Días atrás el Banco Iberoamericano de Desarrollo –BID- publicó un informe realizado en 371 ciudades de Latinoamérica y concluyó que el lugar en el que vive una persona determina su expectativa de vida más que su ADN. Según el estudio aquellos porteños de los barrios al norte: Palermo, Villa Pueyrredón, Villa Urquiza, Coghlan, Saavedra, Núñez, Belgrano y Colegiales viven hasta sieteaños más que quienes habitan al sur.
En todas las ciudades la conclusión fue la misma: viven menos quienes sufren hacinamiento, no cuentan con espacios verdes, viven lejos de sus trabajos –cuando los tienen- y tienen un acceso difícil a la salud. La falta de cloacas y las condiciones habitacionales suman para restar años en la vida de las personas.
El BID coincide con el Estado de la Ciudad
La Encuesta Anual de Hogares (EAH) de Estadísticas y Censos de la Ciudad, coincide con las mediciones que el estudio que el BID le solicitó a la Universidad Drexel de Estados Unidos. La expectativa de vida cae en Barracas, Parque Patricios, La Boca, Nueva Pompeya, Villa Lugano y Villa Real. La disparidad no sólo se mide en el precio de los metros cuadrados.
En esos barrios las familias viven hacinadas. En Lugano el 44,7% de las mujeres tiene tres o más hijos -es la cifra más alta de CABA. Entre la comuna 8 (Lugano) y la 14 (Palermo) hay una diferencia del 50% en cantidad de menores de 20 años. “En el Norte los hogares de una persona casi triplican el peso porcentual que tienen en el Sur (54,8% vs 20,6%)”. (https://www.estadisticaciudad.gob.ar) según el BID el hacinamiento es una de las causas del impacto en la salud de las familias.
En la descripción de los hogares de la EAH “En la Comuna 8 el porcentaje de hogares familiares representa el 93,1%, dentro de los cuales se puede destacar que un 28,5% corresponde a hogares extendidos y compuestos.” Que traducido quiere decir que en una misma casilla, casa o habitación viven más de una familia.
La encuesta sólo aporta datos, no hay una conclusión respecto de ellos y mucho menos un plan para modificar las consecuencias. Lo que aporta el organismo estatal no va a redundar en la construcción de viviendas populares, ni en la mejora del transporte, ni en mayor presupuesto en salud y educación. Sólo sirve para saber cuánto peor viven los porteños pobres en relación a la clase media alta.
El BID tampoco pretende cambiar nada
El informe del BID dio lugar a un documental de 36 minutos “Salud y Ciudad”. Allí la epidemióloga Ana Diez Roux dice: “El análisis confirma que las condiciones ambientales, de vivienda, el acceso a agua potable, los sanitarios y la contaminación ambiental afectan la salud en las grandes ciudades. También el acceso a alimentos sanos, a espacios verdes, a oportunidades para la actividad física, qué tipo de transporte se prioriza (los viajes muy largos afectan la salud mental), la oportunidad de caminar la ciudad y hasta los cambios climáticos”. Entonces lo que acorta la vida de los trabajadores no es su ADN sino el régimen capitalista que genera las condiciones de vida de cada uno de ellos.
El documento y el informe sirven para que sepan los trabajadores que son materia de estudio y nada más. Porque en un país en el que la inflación crece al mismo ritmo que la precarización laboral, cuando los costos de vida obligan al multiempleo y a jornadas extensas de trabajo, en una ciudad donde el precio del alquiler supera el 50% de un salario promedio y expulsa a los trabajadores a la periferia de las ciudades sumando a la jornada laboral los largos viajes en transporte público, cuando los hospitales cierran servicios enteros y para conseguir un turno hay que hacer colas y, así y todo, después no hay insumos, en pocas palabras, cuando el régimen descarga todo el peso de su lógica sobre las y los trabajadores: vive menos, quien menos tiene.
Organizarse y luchar contra el capitalismo y sus representantes políticos es una cuestión de vida o muerte para la clase obrera.
Valentina Viglieca
06/06/2023
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