miércoles, octubre 19, 2016

"El País", cotidiano con los pies en Uruguay… ¿y la cabecita?



El País, un cotidiano de larga data se edita, ya lo sabemos, en Montevideo. Pero ¿desde dónde piensa y se piensa El País?
Eso nos lo dice su escritura.
Este mes nos ofrece una nota abordando “la relación con la región”: “Crítica elíptica de embajadora de EE.UU. a Uruguay por Venezuela”. [1]
La nota cita a Kelly Keiderling explicando “las razones de ser de la embajada de su país en Uruguay”.
“Se busca velar por la «seguridad», la «prosperidad» y la «búsqueda de sociedades más democráticas y más justas».” ¿Cómo unir lo primero; policía, negocios (mejor dicho policía para hacer negocios) con lo último?
Y dentro del último tramo de la frase, ¿cómo unir lo que EE.UU. considera “democrático” con alguna idea de justicia? Todos los parámetros, insospechables de izquierdismo, de las últimas décadas señalan el avance aplastante de los mil millonarios sobre el resto de la población, que ha llevado las estadísticas de los deciles tradicionales a hablar del 1% más acaudalado de la población y del 1 por mil y del 1 por millón. Los 62 multimillonarios más ricos del planeta tienen más capital que 3700 millones de seres humanos (la mitad pobre del planeta). Haciendo un simple cociente, cada uno de esos supermillonarios tiene más dinero, capital, que 60 millones de seres humanos. 1 x 60 000 000… nunca ha habido tal abismo en el abanico de ingresos como en los últimos 20 años. Una mascota yanqui consume los alimentos de varias decenas de humanos habitantes del África, el continente más esquilmado del planeta, es decir la población más esquilmada del planeta. Así nos damos cuenta que el racismo es bien real.
Nuestra embajadora sigue impertérrita midiendo intereses y estrategias: “¿Es suficiente concentrarnos en nuestros intereses donde coinciden con los intereses uruguayos?” Uno quisiera saber en qué coinciden. No en la “fuga de cerebros”, por ejemplo, donde EE.UU. es el gran beneficiado de quienes estudian aquí y emigran y rinden sus frutos allá. ¿Nos ayuda la soja transgénica y su séquito de agrotóxicos, todo eso matrizado en EE.UU.? A juzgar por el estado de las aguas del país, me atrevería a decir que tampoco. ¿Tal vez por la permanente invasión y presencia de cine-basura, teve-basura, comida basura? En fin.
Pero Kelly nos tranquiliza. Los presuntos intereses comunes no alcanzan. “Cuando un país ataca a otro, o invade y ocupa a otro [… ].” Aquí nos paraliza el asombro… ¿Se dispone la embajadora a sincerar la política exterior de EE.UU. atacando a Irak, por ejemplo, como hiciera antes con Afganistán, República Dominicana, Vietnam, Indonesia, Filipinas, y si nos remontamos al siglo XIX, a México, a España?
¡No! Aquella frase sigue con una pregunta “¿debe EE.UU. ignorarlo?, lo cual revela que no hablaba de las invasiones y ocupaciones de EE.UU. porque no podría desconocerlas. Se debe tratar de otras invasiones y ocupaciones. Pero la embajadora no da ejemplos. Solo se trataría al parecer de un giro lingüístico o estilístico, vaya uno a saber, porque sigue: “Cuando un hombre fuerte, líder de su país encarcela a manifestantes pacíficos y no los deja opinar en contra del gobierno, ¿acaso debemos hacer la vista gorda y quedarnos callados?”
Ya vemos el vuelo mental de la embajadora. Alude con lo de manifestante pacífico a Leopoldo López, aun cuando la manifestación por él organizada hace un par de años terminó con más de 40 muertos… ¿acaso provocados por el chavismo? No lo parece, porque aprisionado López, el gobierno no ha exhibido ese estilo represor en nuevas instancias.
Pero Keiderling tiene su propio vocabulario. Prosigue: EE.UU. “defiende los principios democráticos”. No alcanzamos a ver dónde. Ni cómo. Al menos no derribando gobiernos elegidos por el voto mayoritario como en Honduras o en Haití recientemente o en Guatemala hace medio siglo. Pero Keiderling es de amianto, afirmando que lo que caracteriza a EE.UU. es “la defensa de la democracia, de los derechos humanos y de la dignidad humana.” ¿Dónde, cómo, cuándo? ¿Financiando a grupos nazis en Ucrania, como explicó la colega inefable de Keiderling, Victoria Nuland, que declaró que tuvo que desembolsar cinco mil millones de dólares para lograr el cambio de gobierno? [2]
Obviamente no podía referirse a la dignidad humana cuando su gobierno desplegó urbi et orbi cárceles clandestinas donde ir depositando musulmanes para luego acopiarlos en Guantánamo, hasta llegar a casi un millar (que, según Jihad Diyab [3] fue la política de EE.UU. tras el derribo de las torres, para compensar el efecto traumático y mostrar reacción). Se trata de miles de seres humanos con década, década y media de vida destrozada. Sin juicio alguno. Para no hablar de las matanzas semanales con drones en Pakistán y otros infaustos países a miles de km del territorio estadounidense.
Volviendo a la intervención inicial de Keiderling a que alude la nota, en resumen lo que EE.UU. hizo fue marcarle la cancha al gobierno de Uruguay, al que vio ligeramente fuera de línea, por no subrayar con los acentos dispuestos desde la Casa Blanca su condena a la Venezuela actual.
Poco margen al disenso, entonces.
Un vocabulario exclusivo que no soporta la lógica y ni siquiera el diccionario.
Y alineamiento “perfecto”. O ferpecto. Pero así funciona la policía del pensamiento madeinUSA.

Luis E. Sabini Fernández

Notas

[1] 8 / 9 / 2016.
[2] fte.: Fabrizzio Txavarría Velázquez (CENIC).
[3] Jihad Diyab, sirio, uno de los transferidos de Guantánamo a Uruguay y en este momento en 40 dias de huelga de hambre porque ni el gobierno de EE.UU. que lo aisló y torturó durante 12 años sin juicio alguno, ni el uruguayo que lo recibió dentro de la política de EE.UU. de ir descargándose del peso político y ético de tanta arbitrariedad, le han permitido unirse con su familia.

Blog del autor: http://revistafuturos.noblogs.org/

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