Cae la producción de gas, se fugan capitales y se desarrolla una guerra faccional al interior del MAS.
Bolivia se encuentra sumida en una crisis económica, signada por la fuga de capitales, la escasez de ciertas mercancías y la caída de las exportaciones como fruto de la menor producción de gas. El gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por Luis Arce, se encuentra surcado, además, por una guerra interna en la que él y sus epígonos se enfrentan a Evo Morales y los suyos.
Crisis económica
La economía boliviana ingresó en un escenario crítico. La divisa norteamericana escasea y hace cuatro meses que el Banco Central no da a conocer el estado de las reservas internacionales. En el mercado paralelo, debido a la alta demanda, el dólar es un 15% más caro que el oficial. El gobierno ha prohibido la compra-venta de dólares por encima de los valores fijados por el Estado y algunas personas fueron detenidas por burlar la disposición. Asimismo, para evitar la salida de dólares al extranjero, el presidente Arce ha establecido un tributo del 10% sobre el monto a enviar. A esto se suma la quiebra del Banco Fassil en el marco de un mega escándalo que terminó con la detención de sus ejecutivos y la imposición de un corralito confiscatorio (los ahorristas podrán retirar su depósitos en bolivianos y no en dólares).
La escasez de divisas está provocando un aumento de los precios de los productos importados, que son muchos ya que la economía boliviana no se caracteriza por tener una industria desarrollada. La inflación de mayo impactó brutalmente en algunos productos de primera necesidad, el aumento mensual de la carne de pollo fue de un 9,46% y el del tomate de un 22,51%. En el rubro recreación y cultura, el incremento ha sido de un 17% (Bloomberg, 5/6). Los medicamentos que Bolivia importa de Chile, Colombia y la India son algunos de los productos que están faltando, lo que es un acicate a la suba de los precios. Los capitalistas vienen beneficiándose de este proceso de confiscación de una parte mayor del salario y también del otorgamiento de ventajas impositivas.
La caída de las exportaciones es otro factor clave que explica la carencia de dólares. Esto es el producto, por un lado, de la caída de los precios de las materias primas que produce Bolivia, y, por el otro, de la menor producción de gas, fruto de la desinversión estatal; el país extrae un 33% menos de gas que en 2014. “Los yacimientos están cansados”, dijo Arce hace poco. Los pozos poseen una menor cantidad de gas y habría que avanzar en la exploración de nuevos sectores para remediar la situación de crisis. En 2022, Bolivia exportó 3.400 millones de dólares de gas e importó 4.365 millones de gasolina y diesel.
El consumo de diesel se está racionando (El País, 28/5); probablemente el gobierno no pueda importarlo debido a la falta de divisas. Algunas empresas mineras y agropecuarias comenzaron a importar diesel por su cuenta, a pesar de que en el mercado internacional su precio es mayor. Y el contrabando de combustibles no cesa; el gas, por ejemplo, es desviado para ser utilizado en la producción ilegal de electricidad. Se dice, asimismo, que la gestión Arce está dejando de pagar las facturas de las empresas importadoras.
En este contexto, el Parlamento nacional aprobó el mes pasado la “ley del oro”, la cual habilita al Banco Central a vender 21 toneladas de sus reservas en oro (equivalentes a unos 1.260 millones de dólares) para obtener divisas que le permitan al gobierno afrontar el pago de la deuda externa y evitar que se siga agigantando la brecha cambiaria. El gobierno del MAS rifa el oro para satisfacer los intereses del capital financiero internacional y para financiar la corrida al dólar. El oficialismo también ha tomado deuda por 400 millones de dólares en marzo y tiene en carpeta pedir otros 800 millones.
Este estado de cosas se agrava al calor de la crisis mundial. La suba de tasas dispuesta por los bancos de las principales potencias capitalistas ha recrudecido la crisis económica de Bolivia. La tasa que pagan algunos de sus bonos soberanos en dólares ha pasado de un 8,82% a un 37,3%. Bolivia es un eslabón frágil de la bancarrota capitalista internacional, que se está llevando puestas tanto a las economías de los países atrasados como a las de los más desarrollados.
