndoles una bicicleta financiera cada vez más tentadora, cuyas consecuencias las paga el pueblo trabajador. Corresponde construir una salida que resuelva en términos positivos la crisis en la que estamos inmersos; esto es nacionalizar bajo control obrero la banca y el comercio exterior, en virtud de terminar con la sangría de divisas imperante y dar curso a un plan de desarrollo al servicio del interés mayoritario. Romper con el FMI y repudiar la deuda usuraria son pilares fundamentales de este programa.
Sofía Hart
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