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domingo, abril 03, 2016
Serrano Suñer, el chico de la película en una serie de Tele 5
“Serrano Suñer fue un personaje polémico en una época convulsa, pero a mí, humanamente, me enamora. Fue un hombre hecho a sí mismo, que fundó la ONCE, algo maravilloso, y un maestro en el arte de conquistar y de desenvolverse en todos los ambientes”, así presenta el actor Ruben Cortada en el último número del FOTOGRAMAS el personaje que interpreta –“un regalo”, dice- en la miniserie Lo que esconde sus ojos.
Se trata de una producción para Tele 5 para las horas de amor audiencia dirigida por el amanuense Salvador Calvo habituado a fabricar productos caseros a la medida del Canal, y que se basa en la novela homónima de Nieves Herrero, también presentadora de la misma, que presume de haber respetado escrupulosamente la historia. Su tema: los amoríos que Serrano mantuvo con la marquesa de Llanzol, Sonsoles de Icaza, a la que se describe como una “mujer avanzada para su tiempo”.
Según cierta prensa, la producción no sido bien recibida por la familia de la marquesa, quizás porque lleva al gran pública aquel adulterio del que nació una niña que no sin saber su origen se enamoró de…su hermano. La niña fue nada menos que Carmen Díez de Rivera, considerada en los medios franquistas como “una progre”. La razón, pues militaba en el partido “socialdemócrata” (USDE) creado por Dionisio Riudrejo, el autor de “Cara al sol”, aunque más tarde lo hizo en el de Tierno Galván, quien según como parecía más de derechas que Dionisio.
Carmen fue considerada como “la Musa de la Transición” (Francisco Umbral), y como “la mano derecha” de Adolfo Suárez en una operación gatopardiana en el que los leones de la izquierda, no pasaron de domésticos gatitos. Se ha hablado de “escenas de sexo” y no ha faltado quien ha anotado que Suñer se escribe sin acento en la u, porque el mejor amigo del III Reich en la España de entonces no era como algún mal pensado pudiera creer, de origen catalán. Como se puede haber, la memoria histórica de los señores de este países se manifiesta en una suerte de “remake” de ¿Donde vas Alfonso XII? (Luis César Amadori, 1959), de momento Ruben Cortada se parece muchísi9mo a Vicente Parra. Además, se nota que Ruben ha estudiado el personaje a fondo y que ha debido de estudiar la hemeroteca del ARRIBA y del ABC para “meterse en la piel” del aquel hombre “que se hizo a sí mismo”.
Todo indica que no hay ningún cuidado en que la miniserie caiga en la “demagogia”.
Esto se desprende del enfoque ofrecido por la presentadora de la novela, ofreciendo detalles como el siguiente: “pese a vivir en un Madrid lleno de espías, donde todo se sabe, y más a ciertos niveles sociales, Sonsoles y Ramón, que inician su relación en 1940, pueden mantenerla en secreto hasta que nace Carmen, en 1942. Aunque a decir verdad -matiza- lo suyo fue un rumor a voces”. También ha declarado que “esta historia se podría extrapolar a la de la duquesa de Alba. Porque mujeres que han sabido ponerse el mundo por montera y que han desafiado las costumbres de la época, las ha habido y las habrá siempre. Lo mismo que amantes, porque ¿quién puede frenar a un corazón desbocado? Es imposible. Y esta mujer, Sonsoles –regresa a la protagonista de su obra–, instalada en la aristocracia de aquella época, casada con un marqués y musa de Balenciaga, al enamorarse perdidamente de Serrano Suñer, vio como su vida se daba la vuelta como un calcetín, pasando de tranquilidad a la zozobra y la angustia. Porque incluso cuando le decía a su hija, Carmen Díaz de Rivera, que llamara a su padre, no le decía llama a papá sino, llama al tío Ramón. Y tío Ramón le llamó hasta que se enteró que no era su tío, sino su padre. Y no fue porque se lo contara su madre, sino que lo hicieron otras personas, por lo cual nunca la perdonó. Y a partir de ahí, a él le llamó Serrano a secas”.
Con esta línea de preocupaciones, parece más que obvio que la trama hablara más de la ONCE (creada en Burgos en 1938), que del nazismo, de la responsabilidad de Serrano Suñer en la entrega de los exiliados republicanos para que los nazis hicieran con ello lo que quisieran “porque no eran españoles”, ni de otras historias a cual más tremenda, por las que a Serrano Suñer no tuvo que pagar ni tan siquiera aquellas 25 ptas con las que se multaba bajo Franco la falta de urbanidad. Serrano Suñer pudo envejecer sin que ningún juez le molestara, y sí alguno lo intentó se encontró con una protección mayor que la que tuvo Andreotti. Es más, un programa como España historia inmediata, que en realizó programas de gran valor testimonial, compensó a Serrano con tres capítulos en los que el “chico de la película”, pudo explicar sus complicidades nazis como sí estas hubieran sido “pecata minuta”.
No es esta la primera vez que una serie televisiva banaliza sobre algunos de los grandes genocidas del franquismo. En El tiempo entre costuras aparecían personajes influyentes del “Movimiento”, tipos reales del cariz de Juan Luis Beigdeber, Ramón Serrano Suñer, Rosalinda Fox y Alan Hillgarth. El primero, interpretado en la serie por Tristán Ulloa, fue un importante militar durante los primeros años de la dictadura franquista. Tal y como se narra en la novela, se convirtió en Ministro de Asuntos Exteriores una vez finalizada la Guerra Civil, en agosto de 1939. Un cargo en el que estuvo poco más de un año. El propio Francisco Franco le sustituía entonces por su cuñado Ramón Serrano Suñer. En la serie, en ningún momento se relaciona la situación a la que está sometida su Madrid popular con estos señores que se codean con jerarcas nazis y comparten con ellos fines y métodos.
Cosas así no se pueden dejar pasar.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
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