lunes, junio 27, 2016

El 27 de junio de 1975, primer paro general contra un gobierno peronista



El 27 de junio de 1975 más de 100.000 obreros ocuparon Plaza de Mayo contra el gobierno de Isabel Perón y llevaron a cabo el primer gran paro general de la clase obrera argentina contra un gobierno peronista.

El 4 de junio de 1975 Celestino Rodrigo, ministro de Economía, anuncia un paquete de medidas que trascendería bajo el célebre apodo de “Rodrigazo”. Se termina así con el “Pacto Social” que desde 1973 regía la relación entre los patrones, el Estado y los trabajadores. Se trataba de un ajuste que beneficiaba al capital local y financiero más concentrado, una política de shock para revertir la crisis económica.
Entre las medidas tomadas se encuentra una devaluación del peso con relación al dólar que oscila entre el 80 y el 160% y un aumento sideral de los precios que en algunos casos llega al 180% como en las naftas o el 75% en las tarifas de colectivos. Otra medida que exacerbará el ánimo obrero y predispuso a los sindicatos dirigidos por la burocracia peronista contra el plan fue el anuncio del congelamiento de las paritarias y el establecimiento de los topes salariales.
La respuesta de los trabajadores no se hizo esperar y corrió por cuenta de la base obrera y el activismo. La punta del conflicto fue la IKA Renault de Córdoba donde el 2 de junio los obreros en asamblea deciden contestar a los todavía rumores sobre el plan económico con un abandono de tareas. El ejemplo ganará a las fábricas del interior del país –esencialmente Córdoba y Santa Fe– y del Gran Buenos Aires. Pese a las derrotas previas sufridas por las vanguardias que venían del Cordobazo, del primer clasismo (Sitrac-Sitram), de Luz y Fuerza Córdoba (Agustín Tosco), del SMATA Córdoba (René Salamanca) y de la combativa UOM Villa Constitución (Alberto Piccinini), la clase obrera de Córdoba, Santa Fe y Mendoza jugará un papel de primer orden en los acontecimientos.
Las medidas de lucha se multiplican y se imponen paros por gremios a escala provincial que en algunos casos toman el carácter de paros regionales. El movimiento se va extendiendo a nivel nacional y el enfrentamiento con la burocracia cobra presión. En la zona norte del Gran Buenos Aires –donde se distinguen por su combatividad los obreros de las automotrices y de los Astilleros de Tigre y San Fernando– se inicia en dos oportunidades la marcha hacia la Capital, intentando llegar a las sedes del SMATA y de la UOM para demandar directamente a los dirigentes. En el primer caso, el intento es liderado por los obreros de la Ford y de astilleros Astarsa, en el segundo por los trabajadores de General Motors. Se producen además ocupaciones de fábricas en la misma Astarsa y, en Córdoba. Grandes Motores Diesel.
La burocracia sindical –encabezada por Lorenzo Miguel– se ve obligada a cambiar su actitud y exige a Isabel la homologación de los convenios. Para ello convoca para el 27 de junio a una jornada contra el plan Rodrigo, en apoyo a la presidente y por la rápida homologación. Sin embargo, el empuje de la base transforma la movilización dominguera de la burocracia en un virtual paro general donde más de 100.000 manifestantes desafían la militarización y el Estado de Sitio, copando la Plaza de Mayo reclamando la renuncia de Rodrigo y López Rega. “Dame una mano, dame la otra, dame a Rodrigo que lo hago pelota” o “queremos la cabeza de los traidores Isabel, Rodrigo y López Rega”, son algunas de las consignas que se agitan entre los manifestantes. Por primera vez en toda su historia la clase trabajadora levantará demandas políticas enfrentando al gobierno peronista.
A pesar de la extraordinaria movilización, el 28 de junio Isabel anuncia su negativa a homologar los convenios. El ministro de Trabajo, Ricardo Otero, hombre de la UOM, renuncia a su cargo luego de correr alrededor de la mesa de reunión del gabinete al ministro Rodrigo para propinarle una golpiza. La burocracia quedará enfrentada, a su pesar, al gobierno aunque no toma medidas para ahondar la lucha. La actitud de los dirigentes es de prescindencia. Casildo Herrera (Secretario General de la CGT) y Lorenzo Miguel (UOM) se van a Ginebra al Congreso de la OIT, de donde regresarán recién el 1º de julio.
La situación política pega un giro brusco y desde el 27 de junio existirá en el país una huelga general de hecho que supera a la burocracia sindical peronista que no logra contener la movilización ni con el matonaje de sus gangsters integrantes de las bandas fascistas de las Tres A. Desde las comisiones internas y cuerpos de delegados se gestarán las coordinadoras interfabriles, que serán organizadoras de todo este proceso. Se llamaban Coordinadoras de Gremios, Comisiones Internas y Cuerpos de Delegados en lucha y expresan un fenómeno antiburocrático del corazón del movimiento obrero. Las fábricas que las constituyen venían de un proceso de lucha contra el pacto social bajo el gobierno de Perón en donde se va descabezando a las direcciones burocráticas poniendo al frente a delegados combativos. Organizadas por zona, nucleaban a las fabricas y al activismo más combativo de la clase trabajadora. En las coordinadoras de las zonas norte, sur, oeste, del Gran Buenos Aires y de la zona de La Plata, Berisso y Ensenada, participaban 129 fábricas y 11 seccionales sindicales que agrupaban a más de 120.000 trabajadores.
La clave serán las comisiones internas recuperadas, de distintas fábricas que se unen traspasando la frontera de los gremios. Desde allí partirán los piquetes para extender el movimiento y consolidar la nueva organización que se está gestando. Serán las asambleas de fábrica donde actúan las coordinadoras las que marcarán, en gran parte, el ritmo de los acontecimientos. Así tomaba nota la burguesía argentina del fenómeno: “Las fábricas de la Capital y alrededores quedaron en su mayoría paralizadas cuando sus operarios resolvieron detener actividades, algunos permanecieron en los establecimientos, otros se encaminaron a la sede de la CGT (...). En ningún caso quedó constancia de decisiones tomadas por la respectivas conducciones gremiales” (La Opinión, 1º de julio de 1975).
Las coordinadoras representan además una tendencia a la ruptura con el peronismo y por ello las corrientes de izquierda tienen gran peso en su interior. En primer lugar la JTP (Montoneros), el PRT, el Peronismo de Base, el PST y otras corrientes menores como Vanguardia Comunista o Política Obrera. Las coordinadoras constituyeron un verdadero poder fabril a nivel de las empresas y cuestionaban el poder de la burocracia sindical. El peronismo de izquierda y el PRT-ERP desde entonces intentarán limitar el alcance de las coordinadoras negándose a plantear que el objetivo debía ser la caída revolucionaria del gobierno de Isabel Perón mediante la huelga general y las ocupaciones (el PST tampoco planteó esta política).
Más tarde, las Coordinadoras realizarán su primer plenario nacional y votarán realizar una movilización el 3 de julio en la Capital Federal, preludio de la extraordinaria huelga general del 7 y 8 de julio que la burocracia sindical se verá obligada a llevar a cabo terminado con el Plan Rodrigo y obligará a la renuncia de López Rega (estos hechos serán objeto de próximas notas). Pero el 27 de junio, será el primer gran capítulo de esta página gloriosa de los trabajadores argentinos.

Facundo Aguirre
Ruth Werner @RWlaruta99
Autores de Insurgencia obrera en la Argentina (1969-76), Ediciones IPS, Bs. As., mayo de 2009. Próximamente Tercera edición.

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