domingo, octubre 23, 2016

La revolución húngara del 56



Después de la Segunda Guerra Mundial, Hungría como varios países del Este, pasaron a estar bajo la órbita del estalinismo de la Unión Soviética. La opresión de la burocracia en estos países llevó a procesos revolucionarios que intentaron sacarla y poner en el poder a los trabajadores.

La Segunda Guerra Mundial

Hitler ordenó la ocupación del país en marzo de 1944 y entregó el gobierno a un fascista aliado con los alemanes. El país se convirtió en un campo de batalla entre los ejércitos del Eje en retirada y los soviéticos. El 23 de octubre, camino a Berlín, el Ejército Rojo soviético entró en Hungría, recuperando antiguos territorios. Ocupándola completamente en la primavera de 1945, quedó devastada.
En diciembre de 1944 los soviéticos ya habían creado un gobierno paralelo con el General Béla Miklós, instalando en Hungría una “democracia popular”: la unidad del Partido Comunista (PC) con miembros o partidos de la burguesía. Recién entre 1947-48, con el comienzo de la “guerra fría”, el estalinismo echaría a los burgueses (tironeado por los intereses de éstos y la presión imperialista) de los gobiernos, y crearía los nuevos “Estados obreros deformados”:
Los trotskistas consideramos que la URSS fue un Estado obrero degenerado, ya que nació revolucionario pero degeneró con la formación de la burocracia. El resto de los países, aunque hayan nacido de procesos revolucionarios, fueron controlados desde el inicio por el estalinismo o por direcciones pequeñoburguesas que por condiciones excepcionales terminaron yendo más allá de lo que querían. Así se formaron los “Estados obreros deformados”. Los de Europa del Este se convirtieron en un “glacis”, un “escudo protector” alrededor de la URSS.

La revolución contra el estalinismo

La revolución húngara fue el punto culminante de una serie de procesos que comienza con la gran huelga general de Berlín Oriental en 1953 y continúa con la insurrección de la ciudad polaca de Poznan el mismo año 1956. Todos serán salvajemente reprimidos por el ejército ruso.
Pero el húngaro volverá a poner de relieve dos aspectos centrales: la lucha contra la opresión nacional por parte de los rusos y la lucha por la democracia obrera contra la burocracia stalinista húngara, satélite de la burocracia moscovita.
El proceso comienza entre el 21 y 23 de octubre de 1956. Con un profundo odio hacia las tropas rusas como trasfondo. En las fábricas surgen asambleas para discutir problemas de abastecimiento, salario y de democracia sindical. Los estudiantes secundarios y universitarios empiezan a movilizarse. Los reclamos abarcan desde la supresión de la pena de muerte y el establecimiento de la libertad de prensa hasta la retirada de las tropas soviéticas y la sustitución de Matyas Rakosi por Imre Nagy en la secretaría general del PC.
Nagy, reformista nacionalista, hacia fines de octubre forma un nuevo gobierno que el movimiento de masas considera una conquista. La clase trabajadora, a diferencia de Nagy busca profundizar el proceso revolucionario. Las movilizaciones de masas, los ataques a los locales del PC, los juicios populares contra dirigentes estalinistas y los ataques contra las tropas rusas convergen en una huelga general insurreccional que hizo temer al régimen estalinista. Los consejos obreros se extienden por todo el país y empiezan a tomar funciones de un poder fabril y territorial.
Frente a la presión de las masas, Nagy declara el abandono del Pacto de Varsovia, que subordinaba Hungría a la URSS, por lo que será detenido por las tropas rusas. El nuevo gobierno títere de Janos Kadar finge negociar con los consejos pero abre la puerta a la brutal represión del Ejército Rojo.

Los consejos obreros y la dualidad de poderes

El desarrollo de los consejos obreros fue lo más avanzado del proceso. Siendo una iniciativa de la burocracia para conservar el control sobre los obreros se transformaron rápidamente en organismos centralizadores de la lucha de los trabajadores.
Los delegados obreros de las distintas secciones componían el consejo de fábrica y se coordinaban por distritos. Así surgirá el Consejo Central del Gran Budapest, jugando un papel de avanzada ante la ausencia de un organismo de verdadero alcance nacional. Los reclamos de los consejos, además de la reinstalación de Nagy en el gobierno, serán: “retiro de las tropas soviéticas, elecciones mediante escrutinio secreto en base al sistema multipartidario, formación de un gobierno democrático, propiedad realmente socialista de las fábricas y de ninguna manera capitalista, mantenimiento de los consejos obreros, restablecimiento de los sindicatos independientes [...] respeto al derecho de huelga, libertad de prensa, de reunión, de religión, en suma todos los grandes objetivos de la revolución”1.
Kadar respondió furioso “entonces lo que ustedes quieren es un contragobierno”2. Efectivamente los consejos continuaron las medidas de lucha y mantuvieron la producción en las fábricas, aglutinando toda la Hungría obrera y popular y concentrando todas sus reivindicaciones. Nagy no los pudo contener y Kadar los aplastó con ayuda de los tanques rusos.
Si bien los consejos en los hechos actuaban como organismos de poder obrero, sus delegados presionaron primero a Nagy para que la propia burocracia del PC húngaro cambiara. Luego, con el gobierno de Kádar, presionaron para negociar con los rusos la vuelta de Nagy y el retiro de las tropas.
Así, los consejos quedaban imposibilitados de resolver la dualidad de poderes a favor del proletariado. No había un partido revolucionario que planteara una estrategia independiente de toda la burocracia, impulsara la extensión y centralización nacional de los consejos obreros y se planteara la conquista del poder para restablecer la democracia obrera sobre la base de una economía planificada (proceso que Trotsky denominaba de revolución política, necesario para impulsar la revolución internacional).
A pesar de la derrota, la revolución húngara fue un golpe muy duro para la burocracia moscovita y sus satélites. Planteó la justeza del programa elaborado por Trotsky para la URSS (aplicable a todos los países del llamado “socialismo real”): “... la tarea política principal en la URSS sigue siendo, a pesar de todo, el derrocamiento de la burocracia termidoriana. Cada día añadido a su dominación contribuye a socavar los cimientos de los elementos socialistas de la economía y a aumentar las posibilidades de la restauración capitalista3.
La propia burocracia confirmó a su manera el análisis de Trotsky, pasándose con armas y bagaje a la restauración del capitalismo a fines de los 80 con el objetivo de transformarse en una nueva clase explotadora. Solo una serie de derrotas (Hungría 56, Polonia 56, Primavera de Praga 68, Polonia 80-81, desvío y derrota de los levantamientos del 89) lograron abrir este curso abiertamente procapitalista contra el movimiento obrero y de masas.

Gabriela Liszt

Notas:

1. Ernst Mandel, Control obrero, consejos obreros, autogestión (antología), México DF, Ed. Era, 1974, p. 349.
2. Ernst Mandel, op. cit., p. 352.
3. León Trotsky, El programa de Transición, Bs. As., Ed. CEIP , 2008, pp. 103-105.

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