La tranquilidad de estas fiestas navideñas no ha ilusionado a los bolivianos. El año viejo ha llevado el país al borde de la guerra civil, con una división sin precedentes en su historia republicana y contradicciones sociales e institucionales insanables. La perspectiva para el nuevo año es clara para todos: o el movimiento obrero, campesino e indígena de Bolivia que ha protagonizado esta década de insurgencia popular del país puede afirmar definitivamente sus intereses en el campo económico, político y social, o la oligarquía y el imperialismo destruirán el país, antes que perder su dominio.
Esta perspectiva era para nosotros los marxistas la única posible desde el comienzo del gobierno de Evo Morales: apoyarse en la movilización de las masas para barrer definitivamente la oligarquía y el imperialismo o dejar caer en la nada todas las expectativas de cambio abriendo la puerta a la reacción. Como afirmamos en todos nuestros escritos son precisamente las vacilaciones y la política conciliatoria del gobierno las que han fortalecido la burguesía nacional, dado aliento a las multinacionales, llevado a la actual situación de crisis. El mismo discurso del Vicepresidente que anunciaba la ofensiva del oficialismo para decretar la nueva Constitución Política del Estado (CPE) dejaba entender esto. Álvaro García Linera, unos días antes de la cuestionada aprobación de la nueva CPE, decía a los medios de prensa que había creído que era posible "consolidar el nuevo Estado con mecanismos de diálogo y concertación", pero que se había convencido de que "ha de llegar una bifurcación, un momento de tensionamiento" entre las opuestas fuerzas sociales, un momento histórico que decidirá el destino del proceso revolucionario boliviano. ¡Estamos ahora a las puertas de ese momento!
El 15 de diciembre, mientras que en La Paz una multitud festejaba en la Plaza Murillo la entrega de la nueva CPE, una multitud, de tamaño parecido, en Santa Cruz festejaba la declaración unilateral de la Autonomía Departamental y el Estatuto Autonómico, supuestamente redactado en un día o poco más por un comité de sabios nombrados directamente por las autoridades cívicas y el Prefecto. Lo mismo sucedía en Tarija, Beni y Pando, departamentos que conforman la llamada "media luna", a los cuales se han sumado ahora Cochabamba y sobre todo Chuquisaca, hasta hace unos meses gobernada por uno de los tres (sobre nueve) prefectos masistas, David Sánchez, que sigue en paradero desconocido. La oligarquía secesionista ahora pretende someter el Estatuto Autonómico a referéndum. Este tipo de consulta popular debería ser convocada por el Congreso Nacional, para tener el respaldo de la Corte Nacional Electoral: un obstáculo del cual los de la media luna no parecen preocuparse demasiado. Más allá de esta provocación en el terreno legal, que demuestra claramente la actitud destructiva de la oligarquía petro-latifundista del oriente del país, cualquiera puede darse cuenta de que esta no sería una votación "democrática", por la existencia y las actividades crecientes de las bandas fascistas de la Unión Juvenil Cruceñista, que si antes amenazaban concejales y dirigentes del MAS, ahora se lanzan linchando a obreros, gente con cara de "Qolla", y disparan a jóvenes compañeros masistas que hacen propaganda política en Santa Cruz.
La estrategia de la dirigencia del MAS parece ser ésta: recuperar apoyos a través de las mejoras introducidas con la nueva CPE e intentar canalizar a la oposición en el marco de un proceso democrático. Se piensa convocar una consulta popular con dos referéndum: uno, que solucione la única cuestión que ni en la misma bancada masista en la Asamblea Constituyente se pudo solucionar, o sea el tema de la extensión admitida del latifundio, y el otro, revocatorio, en el cual se decidiría el destino de Evo Morales, de todos los Prefectos y de los alcaldes de las ciudades más grandes del país. Pero ni la oposición política de PODEMOS acudió a la sesión del Congreso donde el tema del referéndum revocatorio debería haberse debatido. Es por esto también que vuelven los temores de un golpe de Estado inminente, y las advertencias por parte del mismo Evo Morales -en un discurso de fin de año- a los sectores de las Fuerzas Armadas que puedan ser sensibles al llamado de la oligarquía y del cabildo autonomista del 15 de diciembre.
