domingo, agosto 07, 2022

Pepe Gutiérrez: "He contado que mis mejores recuerdos coinciden con tiempos de derrota"


-Pepe, ¿qué te ha llevado a construir o reconstruir este libro, Retratos en rojo y negro?, porque me da más que es una reconstrucción —por lo que voy leyendo— desde Memorias de un bolchevique. Gutierrez
-Las memorias fueron inicialmente un proyecto de mucha mayor extensión en el que hubo que meter tijera para convertirlo en una obra más asequible, la obra de una generación intermedia entre la que defendió la República y los ideales de un socialismo democrático y las nuevas generaciones que emergen a finales del siglo pasado... Este recorrido hizo que el espacio dedicado a muchos actores secundarios se redujera, sobredimensionando mi propia historia. En los “Retratos...” he tratado de actuar como fotógrafo de parte de estos personajes, digamos familiares, para después extendernos en otros con los que podía trazar el cuadro de una última generación de resistencia ética y militante contra el neoliberalismo. Especialmente de algunos de los más representativos de la corriente política-cultural en la que me he sentido identificado desde mitad de los años sesenta. 
 -Amigo, ¿estamos ante una especie de revisión con ampliación de las vivencias políticas de Memorias de un bolchevique andaluz?, explícanos por favor... 
 -He tratado de explicar esta identificación desde mi propia perspectiva: creyente herético, apasionado por el historial anarquista, comunista antiestalinista en la línea de la última internacional (la Cuarta creada por Trotsky y mantenido desde el marxismo abierto por Ernest Mandel y Daniel Bensaïd especialmente). El concepto de bolchevique andaluz pretendía efectuar una vindicación particular de esta tradición explicando una militancia política, sindical, pero sobre todo como activista cultural desde la prensa y el cine. Un compromiso que, de alguna manera, se refleja en mi papel en la Fundación Andreu Nin. 
 -Escribes como parándote en cada persona, retratándolas, desde la perspectiva, desde la mirada política de ese ser de izquierdas con todo el amplio abanico de ideales que surge de ese ser izquierdas… 
 -Ese ser de izquierda se concreta especialmente en los años sesenta-setenta, cuando se recompone un amplísimo movimiento que acabaría poniendo el régimen del franquismo ante la tradición golpista (expresada, por ejemplo, por el entusiasmo del ABC y de Juan Carlos I, por Pinochet y Videla...Cada persona representa ese momento, su fracaso y su apuesta por la recomposición expresada en Paco (Fernández Buey), Ken (Loach) y Moro” (Miguel Romero) de los que me siento deudores como en la fase anterior lo fui de Candel, Peirats, Pons Prades que fueron decisivos en mi evolución de joven emigrante semianalfabeto que accedí a la cultura, especialmente a la historia del pensamiento socialista más inquieto, para acabar representando a un intelectual orgánico. Alguien que se implica en la militancia de la vida y de los movimientos privilegiando su papel de agitador cultural en unos tiempos en los que esta función ya no son como lo fueron en los años 30, ni tan siquiera en los sesenta-setenta. 
 -Pero no todo son figuras trascendentes de la izquierda, también hay, primero que nada las figuras más cercanas: la madre jornalera, el padre derrotado... primero la familia, ¿por qué? 
 -Porque componen una parte inicial y determinante del cuadro. La cita inicial de A. Zinóviev trata de dejar clara la opción de la decencia básica representada en mi ámbito familiar extensible a un retrato femenino y amoroso con trayectoria personal que acaba representado una opción de realización personal inicialmente complementaria, pero finalmente dispar. Una opción más personal, propia del fotógrafo, convertido en un resistente en el curso de la mayor derrota jamás sufrida por la izquierda, que persiste en combatir la barbarie del todo es mercancía. Esto me permitía hablar, además de las expectativas de cambio expresadas en el sindicalismo sanitario y en el trabajo, como divulgador de la historia de los socialismos insumisos en un edificio cultural que gozó de una vitalidad enorme contra Franco, pero que acaba desmoronándose en la el curso de la Transición. 
 -Y luego está el vecino anarquista que viene del exilio con una familia bien particular... 
 -La de mi encuentro vecinal con el militante anarquista Francesc Pedra, representativo de lo que significó para mí tratar con los perdedores de la guerra en las fábricas. Una historia con un singular dimensión familiar política desde el momento en que yo cumplo con lo que lo será su hijo natural. Germán Pedra me vale para explicar el génesis del felipismo, para mí la cara oscura de la deriva más detestable. Esto en un retrato en el que la relación personal se mantiene en un terreno de afectuosidad contradictoria. Creo que Germán, en particular, fue un personaje bastante complejo para ser descrito por una pluma más elaborada que la mía. 
