miércoles, abril 08, 2020

En medio de la pandemia, Trump amenaza a Venezuela y a los pueblos latinoamericanos



El pasado 1° de abril, Trump anunció el despliegue de barcos de guerra, aeronaves y tropas de Estados Unidos en el Caribe y el Pacífico oriental, con el pretexto de reforzar el combate al narcotráfico. Días antes, el Departamento de Justicia de Estados Unidos formalizó una acusación criminal contra el presidente venezolano, Nicolás Maduro y otros miembros de su círculo político cercano, acusándolos de “narcoterrorismo”.

Como si la situación no fuera bastante crítica por las consecuencias sanitarias, económicas y sociales de la pandemia de Covid-19 -particularmente en Estados Unidos, que se ha convertido en epicentro de la crisis sanitaria mundial con más de 350 mil contagiados y más de 10 mil muertos- Donald Trump anunció una nuevas provocaciones militaristas en la zona del Caribe y muy cerca de las costas de Venezuela.
Esta operación en curso contempla el envío al Caribe y al Pacífico Oriental -frente a las costas de Centroamérica, Colombia y Venezuela-, de barcos de guerra, helicópteros, aviones espía, tropas del ejército y de la marina, incluyendo fuerzas especiales, que duplicarían a las fuerzas armadas estadounidenses ya presentes en la región y representan el mayor despliegue militar del imperialismo yanqui en esta zona desde hace por lo menos 30 años, bajo la dirección del Comando Sur.
En esta acción participan diversas instituciones imperialistas, como los departamentos de Seguridad Nacional, Defensa y Justicia, la DEA y agencias de inteligencia estadounidenses, y según la Casa Blanca contaría con la colaboración de los gobiernos serviles de 22 países de la región aunque sin mencionar a ninguno, a no ser la colaboración de Colombia.
El pretexto es combatir el tráfico de drogas hacia Estados Unidos, pero también “reducir el soporte financiero que provee el narcotráfico al régimen corrupto de Maduro en Venezuela y a otros actores perniciosos”, según declaró el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Robert O’brien.

Presión imperialista

Días antes de que fuera lanzada esta ofensiva, el fiscal general de Estados Unidos, William Barr, imputó al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro y a otros 15 miembros de su círculo político cercano, por “narcoterrorismo, corrupción y tráfico de drogas”. Acto seguido, el Departamento de Justicia yanqui ofreció una recompensa de 15 millones de dólares a quien brinde información que facilite la captura de Maduro y de 10 millones de dólares por los otros funcionarios.
Posteriormente, el Secretario de Estado del gobierno de Trump, Mike Pompeo, ofreció levantar las duras sanciones imperialistas contra Venezuela, a cambio de que Maduro renuncie y -en acuerdo con la oposición derechista, encabezada por Juan Guaidó-, ceda el poder a un “consejo de transición” que organice nuevas elecciones en el plazo de un año. Propuesta que fue rechazada tajantemente por el presidente venezolano.
Esta política agresiva de Trump parece estar motivada por intereses internos y externos. Por un lado, sirve para distraer a la opinión pública de la catastrófica gestión que ha tenido el gobierno yanqui ante la pandemia de COVID-19, que se ha cobrado ya miles de vidas en el corazón del imperialismo norteamericano. Más aún que las sufridas en los atentados del 11 de septiembre del 2001.
Con ello, además, Trump busca fortalecerse políticamente ante su base derechista y los sectores más guerreristas de su administración, de cara a las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos, programadas para realizarse a fines de este año.
En Venezuela, más que una invasión inminente -como la de Panamá en 1989, para detener a Manuel Noriega-, el objetivo inmediato de Trump parece ser, mediante el endurecimiento del bloqueo sobre el país sudamericano, ejercer una presión extrema sobre Maduro para forzarlo a dimitir y así lograr un “cambio de régimen” ordenado, pactado entre la oposición de derecha y el oficialismo, con el fin de imponer un gobierno más servil a los designios e intereses del imperialismo.
Éste se aprovecha de las dificultades que tiene el gobierno venezolano ante la terrible crisis económica que azota al país y golpea duramente al pueblo trabajador, agravada por las consecuencias de la pandemia, la dura caída de los precios del petróleo y el criminal bloqueo imperialista.
Estratégicamente, Estados Unidos busca reforzar el control sobre su “patio trasero”, América Latina, en medio de su disputa comercial y geopolítica con China (y Rusia en segunda instancia), para tratar de sostener su cada vez más degradada hegemonía mundial.
Esto también representa una amenaza contra los pueblos latinoamericanos y caribeños, que en Ecuador, Chile, Colombia y Haití, por ejemplo, en los últimos meses salieron a las calles a enfrentar los planes antiobreros y antipopulares del imperialismo y los lacayos gobiernos que le sirven.

