El informe del Indec que registra que cuatro de cada diez habitantes del país viven con ingresos por debajo de la línea de pobreza vino a confirmar lo que todos vemos y sufrimos cotidianamente. La sensación de empobrecimiento es general, y lo cierto es que su magnitud viene en ascenso constante desde hace más de una década, en la que pasaron por el gobierno Cristina Kirchner, Mauricio Macri y el Frente de Todos los peronistas.
Como define Juan García en el editorial de Prensa Obrera, estos datos están en el centro de la campaña electoral “porque lo que están discutiendo todas las fuerzas patronales y el gran capital es un enorme plan de estabilización, que arranca con una devaluación. El conjunto del arco político discute que ‘no es posible’ el gradualismo en los ajustes. La incógnita es cómo reaccionará la población ya empobrecida a este nuevo golpe”.
Por eso Massa, mientras se agudiza el desquicio económico del país, cotiza su capacidad de contención como con el acto de la CGT en apoyo a su candidatura, o reuniéndose con los gobernadores del norte y elogiando a Gerardo Morales para llamar a un gobierno de coalición nacional, apostando a tentar a un sector de la oposición que rompa con Juntos por el Cambio. Una política abiertamente reaccionaria, que es acompañada incluso con la derechización del discurso de Cristina. Así, mientras Massa simula romper el chanchito con un nuevo IFE que excluye a casi todo el mundo, viajó a Neuquén para firmar con las petroleras una suerte de nuevo “pacto Chevron”, permitiéndole la posibilidad de hacer negocios con la brecha cambiaria.
De todas maneras, la burguesía no se contenta con caramelos sino que exige una “normalización”. El Coloquio de Idea ya largó un listado de reclamos de las grandes patronales para bajar línea a los presidenciables. Es que si apostaban a un recambio político, ahora ven que la candidatura de Patricia Bullrich sufre un doble tironeo y desconfían que Milei pueda dotarse de una estructura política para venir con la motosierra. Los liberfachos muestran voluntad reuniéndose con la casta sindical de Barrionuevo, pero toda su orientación es una ofensiva frontal. Es un gesto que Villarruel participara de la misa en honor al burócrata Rucci, quien fuera buchón de la Triple A en los ’70.
Al día siguiente de conocerse el índice de pobreza el gobierno acordó con las burocracias sindicales una actualización vergonzosa del salario mínimo, que llegará a los 156 mil pesos recién para diciembre. Este ajuste fue denunciado por una movilización de la Unidad Piquetera y gremios combativos, que tanto le molestó al candidato porteño de La Libertad Avanza. Ramiro Marra fue al debate de la Ciudad a quejarse de que por culpa de los piqueteros tuvo que cruzarse a una madre amamantando. El “¿qué carajo te importa?” con que lo cortó en seco Vanina Biasi es más que una anécdota, es la confirmación de que solo la izquierda se planta en todos los terrenos porque es parte de la lucha de quienes son condenados a la pobreza, y en particular de las mujeres trabajadoras.
Importa esto, cuando venimos de la gran movilización del 28S, en otra jornada de lucha en defensa del aborto legal y por la ESI, contra los ajustadores y los ataques reaccionarios al movimiento de mujeres. Por otro lado, mientras se escribe esta columna delibera un enorme Encuentro Nacional Antirrepresivo con delegaciones de todo el país que preparan nuevas batallas contra la criminalización de la protesta, la represión y los intentos de rehabilitar políticamente a la Fuerzas Armadas. Son bocanadas de aire fresco.
En este escenario el Frente de Izquierda pelea por darle a los trabajadores y los luchadores una opción de independencia política y de preparación para los choques que se vienen. De nuevo, es lo que quedó en claro en el debate de candidatos a jefe de gobierno de CABA, en el que Vanina ganó el centro del ring: denunció que la gente no tiene dónde vivir porque con la complicidad del kirchnerismo el macrismo entregó la cuidad a sus amigos de la especulación inmobiliaria, entre ellos Irsa, del cual Marra es accionista; puso sobre la mesa que la inseguridad es producto de la podredumbre policial e incluso la complicidad de la Justicia; también que todos atacan los paros de la docencia pero la Ciudad es la que destina la menor porción de su presupuesto para educación de todo el país.
Como frutilla del postre, la candidata del FIT-U volvió a ponerle los puntos a Marra enrostrándole que mientras él acusa a todo el mundo ni los libertarios, ni los macristas, ni los krichneristas dicen nada sobre el escándalo de “Chocolate” en la Legislatura bonaerense, contrastando con la denuncia del Frente de Izquierda que hasta aprovechó el 29 para captar la atención cocinando unos ñoquis en la puerta del Palacio Legislativo en La Plata. Todos los partidos patronales tienen las manos en la masa.
Este contraste es el que tenemos que manifestar en la campaña electoral. Es el que separa a la izquierda de los candidatos capitalistas, que nos hunden en la pobreza.
Buen domingo.
Iván Hirsch, editor de Prensa Obrera.
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