Crisis política
En el plano político más general, la crisis económica tiene su expresión en la disgregación brutal del MAS, que viene desarrollándose hace tiempo. Luis Arce y el expresidente Evo Morales están protagonizando una guerra faccional que casi deja empequeñecida a la que mantienen Cristina Kirchner y Alberto Fernández en Argentina. Lo que hay detrás de estos choques es una disputa por los cargos estatales (el sector de Arce tiene una primacía en el gobierno, aunque el evismo ha logrado avanzar un poco) y por quedarse con el manejo de la nave del Estado luego de las elecciones que tendrán lugar en 2025.
Ambos elementos se acusan entre sí de corruptos; cada bando ha denunciado al otro de estar preparando un golpe de Estado para quedarse con el poder. Ya son cuatro los ministros de Arce que han salido del gabinete por estar acusados de recibir sobornos de empresas. Morales dijo que Arce da luz verde a los hechos de corrupción para asegurarse el apoyo de las organizaciones sociales y sindicales (que tienen un peso importante en el gobierno) a las que pertenecen esos ministros y ganar más fuerza en su disputa interna por el control del MAS.
Evo quiere mostrarse como el portador de una orientación socialmente antagónica a la de Arce. Pero él fue quien encumbró al actual presidente en el poder. Además, todo parece indicar que los diputados del evismo contribuyeron, junto a los congresistas que responden al opositor golpista Carlos Mesa, a que salga la “ley del oro” en una votación secreta (El País, 5/5). No hay ninguna diferencia de fondo entre Morales y Arce.
Morales no representa una tentativa de emancipación nacional para Bolivia. Bajo su gobierno, Evo pactó con el gran capital y la oligarquía, y aportó tropas a la Minustah, la fuerza de ocupación militar de Haití. La acumulación de divisas (en un cuadro de bonanza económica internacional) durante su gobierno no se usó para desarrollar las fuerzas productivas del país, que sigue teniendo una economía primarizada y extractivista. A fines del gobierno de Morales, el sector informal (de pequeña escala y baja productividad) era el principal generador de empleo. El MAS ha fracasado en desarrollar una transformación social de fondo del país.
Las disputas faccionales, la crisis económica y los casos de corrupción son los hechos dominantes de la situación política nacional. La derecha golpista, golpeada, dejó de ser una preocupación para la clique gobernante, al menos por ahora. El fascista-golpista Luis Fernando Camacho y la exdictadora Jeanine Añez se encuentran detenidos por organizar el golpe de Estado de 2019, y Mesa será juzgado por lo mismo.
Las masas
En medio del agudizamiento de la crisis económica, las condiciones de vida de las masas están empeorando. Esto ha llevado a algunos sectores de trabajadores a salir a protestar. En algunas fábricas como Baye Of China o Incercruz se vienen desenvolviendo peleas contra despidos. En esta última, los trabajadores realizaron un paro por más de una semana debido a que les adeudaban más de 5 meses de salario.
La situación de la clase obrera boliviana es crítica. El 90% de los trabajadores se desempeña en el sector informal y carece de seguro de salud. Apenas el 20% de los obreros que integran el sector informal ahorra para su jubilación. Por otra parte, entre los trabajadores formales (10%), solo el 66% tiene acceso a la caja de salud (Bloomberg, 19/8/2022). En este marco, los pequeños emprendimientos familiares han tenido un crecimiento explosivo y también ha aumentado el cuentapropismo. Los salarios, entretanto, caen.
Ante esta crisis, la COB, principal central obrera del país, debe abandonar su línea conciliadora y organizar la lucha por trabajo genuino y aumentos salariales que cubran el costo de vida de las familias obreras.
Nazareno Suozzi
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