Responde Maduro

En un comunicado emitido el 1° de abril, el gobierno de Venezuela manifestó su repudio a las declaraciones de Trump y de otros funcionarios yanquis contra Maduro y los demás políticos venezolanos imputados. Sobre el anunciado despliegue imperialista, irónicamente el Gobierno venezolano señaló que le parecía positivo que “por primera vez en décadas las autoridades de Estados Unidos se dispongan a tomar acciones para resguardar sus fronteras” del narcotráfico, “...que se ha desarrollado en el territorio de su aliado y cercano socio Colombia”.
Dos días después, Maduro ordenó la movilización de “piezas de artillería” (misiles) para defenderse ante un eventual ataque de Estados Unidos, en el marco de la operación “Escudo Bolivariano” que inició en febrero. Luego, impuso el toque de queda en dos poblaciones fronterizas con Colombia, con el argumento de impedir el ingreso de paramilitares, por donde se espera el retorno de miles de migrantes que habían salido del país ante las penurias que padece la mayoría de la población, que lejos están de haber sido resueltas por el régimen “bolivariano” y menos por los gobiernos de los demás países de la región.
El presidente venezolano envió una carta de protesta al Consejo de Seguridad de la ONU, exigiéndole actuar contra la política belicista de Trump, sin ningún resultado. También se dirigió en otra misiva al pueblo de Estados Unidos, al que llamó “a no permitir que su país se vea arrastrado, una vez más, a otro conflicto interminable...”.
Maduro parece estar consciente de que, luego del fracaso de las aventuras guerreristas de Estados Unidos en Afganistán e Irak y en medio de la terrible pandemia que enfrenta la humanidad, una agresión armada contra Venezuela podría tener un alto costo político para el gobierno de Trump, quien apuesta a reelegirse.
Sobre esta base, el gobierno venezolano manifestó estar dispuesto a negociar una “tregua” con la oposición derechista, mientras las masas obreras y populares padecen las duras consecuencias de la crisis sanitaria, económica y social, sin que ninguno de los sectores del régimen en disputa responda a sus intereses y necesidades.

Fuera el imperialismo de América Latina

Desde el Movimiento de los Trabajadores Socialistas (MTS) de México, junto a los compañeros de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) de Venezuela, integrantes de la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional, repudiamos las amenazas imperialistas contra Venezuela y el redoblado despliegue de tropas yanquis sobre el territorio de América Latina y el Caribe.
Rechazamos la persecución judicial del gobierno de Trump contra Nicolás Maduro y otros dirigentes políticos venezolanos, cuya intención no es combatir el terrorismo ni el narcotráfico. Se trata de un método que ya ha sido usado antes por el imperialismo y sus aliados para derrocar gobiernos que les son incómodos, imponiendo otros más a su favor y más autoritarios contra el movimiento de masas.
Esto no significa dar apoyo político al gobierno de Maduro o a su partido, que más allá de su retórica “antiimperialista”, administran los negocios de una casta cívico-militar corrupta y del conjunto del empresariado venezolano, sin tocar los intereses de las trasnacionales y el imperialismo, mientras la mayoría del pueblo trabajador está en la miseria y reprimen a quienes protestan. Pero son en todo caso los trabajadores y el pueblo venezolano los que tienen que saldar cuentas con sus propios gobernantes, rechazando la injerencia imperialista.
Exigimos el fin del criminal bloqueo imperialista contra Venezuela, Cuba e Irán, que en medio de la pandemia de COVID-19 y la crisis económica internacional, sólo agrava las penurias de los pueblos de estos países. También exigimos que se condone o se deje de pagar la deuda externa de todos los países dependientes y semicoloniales, saqueados permanentemente con este mecanismo por el imperialismo, los organismos financieros y los grandes bancos. Esos recursos deben destinarse a combatir la pandemia y a satisfacer las necesidades básicas de la mayoría de la población, como la salud, la alimentación, el trabajo y la vivienda, entre otras.
Llamamos a la más amplia unidad internacionalista y antiimperialista de los trabajadores y los pueblos latinoamericanos, con la clase obrera y los millones de migrantes en Estados Unidos, para enfrentar a nuestro enemigo común: el capitalismo imperialista y a los gobiernos que le sirven. Que la crisis la paguen ellos y no nosotros.

Aldo Santos
Martes 7 de abril | 18:11
El autor es docente de Geografía, integrante de la Agrupación Magisterial y Normalista Nuestra Clase.

No hay comentarios.: