La guerra alrededor de la región de Nagorno Karabaj, que enfrenta a las naciones caucásicas de Armenia y Azerbaiyán desde el domingo 27, ha recrudecido en los últimos días y ya envuelve también, en distintos grados, a varias potencias extranjeras.
Las bajas oficiales, tanto civiles como militares (Azerbaiyán no ha dado un parte oficial de sus bajas militares), sobrepasan las 250. Sin embargo, Armenia afirma haberle causado 920 bajas a su enemigo, mientras que los azeríes informan 2300 bajas entre las fuerzas armadas armenias.
El salto cualitativo en el conflicto ocurrido en los últimos días se dio con los bombardeos ocurridos sobre regiones urbanas como el realizado por Azerbaiyán contra Stepanakert, la capital de Nagorno Karabaj, así como el realizado por las fuerzas armenias contra Ganya, la segunda ciudad azerí en cuanto a población.
Mientras tanto, la guerra de propaganda orquestada por ambos bandos continúa. Las agencias de noticias oficiales difunden partes triunfalistas para cada país.
Las autoridades armenias han advertido que las instalaciones militares ubicadas en cualquier ciudad azerí serán objetivos posibles de ser atacados, por lo que recomendaron que la población civil se retire de esos asentamientos.
Los funcionarios de Azerbaiyán, por su parte, indican que cualquier posibilidad de un alto al fuego debe darse sobre la retirada de las fuerzas armenias de los territorios que reclaman como propios (es decir Nagorno Karabaj y zonas adyacentes), lo que implicaría una modificación sustancial respecto del statu quo vigente desde el fin de la guerra que tuvo lugar entre 1988 y 1994. Armenia rechaza esta posibilidad por lo que no aparecen vías diplomáticas que acerquen a las partes en conflicto.
El rol de las potencias
De entre los actores políticos extranjeros, Turquía ha sido el que más desembozadamente se ha comprometido con uno de los bandos (Azerbaiyán), no solo apoyando el planteo azerí de que Armenia debe retirarse del territorio disputado, sino proveyendo material bélico y, de acuerdo a numerosos indicios, destinando también mercenarios sirios a la zona de conflicto. De esta manera, el Cáucaso se ha transformado en uno más de los espacios en los que Erdogan practica su injerencismo militar (Libia, Siria).
Francia y Rusia, en tanto, aparecen más cerca de Armenia. De acuerdo a distintas fuentes de información, se han desplegado mercenarios de la ‘contratista’ Wagner en Nagorno Karabaj, al servicio del gobierno de Putin. Si bien no ha actuado en forma más resuelta aún, Rusia tiene en Armenia a un aliado en la región. Pero, dado que también mantiene lazos con Azerbaiyán, algunos creen que Rusia es el único país capaz de mediar en la crisis.
Por una intervención de la clase obrera en contra de la guerra
La reanudación de la guerra por Nagorno Karabaj y la inflamación de la retórica nacionalista y religiosa solo pueden ser cabalmente comprendidas como parte del crecimiento de las tensiones bélicas en todo el globo fruto de la crisis capitalista. El Cáucaso es una región disputada por sus enormes riquezas energéticas y su importancia geopolítica. Los trabajadores no tienen nada para ganar apoyando a uno u otro bando sino que deben enfrentar a las clases dominantes de cada país y al imperialismo que con su política criminal conducen a los pueblos a un nuevo episodio de barbarie. En este marco, cobra importancia el planteo de una federación socialista de los pueblos del Cáucaso.
Leandro Morgan
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