lunes, junio 27, 2016

Las Invasiones Inglesas: cuando Buenos Aires fue colonia británica



Durante 1806 y 1807 se producen las Invasiones Inglesas al Virreinato del Río de la Plata. El 27 de junio de 1806 los ingleses izaron la bandera británica y por el plazo 46 días gobernaron la ciudad de Buenos Aires.

Buenos Aires, una capital colonial

Buenos Aires fue designada capital del virreinato del Río de la Plata en 1776. De esta forma se convertía en un importante puerto vinculado a las acciones comerciales e intermediaria con el Alto Perú. En la actual Plaza de Mayo dos edificios marcaron la fisonomía de la ciudad colonial: el Fuerte y el Cabildo. El primero fue sede de los virreyes y gobernadores, estaba rodeado de muros con bocas para cañones, un puente elevadizo y un foso. El Cabildo fue la sede del gobierno: comerciantes, hacendados, funcionarios y el clero debatían los asuntos de la ciudad. En estos dos lugares, junto a las calles angostas cercanas al Río de la Plata, se desarrollaron los principales acontecimientos.

Planes británicos en América

Las disputas de las potencias europeas por las colonias americanas se enmarcaban en el proceso europeo de las guerras napoleónicas. Dos de las principales potencias (Francia y Gran Bretaña) se enfrentaban en el continente europeo y en las colonias. La independencia de las trece colonias americanas apoyada por Francia y España marcaron el inicio de estas disputas. Esta rivalidad fue leída por un grupo de latinoamericanos que solicitaron a Gran Bretaña su apoyo para la liberación de los realistas, entre ellos, el venezolano Francisco Miranda. El Plan Maitland de principios del siglo XIX y el encuentro de Miranda con Home Popham y el memorándum firmado en 1804 explicaban los planes acordados: un ataque para capturar los puertos de Buenos Aires y Montevideo y una invasión a Venezuela. Gran Bretaña garantizaría el libre comercio de las colonias liberadas.
La derrota de las tropas francoespañolas en Trafalgar (1805) por los ingleses fortalecieron los intereses británicos en las colonias españolas. Ante una Europa devastada por la guerra y los bloqueos que interrumpían el comercio, las colonias se convirtieron en botín de estas disputas. Mientras, Napoleón se consolidó en el continente con la anexión de Viena y la posterior organización de la Confederación del Rhin (1806-1813) que incluía 16 Estados alemanes bajo su poder.

La primera invasión a Buenos Aires

La preparación de la primera invasión inglesa (1806) se realizó en El Cabo (Sudáfrica). Al mando de Popham los británicos toman El Cabo y organizan desde ahí la invasión a Buenos Aires. Para esta tarea, Inglaterra envió un batallón de infantería ligera: el regimiento 71 de Cazadores escoceses (Highlanders). Al mando de la operación se designó a Guillermo Carr Beresford y la flota se completaba con 5 buques de guerra y 5 veleros; en ella viajaban 1.500 soldados y seis oficiales.
En Buenos Aires, el virrey del Río de la Plata, Sobremonte, desconfiaba de los rumores del ataque británico, pensando que sólo atacarían Montevideo. Por lo tanto, ante la presencia de las tropas inglesas intervino de forma improvisada.
El 24 de junio de 1806, la flota inglesa ya se encontraba en Punta Lara y un día después en Quilmes. El 26 de junio los ingleses dispersaron a las tropas al mando de Pedro Arce que intentó detenerlos en su marcha a Buenos Aires. Un día después, por la zona sur, Beresford cruzó el Riachuelo ingresando por el paso de Barracas. El virrey Sobremonte no presentó resistencia y se retira hasta Córdoba para organizar las tropas desde ahí.
El relato de que llevará consigo los tesoros reales en su huida, es parte de un mito. El tesoro que tenía en su poder fue entregado a pedido del Cabildo el 5 de julio. El Cabildo entregó el dinero a las tropas británicas y unos días después navegó por el Atlántico hasta que fue depositado en el Banco de Londres. Luego con el tesoro se pagó a los principales cargos británicos que actuaron en el Río de la Plata.
Cerca del mediodía del 27 de junio de 1806, Beresford se dirigió al fuerte y asumió el gobierno en nombre del rey Jorge de Inglaterra. Durante 46 días, la bandera británica flameó en Buenos Aires. A pesar de esto, decide mantener en funciones el Cabildo, la protección del obispo, las pertenecías de la iglesia y las garantías civiles.