Algunos ultra-izquierdistas argumentan que este agitar la amenaza del fascismo es un intento de acallar cualquier crítica al gobierno, forzando una unidad ficticia, sin razones ni principios, en el campo popular. En realidad un análisis atento de lo que pasa en el oriente del país sería indispensable al mismo Movimiento al Socialismo. El fascismo es una reacción con base de masa que llena el vacío dejado por un proceso revolucionario inacabado, cuando el proletariado ha demostrado su fuerza pero sin llegar a expropiar a la burguesía de su poder político y económico. La base social del fascismo es la pequeñaburguesía y el lumpenproletariado, enredados con un lenguaje pintado de socialismo, azuzados, incitados y armados por el gran capital, cuyos intereses defienden en última instancia. Su actuar es violento y resoluto, su enemigo son las organizaciones políticas y sindicales de la clase obrera, sus aliados inconscientes son tanto el legalismo reformista como el sectarismo ultra-izquierdista. Esto es el fascismo en la experiencia histórica italiana, de donde llegan palabra y fenómeno. Hay que preguntarse ¿existe algo similar a esto en Bolivia ahora?
La ingente movilización de Santa Cruz ya demuestra el carácter de masas adquirido por el movimiento autonomista reaccionario, así como el actuar violento de la UJC demuestra su carácter antiobrero y autoritario. ¿Quiénes son los de la UJC? Jóvenes procedentes principalmente de las inmensas periferias de la ciudad, lumpenproletarios, hijos de "qollas" al mando de unos seudo intelectuales y de burguesitos aburridos con la manía de las armas. Son el brazo armado de los Branko Marinkovic, dueños de las más grandes empresas de oleaginosas del país, Aceite Fino, y de los Rubén Costa, la familia de los dueños del ingenio azucarero de Guabirá. Pero ¿cómo pudieron semejantes capitalistas instigar tanta gente? Con el paternalismo de la prefectura que defiende su cota de Impuesto Directo a los Hidrocarburos -que ellos habían entregado a las multinacionales- para ejecutar planes sociales como la repartición de 10,000 postizos a los ancianos. Con jóvenes unionistas que organizan entre los sectores populares de la ciudad comités en defensa de la canasta familiar, pidiendo al alcalde el control de los precios para combatir la inflación, aquel control derogado con el 21060, el decreto, todavía vigente, que abrió en el 1985 la década de liberalismo desenfrenado en el país. Con el dirigente fabril de Santa Cruz -hombre del Comité Cívico- que amenaza con huelgas contra el gobierno por la falta de diesel y el posible aumento de los pasajes del transporte urbano, cuando la falta de diesel -cuya circulación está en mano de las transnacionales del gas- es una clara prueba del sabotaje del imperialismo. Este lenguaje pseudoizquierdista se combina con los ataques a las organizaciones obreras: el 24 de diciembre a las 8 y 20 de la mañana un atentado dinamitero ha casi destruido, y de toda manera ha dejado inutilizable, la sede nacional de la Central Obrera Boliviana en La Paz. Sòlo la casualidad o la voluntad por ahora "simplemente" amedrentadora ha hecho que no haya habido victimas. ¿Es suficiente para pensar que se esté gestionando en el país una opción fascista? Lo que está claro es que la oligarquía boliviana y el imperialismo no dudaran en utilizar métodos dictatoriales con el auxilio de bandas fascistas para defender su poder y privilegios. Chile 1973 es una advertencia de lo que están preparando.
Después de la prueba de fuerza del oficialismo en la Constituyente y en el Congreso Nacional sobre el tema de la "renta dignidad" -un bono de 200 bolivianos mensuales para los ancianos, financiado con el recorte al IDH repartido a las prefecturas- a la oligarquía y al imperialismo les parece claro que este gobierno no es manipulable exactamente como ellos quisieran, por el mismo hecho de ser un subproducto del proceso revolucionario y por su base popular. Por esto el camino de los oligarcas se va haciendo cada vez más de abierta subversión, y la confrontación cada vez más inevitable. En el volante que repartimos en unas marchas al comienzo de diciembre aludíamos claramente a esto, subrayando como se halla abierta una nueva etapa en el proceso revolucionario boliviano, que acaba con la política conciliatoria del gobierno y se caracteriza por un nuevo despertar del movimiento de masas. Sin embargo, está claro que en el gobierno hay quienes siguen apostando por el diálogo y la concertación, como declaraba Álvaro García Linera en el mismo discurso citado antes. Hay gente que es estructuralmente incapaz de aprender de sus mismos errores y de la historia. Volviendo a la experiencia italiana el fascismo se consolidó precisamente por la actitud de la socialdemocracia italiana que detuvo la reacción obrera a los ataques de las bandas fascistas para no asustar a la opinión pública burguesa, y pensando que un fenómeno social como el fascismo podía combatirse con la dialéctica parlamentaria. En realidad los llamados al diálogo no hacen nada más que fortalecer a la derecha: la aprobación de la nueva CPE, como confirman los mismos actores, fue concertada unas semanas antes de los acontecimientos de Sucre en una reunión privada con AGL en la casa de Branko Marinkovic, que ahora es adversario feroz de la carta magna.
