La historia
La historia de The Smiths comienza a mediados de 1982 cuando Johnny Marr, hijo de la clase obrera de la deprimente y gris ciudad de Manchester, recluta a Steven Patrick Morrissey, muchacho extremadamente culto y sensible -lector ávido y neo poeta- y de alma torturada, también oriundo de Manchester. Notan de inmediato que la forma autodidacta, sumamente imaginativa y original de tocar la guitarra de Marr con la voz barítona y sentida de Morrissey se complementan de manera excelsa. Ambos comparten, además, la pasión por el pop de los años 50 y la idealización de la cultura adolescente norteamericana de aquella década, con Elvis Presley y James Dean como referentes insoslayables. La composición de canciones comienza, fluye rápida y libremente. Marr, asumiendo tempranamente el rol de arquitecto musical del proyecto, suma a Andy Rourke -bajista- y Mike Joyce -baterista- para terminar de darle forma a la banda.
The Smiths firma su primer contrato discográfico con el sello independiente Rough Trade y comienza entonces su meteórica carrera: les alcanzó con apenas cuatro álbumes de estudio en cinco años para marcar a fuego a varias generaciones y ganar un sitial entre las grandes bandas de la historia del rock. Sus discos fueron “The Smiths” -1984-, cuya languidez llama la atención de prensa y publico; “Meat is Murder” -1985-, que se convierte en el más vendido del Reino Unido y los lleva a girar por toda Europa y EE. UU.; “The Queen Is Dead”-1986-, probablemente su cúspide creativa, aclamada por crítica y publico; y “Strangeways, here we come” -1987-, otro excelente trabajo con el que culmina su discografía. A eso suman 40 sencillos o lados b, de una calidad que aumenta a medida que pasan los años. En 1987, Marr abandonó la banda y se disolvieron. Desde entonces, han rechazado numerosas ofertas y grandes sumas de dinero para volver a reunirse.
Música, lírica, simbología, influencia
Musicalmente, los Smiths recuperaron elementos del rock, el pop y la música melódica de los años 50 y 60, sumando sus propios artilugios. Marr desplegó un crisol de recursos estilísticos muy llamativos, entretejiendo melodías arpegiadas con acordes muy rítmicos para crear su propia “pared de sonido”, inspirado en el estilo de las viejas producciones de Phil Spector, prescindiendo casi completamente de solos. Considerado hoy un héroe de su instrumento, fue una influencia fundamental para el sonido guitarrero que definiría a la música indie y al brit pop de los años 90. La voz de Morrissey, por otra parte, es una de las más bellas, personales y reconocidas que ha dado el pop, capaz de expresar la tristeza más profunda o el melodrama romántico para pasar, sin solución de continuidad, al sarcasmo y el desdén hacia amantes, ex amantes y el mundo en general. Sus inflexiones y afinación perfecta, sumadas a su carisma escénico, lo proyectaron como una personalidad sin parangón en la escena inglesa.
En cuanto a la base que formaban el bajo de Rourke y la batería de Joyce, ésta mantenía el beat exacto en cualquiera de las formas que tomara el grupo, acompañando con gran expresividad y potencia las melancólicas canciones del tándem Morrisey-Marr. The Smiths se destacó como un “grupo de guitarras” en una época en la que estaban en auge los sintetizadores y las baterías electrónicas. Trazaron su propio camino musical a contramano de la moda y vencieron.
En cuanto a las letras, Morrissey, ávido lector de poetas malditos como W. H. Auden y A. E. Housman, escribió sobre todo acerca del deseo de amar y ser correspondido, la desazón cuando esto no sucede, con una sensibilidad alejada de “lo masculino” (“Y si un camión de diez toneladas / Nos mata a los dos / Morir a tu lado / Bueno, el placer, el privilegio es mío”, de “There Is a Light That Never Goes Out”). Pero no solo de amor muere el hombre. Morrisey también le dedicó dardos al viejo Imperio -los versos de “The Queen Is Dead” son denuncia y también expresión de deseo- y nunca ocultó su militancia vegetariana -“Meat is murder”. Construyó con The Smiths un universo íntimo como pocos poetas del pop lograron, como si le hablara a cada uno de sus fans. Morrisey, además, no era muy diferente fuera del escenario. Nunca ahorró palabras, por ejemplo, para expresar su férrea oposición al gobierno de la ultra conservadora Margaret Thatcher o a la guerra de Malvinas. Morrisey continuaría su carrera solista con singular éxito, lanzando grandes discos hasta el presente. Sin embargo, transcurridos todos estos años, su aristócrática misantropía de joven inglés desolado por la angustia existencial y el amor transmutó en un personaje amargado y pródigo en comentarios racistas. Cotidianamente aparece en los medios protagonizando algún cruce o atacando a colegas y otros artistas. El periodismo amarillo se deleita cada vez que “el bocón ataca de nuevo”.
En su texto “The Smiths y el origen de la música indie”, la antropóloga Wendy Fonarrow asegura, con razón, que The Smiths fueron precursores del ´estilo indie´, en lo musical y lírico, pero también por su culto a la sencillez, los valores, la nostalgia, el papel del “loser” y la sensibilidad extrema. También por la ropa “común y corriente” que usaban -lejos de los rock stars-, cierta androginia -representada fuertemente en Morrrisey- y la independencia ante las estructuras hegemónicas patentaron, junto a otros grupos, el “ethos” de la escena independiente.
The Smiths contribuyeron a humanizar, musical, lírica y políticamente, al rock y al pop de la decadente inglaterra thatcheriana. Nadie mejor que el propio Morrissey lo definió en la letra del hit “Panic”, en una declaración contra las modas musicales y a favor de la búsqueda y la trascendencia, en la que canta “Quemá la discoteca / Colgá al bendito DJ / Porque la música que ponen constantemente / No me dice nada de mi vida”.
The Smiths era un grupo que gustaba navegar aguas profundas, sin duda.
Matias Melta
29/01/2022
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