 -¿Cómo fue ser anarquista en el exilio y, lo que creo más difícil, volver del mismo, todavía con el ideal libertario en una España todavía muy, muy renqueante y quebrada...?
 -Yo me siento heredero de la tradición familiar y colectiva que representaba la familia libertaria de Pedra sobre la que me extiendo luego a través de autodidactas como Peirats y Pons Prades, y a la que podría añadir otros ejemplos de relaciones no menos representativas. Nunca he abandonado esta filiación tratando de hacer como lo hacía Pedra, de tal manera que el movimiento se crea desde abajo para arriba. Esto explica, también, mi continuado afán divulgador que ahora mantengo desde varias revistas, pero sobre todo desde mi página en Kaos y en el Facebook. 
 -Pero era aquella, la España que recibía a exiliados, ¿era una España que miraba al futuro con ilusión?
 -Yo tenía un pie en la historia de los que cuando ganaban no se lo acababan de creer y otro en los milagros como el de revolución portuguesa de los claveles. Era un sentimiento de escepticismo que contrasta con el optimismo de un abuelo como Wilebaldo Solano que mantiene la bandera del POUM y del activismo de la Fundación Andreu Nin por encima de cualquier pesimismo de la razón. El optimismo de la voluntad te lleva a valorar cada paso en lo personal y en lo militante, de manera que mi biografía militante resulta más luminosa en los peores tiempos. En los ochenta, que fueron los de gran derrota, del internacionalismo iniciado por la AIT, donde coinciden todas las escuelas que no comen del pan de los opresores. 
 -¿Quieres escribir unas memorias, las tuyas en el ámbito político, a través de esos retratos de personas que han ido desfilando por tu vida desde la perspectiva de vivencias y acercamientos políticos? 
 -Indudablemente se trata de un desdoblamiento del bolchevique andaluz, con la diferencia de que, ahora, la vida de los otros es lo más importante. Familiares y amigos con los que me siento como testigo y parte de diversas vidas paralelas.
 -¿Consigues realizar un certero retrato social de la izquierda, tomando como hilo conductor tu trayecto vital? 
- Creo que el cuadro resulta bastante representativo de una tentativa de continuidad, a pesar de todo. Trato de hacerlo desde lo más básico y próximo hasta lo que interpreto como más avanzado como son los casos citados de Fernández Buey, Loach y Moro. Al mismo tiempo, he pretendido ofrecer un retrato de fondo de diversas circunstancias. Algunas tan amplias y variadas como la de Jordi Dauder que, luego, sería reconocido como un gran actor. 
 -Es curioso, amigo, todas y todos conocemos a alguna madre jornalera y a un padre derrotado... En la madre casi te podría decir que encontramos a una mujer muy determinada y práctica... que se pone metas y las alcanza; y en esa derrota, quizás la del padre con sus desilusiones políticas, hay una mezcla de pérdida de ilusión que se traduce en conductas que deshilachan, aún más si cabe, el frágil equilibrio en el que nos movemos... ¿qué nos puedes contar? -En mi casa nunca faltó lo más elemental en un tiempo en lo que esto no era lo habitual. Desde mi ámbito más próximo, el papel de la mujer, se mostraría mucho más entregado e íntegro que el de los hombres. A mi padre le puede la derrota (cree que los cambios son posibles, pero en otros países) y su escapismo a través del opio del fútbol... del que yo me aparto por el cine y la pasión cultural. Mi madre optó por nosotros, los suyos, y se mostró generosa, eso teniendo en cuenta que su formación de campo le llevara a ser una puritana. Creo que los retratos femeninos plantean otra lectura de las biografías. Es evidente que a pesar de los obstáculos yo puedo crecer culturalmente, gozar de un tiempo de dedicación social privilegiado. Tengo la seguridad de que tengo detrás alguien que me cuida.
 -En todo tiempo, en toda horquilla temporal hay ira que, a menudo convive con nosotros como detenida, solapada entre nosotros... amargando la existencia desde esas derrotas de las que nos hablas acercándote a ese padre... La ira, en suma está con nosotros en algún pasaje del camino de la vida, pero es mala compañera de viaje, ¿verdad? 
 -La ira es un buen punto de partida, no te movilizas contra el mal social. Para no escuchar los cantos de sirena que te invitan a olvidar esa decencia básica, que tantos han tirado por la borda. Eso se extiende al rechazo airado de las injusticias, de los manejos integradores en el abismo de los privilegios. Otra cuestión es que -al decir de Espinoza- no se trata ni de reñir ni de llorar, sino de comprender. De entender que en los peores siempre subsistirá algo bueno y viceversa. Se trata quizás de atemperar, de aprender que en las actitudes de odio y violencia sin control pueden crecer las derivas del menosprecio, de deshumanizar los rostros del abismo social, de no ver en ellos dinámicas objetivas que por más que rechacemos, no dejan de representar una realidad humana.