Libre comercio y esclavitud

Entre las principales medidas que tomó, reglamentó el libre comercio y la dependencia inglesa. El Reglamento de Comercio establecía la abolición de los impuestos internos de exportación pero también garantizaba lo mismo para la importación (predominantemente británica). Esta medida afectó a los sectores monopolistas españoles, por esto, Martín de Álzaga será uno de los principales comerciantes españoles que organiza la resistencia.
Otro decreto se refiere a que los esclavos mantendrían su carácter reafirmando su condición de potencia esclavista: “permanecen en el mismo estado en que estaba, sin variación alguna, que deben estar sujetos a sus amos, obedecerlos en un todo con absolutista subordinación, y no andar ociosos por las calles, bajo las más rigurosas penas que tenga a bien imponer el Excmo. Señor Mayor General Británico” (1).

La defensa de Buenos Aires

“Fue sólo cuando Beresford indicó claramente que lo único que podía otorgar era el status de colonia inglesa en cambio del de colonia española, cuando el celo patriota consideró oportuno expulsar al intruso británico” (M. Peña, 1973)
La cita de Peña explica que el problema de fondo no fue que la clase dominante criolla estuviera en contra del protectorado inglés (aunque manteniendo su autonomía), sino que no estaba dispuesta a mantener la situación colonial.
La defensa de Buenos Aires contó con tres principales actores: el mencionado Martín de Álzaga, Santiago de Liniers y Martín de Pueyrredón. Liniers fue el comandante de la resistencia reclutando tropas en Buenos Aires y Montevideo. Si bien este aspecto es el más destacado en el relato histórico de impronta militarista; hay una combinación de distintak481s acciones: la organización de la recluta de gauchos y paisanos de la campaña y la formación de guerrillas populares urbanas (3 mil hombres y mujeres) entre la que destacó Manuela Pedraza.
Para la derrota de las tropas británicas se produjeron distintas acciones: luchas en la campaña y la ciudad, la entrada de las tropas de Liniers por el norte de la ciudad, las de Pueyrredón en las costas (donde participó Güemes), con importantes movilizaciones populares y la organización de los vecinos desde sus viviendas.
El 12 de agosto, Beresford se rindió acorralado por la multitud en el Fuerte. Luego, en las primeras horas de la tarde, entre los acordes de las gaitas escocesas, entregaron al Cabildo las armas y la bandera del regimiento 71. La defensa de Buenos Aires dejó un saldo de 49 muertos de las tropas británicas y 58 de los defensores.

Una salida medida por el Cabildo y militarista

Durante tres días se festejó la reconquista. Sobremonte pretendió arrogarse el triunfo a pesar de no haber participado, hecho que generó un amplio repudio entre los sectores que habían enfrentado a las tropas británicas quiénes pidieron su destitución. El 14 de agosto se celebró un Cabildo abierto, afuera una multitud de 4.000 pobladores pedía la renuncia del virrey. A pesar de esto, los cabildantes optaron por una forma mediada: Sobremonte continuó con el cargo de virrey, pero fue despojado del poder militar (otorgado a Liniers) y el político que recayó en la Audiencia.
La destitución del virrey hubiese significado la pronta organización de una nueva forma de gobierno y el predominio de los grupos burgueses que estaban adquiriendo más peso no solo económico sino militar. Es la elite criolla dominante (expresada en el Cabildo) la que otorgó a Liniers un rol protagónico (al menos por un corto tiempo). En sus facultades, convocó a todos los hombres de entre 16 y 50 años para sumarse a los distintos batallones que cuidarían a la ciudad frente ante posibles ataques de las potencias extranjeras. Se conformaron 10 batallones (5 de criollos y 5 de españoles). Además de los Cuerpos de Marina, Artillería, Caballería, Blandengues, Dragones entre otros. Otro agrupamiento como la Legión Patricia al mando de Cornelio Saavedra, es considerado como los antecedentes directos del Ejército Nacional.
El 7 de noviembre de 1806 los jefes de los cuerpos pidieron al Cabildo que ordenara que todos los que no se habían alistado lo hicieran en un plazo de 4 días sin excepción, sino serían sospechosos para la patria. De esta forma se efectúo un empadronamiento forzoso de los sectores populares que habían defendido a Buenos Aires de la invasión inglesa, para ponerlos al servicio de los intereses de los grupos dominantes.

Hernán Perriere

1. Miguel Lobo, Historia General de las Antiguas Colonias Hispanoamericanas. Miguel Guijarro: Madrid 1875.

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