En realidad solo una gran y creciente movilización popular puede barrer esta basura de la historia y someter sus intereses egoístas a las necesidades de la población trabajadora. Y no se necesita ir muy lejos en el tiempo para ver confirmado este asunto: cuando en el enero del 2005 el dieselazo sirvió de pretexto para las reivindicaciones autonomistas de la media luna parecía que el país se estaba moviendo decididamente a derecha, pero en mayo-junio la gran movilización nacional y popular por la recuperación de los hidrocarburos cambió de repente todo el escenario, deteniendo por un tiempo a los oligarcas. ¿Puede la defensa de la nueva CPE representar el motivo de la movilización que se necesita? Por sí sola, no. No es este el lugar para analizar en profundidad los cambios en la CPE: un pequeño paso adelante -en papel- en temas de inclusión social, de declaración de intenciones sobre la plena recuperación de los recursos naturales, que sin embargo contiene muchas ilusiones y no llega al corazón de la clase trabajadora boliviana. Por ejemplo se reconoce la propiedad privada que cumpla con una función social, una cláusula que podría ser utilizada en contra de los grandes terratenientes y parásitos del capitalismo boliviano. Sólo que esta obligación ya estaba presente en la ley del Instituto Nacional de la Reforma Agraria, sin que se haya usado para detener la conformación en oriente de inmensos latifundios, ni ha permitido solucionar los problemas estructurales de la agricultura boliviana, como la falta de inversión productiva, cultivo extensivo etc.
En el citado volante nuestro llamábamos al MAS, la COB y las demás organizaciones sociales comprometidas con el cambio a construir esta movilización reivindicando la nacionalización de las empresas que han protagonizado el sabotaje económico, una nueva seguridad social que incluya una nueva ley de jubilación solidaria y el seguro sanitario universal, la abrogación de leyes y decretos del liberalismo etc.; llamábamos a hacer frente, conformando comité de autodefensa, a la amenaza armada de las bandas fascistas. En el ampliado de la COB reunido después del atentado muchas intervenciones subrayaban la necesidad de defender y profundizar el proceso revolucionario, que ha sido siempre la consigna defendida por la Corriente Marxista Internacional "El Militante". Pero para hacerlo la COB debería salir de una vez de las ambigüedades, aplicando no sólo un plan reivindicativo sino dándose la articulación táctica necesaria para conquistar las masas, ahora más que nunca sobre todo campesinas, que confían y están dispuestas a defender a Evo Morales. Esto en primer lugar poniéndose a la cabeza de la lucha contra las bandas fascistas, sin dejarse encantar por aquellos que en la misma entidad matriz de los trabajadores son portadores de posturas oportunistas o absolutamente sectarias hacia el MAS.
El 2008 será con mucha probabilidad decisivo para el proceso revolucionario boliviano, el tiempo se va agotando. El 7 de enero los prefectos han llamado el gobierno a dialogar: quieren hacer valer la fuerza demostrada en campo con los cabildos autonomistas. De este encuentro, en el cual nadie cree de verdad, no puede salir ninguna solución a la insanable división social en el país. Como decíamos antes o el MAS mismo, el gobierno y el movimiento obrero con su presión aceptan la confrontación y saben modificar las actuales relaciones de fuerza introduciendo medidas que profundicen el proceso de cambio, o los cívicos aprovecharán para fortalecerse aun más en su ya irreversible intento de hacer de Bolivia una Yugoslavia latinoamericana, con el respaldo de la embajada estadounidense y de la OEA. Nuestro llamado a los marxistas de Bolivia a unir los esfuerzos y construir una alternativa al impasse y a la barbarie se hace cada vez más urgente.
El Militante
01/01/2008
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