 -¿No sabían revertir el peso de la derrota?; me da que se acostumbraron, hasta desde el vivir con amargura, a convivir con demasiada solvencia con ella, ¿es así?
 -He contado que mis mejores recuerdos coinciden con tiempos de derrota, derrotas que pesan como el plomo y sin embargo... sin embargo, se trata de asumir la voluntad de tu militancia por tu vida y la de los que te rodean cultivando en lo posible la alegría de vivir, la importancia de todo lo que hace tu vida y de la gente más próxima lo más gozosa posible. En mis peores ratos, un buen Buster Keaton u otro en la onda me han ayudado a no caer en las amarguras y depresiones que te acechan, sí cultivas, el compromiso en contra de la barbaridad. 
 -¿Qué has aprendido tú desde el ejercicio de mirar a esos seres más cercanos tuyos?
 -Todos ellos fueron determinantes en una trayectoria de perdedor alegre. La historia venía como venía, y no se trataba de que pudieran en una cotidianidad planteada como una batalla por un buen vivir con el que, además, cargar las pilas. 
 -De tus maestros, de esos tan variopintos, ¿qué aprendiste, además de lo que ya esperabas aprender?. Y es que muchos maestros nos dejan huella en lo personal, en lo humano, en la manera de mirar la vida y en lo que esta pone ante nosotros..
 -Aprendí de todo lo que me podían ofrecer, a estimar sus combates que me parecían ejemplares. Al tiempo, también aprendí a mantener un espacio de distancia crítica en la que me incluían. Aprendí lo del distanciamiento brechtiano; a juzgar mis propias derivas y contradicciones; a entonar, en todo momento, aquel ejercicio de autoexamen, que aprendí como creyente y que nunca he olvidado. Así, esta misma entrevista, será objeto de un examen como lo están siendo las erratas del libro que no vi en su momento. 
 -Enlazo con una pregunta del inicio de la conversación: ¿Cómo fueron los regresos de los diferentes y muy variados sentidos de sentirse integrado en la izquierda cuando estos venían del exilio?..Aterrizaba, de nuevo, aquí, después de muchos años y cómo conseguían reintegrarse—los que querían—en la actividad política... hemos de pensar que muchos regresaron en el tardofranquismo y otros, también una vez muerto el dictador...? 
 -Mi opción por un cierto marxista abierto y crítico, me llevó a cumplir tareas que creí importantes, como lo fue la relación con el exilio, especialmente con el POUM y, más concretamente,con personajes como Juan Andrade (indisoluble de la figura de su compañera Mª Teresa García Babús, autor de unas memorias, “Una vida bien vívida” que edité para viento sur), joven socialista que apoya Zimmervald, clave en la creación del primer PCE; luego de la Izquierda comunista y del POUM, otro padre o abuelo con el que mantuve una relación con su parte filial que me tomo muy en serio. Creo que la historia, y no digamos las revoluciones y las contrarrevoluciones, hacen que la dinámica histórica nos sobrepase. El exilio tuvo su tiempo detenido, su deriva en otra vida frente a una España terrible como lo fue la franquista. Nos sobrepasó a los colectivos más estudiosos y reflexivos, algo que en nuestra tradición se podía representar en la prensa, así como en la editorial Fontamara de la que fui un peón incondicional. El problema actual es también de tiempo, y pocos sectores son conscientes de dónde estamos y de lo que es necesario, en un mundo situado ante el dilema de su propio futuro. 
 -¿Chocaron con los que no marcharon al exilio y se quedaron aquí con sus ideales de izquierdas viendo pasar como a una apisonadora al franquismo, al fascismo?. Pero aquí se hizo y creció una nueva izquierda en plena dictadura —puedes coger tu trayecto vital como ejemplo.
 ¿Qué te supuso esto y el convivir con los derrotados y el encontrarte con los exiliados de izquierdas a la que vuelven...? 
 -Creo que el PCE a su manera supo adecuarse; que el PSOE del exilio se quedó en los despachos mientras que se jugaba desde las más altas estancias una opción que aparecía como un borrón y cuenta nueva que no afectó a los poderes establecidos. Creo que la CNT y sus variantes no han encontrado su encaje entre el ayer y el hoy. Su prensa parece más interesada en el culto al pasado -que comparto-que en los análisis de aquí y ahora...La izquierda del 68 tuvo la enorme virtud de tratar de ampliar la dinámica de ruptura cuestionando el estalinismo, un cáncer que ha acabado poniendo en peligro la propia alternativa histórica socialista. Todas estas enseñanzas han de ser repensadas, y situadas ante el doble dilema actual: el ecológico y el social.
