El bloque de Javier Milei en la Legislatura de Buenos Aires presentó finalmente su primer proyecto. Como era previsible no apunta a construir escuelas, mejorar hospitales, urbanizar barrios o mejorar las condiciones laborales de las enfermeras y enfermeros. Nada de eso. La iniciativa del legislador Ramiro Marra va en una dirección contraria: prohibir las movilizaciones sociales, sea mediante la aplicación de multas o directamente apelando a la acción represiva de las fuerzas de seguridad.
Marra se ataja con que su proyecto no lesiona el derecho constitucional a movilizarse, solo que las movilizaciones populares debieran hacerse en lugares autorizados por el Estado; sugirió por ejemplo el Autódromo de Buenos Aires. El objetivo sería que no “molesten”, es decir pretende condenarlas a la intrascendencia. Al legislador de Libertad Avanza no se le puede pasar por alto que otorgarle al Estado el derecho a regular las movilizaciones que son en su contra equivale a darle un instrumento poderoso para derrotarlas. El cuño fascista del planteo salta a la luz con claridad. Quienes hicieron campaña demonizando al Estado se transforman en furiosos estatistas cuando se trata de enfrentar a la población que reclama por sus derechos. El partido de Milei es estatista para reprimir al pueblo y privatista cuando se trata de anular derechos de la población. Bien visto, la coherencia es absoluta pues los planteos privatistas apuntan a terminar con derechos, o sea, a la obligación del Estado en garantizar determinas cuestiones fundamentales de la población, como la educación, la salud, la vivienda o el propio derecho al trabajo.
Sin originalidad, es cierto, Marra repite la vieja cantinela de que el derecho a movilizarse lesiona otros derechos, como es el de circular. Pero esa colisión es propia de la sociedad capitalista. Por ejemplo, el derecho al trabajo colisiona con el derecho a despedir que se deriva de la propiedad privada de los medios de producción. De más está decir que en esa colisión Milei y Marra defienden el derecho a despedir mientras nosotros, los del Frente de Izquierda, defendemos el derecho al trabajo. Esto muestra que abordar esta situación desde el punto de vista de los derechos no conduce a nada, porque en definitiva el régimen jurídico no puede superar las contradicciones de clase de la sociedad.
Por esas coincidencias de la vida, el proyecto de Marra se dio a conocer el mismo día que el representante del FMI en la Argentina, el británico Ben Kelmanson, fue recibido con honores en el Departamento Central de la Policía Federal Argentina. La visita, que generó tanta sorpresa como estupor, solo puede ser entendida de una manera: el ajuste pactado con el FMI solo puede ser ejecutado con represión. Marra y Milei, quieran o no, le están dando letra a Aníbal Fernández, Berni y cia.
El planteo represivo y fascistizante de Milei y Marra tienen una única virtud: la de la claridad. A partir de ahora, cuando venga un libertario a despotricar contra el Estado ya sabemos que estamos ante un impostor.
Gabriel Solano
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