El Ministerio de Trabajo de España, para persuadir a la clase capitalista de los beneficios de apoyar la “reducción de la jornada laboral”, difundió algunas conclusiones de un extenso trabajo de investigación dirigido por la catedrática y Coordinadora Jurídica de la vicepresidenta, María Amparo Ballesterestá. En dicha investigación se afirma que la implementación de la reducción de la jornada laboral debe ser “paulatina” porque de lo contrario no sería “real y factible”. Recién en 2032 se pasaría de la jornada legal de 40 horas a 32 horas tal como plantea el proyecto de ley “Usos del tiempo”. Este proyecto de ley, como todos los proyectos impulsados por la burguesía, se maquillan con grandilocuentes objetivos tales como asegurar a los trabajadores que puedan “decidir sobre su tiempo de trabajo para que su puesto ´se acomode a sus necesidades y no a la inversa´” (Cronista.com, 19-06-23). Esto que parece algo positivo para el trabajador es en realidad una vuelta de tuerca en la consolidación del dominio del capital sobre el trabajo asalariado toda vez que la fuerza de trabajo y su jornada laboral se adapta a las vicisitudes de la producción capitalista. Cuando aumenta la producción la “jornada de trabajo legal” se estira y cuando la producción baja se achica la jornada de trabajo. De esta manera, las patronales dejan de pagar horas extras porque la jornada de trabajo pasa a considerarse en forma mensual o trimestral. Sin embargo, lo fundamental del estudio en cuestión es que muestra la “relación directa entre los tiempos de trabajo y la ´muy deficiente´ productividad en España”. Probablemente las jornadas laborales extensas, en algunas ramas de la producción, repercute negativamente sobre el volumen de la producción, la calidad y, muy especialmente, sobre la productividad. Es el caso de Microsoft Japón que en 2019 redujo la jornada laboral de cinco a cuatro días y logró aumentar su productividad en 40% (redacción.com.ar, 26/04/23). Estas apreciaciones del Ministerio de Trabajo de España son confirmadas investigaciones recientemente publicadas por Day Week Global en la cual se comprueba, con relación a un estudio de caso en el Reino Unido, que la reducción de la jornada laboral, junto a una mayor flexibilización, condujo a un aumento de la productividad. Ninguno de los proyectos en danza sobre achicamiento de la jornada laboral miran el crecimiento sistemático del desempleo en el mundo sino simplemente el problema del estancamiento de la productividad. O sea, la reducción de la jornada laboral no crea fuentes de trabajo para la masa de desocupados que crece sin cesar, sino que apunta solamente a levantar la productividad.
En el proceso de producción capitalista, el capitalista tiene puesta su atención en pagar la fuerza de trabajo lo menos posible, incluso al nivel de subsistencia biológica, y en estrujar al máximo durante la jornada laboral la fuerza de trabajo comprada. La obsesión del capitalista, desde el momento en que el trabajador pone un pie en la unidad productiva, es lograr que produzca lo máximo posible durante la jornada laboral sin importar el daño sobre la salud física y psíquica del trabajador. Cuanto más estruje al trabajador durante la jornada de trabajo más plusvalía extraerá aun pagando salarios más altos o en jornadas de trabajo más cortas.
En conclusión: el objetivo de la “reducción de la jornada laboral” apunta a aumentar la productividad del trabajo y esto solo se puede hacer intensificando los ritmos de producción e introduciendo la polifuncionalidad sin importar que tal nivel de explotación agote prematuramente la fuerza de trabajo.
Julio Cesar Gudiño
20/06/2023
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