 -El libro, Retratos en rojo y negro, lo divides en partes: la familia, los maestros variopintos, en las dos primeras partes, de quién aprendiste qué? ¿de la familia o con la familia asientas cimientos tuyos como personas? ¿con los amigos(¡como más variopintos, mejor!, ¿no?), asientas tu camino en la vida y tus pretensiones en ella ...?
 -Esta es, desde luego, mi historia, pero como sucedió con el bolchevique, es mucha la militancia que se puede sentir, en mayor o menor medida, identificada. Yo me siento un niño andaluz que se hace hombre en la emigración. Que crece de la mano de la lectura, el cine y la militancia. Que tiene la suerte de conectar con los derrotados y cuyas reflexiones pueden resultar un aporte significativo de la generación del 68, especialmente de la que conecta con la tradición marxista más abierta.
 -Pero la tercera parte no pones a más sujetos personales... te centras desde tu panorama a tener que atravesar un desierto; ¿una etapa difícil?, pero de la que aprendiste... bueno, eso es lo que me parece...
 -Creo que en esta fase la historia personal vuelve a ser como la primera: de alguien que se ha de situar ante una historia que ha pasado por encima de la persona y del activista. Alguien que busca nuevamente referentes desde los que volver a poner los pies en el suelo. Ahí entra la relación con Paco en la experiencia (fallida) del anguitismo catalán; de Loach como muestra palpitante de que la lucha continúa, tanto en la memoria como en el día a día; de Miguel Romero como el camarada más próximo, con el que pude mantener una discusión constante. Todos representan cimas de esta fase, y todos encajan con tramas más amplias: la de crear otra izquierda, la del cinéfilo y, finalmente, la de poner todo ello sobre papel en una revista (viento sur), de la que formo parte del consejo de redacción y con la me comprometí desde su gestación, y la que considero como la que más aporta en la búsqueda de un pensamiento que ayude a asumir posiciones a la altura de las circunstancias, en una nueva época en la que es muy importante no volver a tropezar en la misma piedra. 
 -Para pasar, luego, en una cuarta parte a como remontar, con: Comenzar de nuevo… ¿por qué empleas estas dos maneras tan diferentes, pero igual de efectivas de acercamiento a vos y a tu compás en la vida? 
 -Porque mi opción vital sigue siendo la de un combatiente, con la diferencia de que ahora actúo más desde la escritura. Nunca he disociado mi vida personal de la militante, por más que cada una de ellas ha tenidos sus tiempos. Antes pude cultivar esto con un empleo que me permitía mucho tiempo (sobre todo cuando trabajaba de noche), algo que ahora activo desde un jubilación anticipada (a los 63 años), y desde provincias o sea, viviendo en un pueblo con el campo al volver en unas pocas esquinas. Con una nueva relación en la que tu me das/yo te doy, desde la que envejecer juntos y vivir el día a día como algo especial.
 -La evolución de tu pensamiento, las inquietudes que te hacen moverte y removerte con colaboraciones en prensa, con conversaciones con otras personas que, como tú, viven reflexionando, pensando... con una ideología muy marcada, con las ideas claras... te han ido marcando en el día a día porque en cada etapa de tu vida que quedan reflejadas aquí en retratos en rojo y negro... nos encontramos con gentes tan diversas como enriquecedoras ... me da que tú serás parte de ellos y de sus memorias, como ellos lo son de las tuyas, ¿cómo lo ves?
 -Obviamente, desde el principio trato de imitar al personal que admiro. Con todos, lo personal y lo político, se confunde desde el momento en que, al igual que mis referentes y ayudas, lo hacen por la causa sin otra pretensión que contribuir a causas ante las que no puedo permanecer indiferente. 
 -Amigo, ¿cómo ha sido tu metodología de trabajo para construir este Retratos en rojo y negro? -Todos los retratos están fundamentados en un buen número de escritos anteriores, bien para revistas, bien para una difusión personal, como es el caso del retrato que realicé sobre mi madre a la manera de recordatorio y que tuvo una considerable difusión, tanto en nuestro pueblo como entre los paisanos de la emigración. Sobre todos ellos se podrían encontrar aportes, por ejemplo en Kaosenlared.
 -Amigo, ¿nos puedes decir o dar alguna pista de aquello en que andas trabajando ahora? 
 -Paso por una fase en la que me resultan difícil las lecturas largas y la contradicción. Mi voluntad sería retomar un viejo proyecto sobre cine y revolución social, pero todo dependerá de la unas posibilidades editoriales que se han hecho cada vez más dificultosas.

 Viento Sur
 Julio 2021

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