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domingo, octubre 02, 2016
Giangiacomo Feltrinelli, un editor singular
La vida de un quijote anti-fascista, narrada por su hijo.
Hay editores que se han movido en la cresta de la ola, sirviendo sus publicaciones para acompañar / alimentar los sueños y las luchas en los años plenos de esperanzas del siglo pasado. Un lugar de honor en lo que digo le cabría al editor italiano, que compartiría sus méritos con François Maspero, a bastante distancia le seguirían otros que o bien por minoritarios/ escorados no llegaron a cobrar tanta relevancia, o bien por la fugacidad de sus obras implicadas, que se ciñeron a unos momentos muy precisos de su producción. Los dos nombrados eran verdaderos dinamizadores que no solo editaban sino que abrían librerías que se erigían en el centro de debates, al tiempo que mantenían contactos e iniciativas con los diferentes movimientos revolucionarios que en el mundo eran. Pero vamos con el italiano, Giangiacomo Feltrinelli( 1926-1972), cuya vida fue lo suficientemente intensa como para alimentar un libro; es el caso..
Un día de estos se pone a la venta un libro, editado por Anagrama, que da cumplida cuenta de los avatares de la vida de este hombre de vida breve; la versión que ahora ve la luz está revisada con respecto a la que fue publicada por acá por Tusquets Editores en 2001. « Señor Service. Biografía de un editor»; su autor el hijo del biografiado, Carlo Feltrinelli. El título recoge la marca de cigarrillos que fumaba el protagonista.
El hijo entrega un libro, como no podía ser de otro modo, plenamente cercano y sintiente, revelándonos no solo las idas y venidas de su progenitor sino la historia de l familia en su totalidad. Desde el ambiente familiar hasta la vida pública de su padre son las que toman el centro de gravedad de las más de cuatrocientas páginas. Conoceremos, muerto su padre y habiendo heredado junto a su hermana una nada desdeñable cantidad de bienes muebles e inmuebles, sus intentos por crear un instituto del movimiento obrero, internacional, que sirviese para conocer la voz de los sin voz, aquellas voces silenciadas por los poderes dominantes, ya que el millonario tenía plena confianza en que la emancipación de los humanos vendría de l mano de la clase obrera.
La infancia la vivió en la soledad del acomodado hogar, rodeado de selectos preceptores ya que los constantes viajes familiares le impedían cursar unos estudios ,digamos que, normales. abandonado de su madre, viuda desde que su marido falleció cuando el pequeño Giangiacomo tenía nueve años. Las relaciones con su madre inexistentes o cuando se daban eran tensas hasta los límites de la imposibilidad; vemos que a su abuelo le odiaba lisa y llanamente lo cual hacía que desde niño tenía más relación con los jardineros y la gente del servicio que con sus familiares. Finalizada la segunda guerra mundial el joven se alista con una expedición de voluntarios que guiados por el ejército norteamericano ascendían hacia el norte con el fin de limpiar los restos de focos fascistas todavía existentes. Un año más psó hasta que por medio de un referéndum los italianos votaran por la república, poniendo fin al último reinado que rigió el país; el rey se enteró de la nefasta noticia en casa de la madre del futuro editor.
No fue escasa la ayuda que Giagiacomo Feltrinelli aportase a la potente federación milanesa del PCI, si bien Togliati tenía encargado a algunos de su militantes más fieles para que controlasen sus ídas y venidas y sus relaciones con elementos díscolos del partido. Fue la ruina de la editorial del poderoso partido de Togliati, la que hizo que surgiese la editorial Giangiacomo Feltrinelli editore, al hacerse cargo éste de los restos de la moribunda casa editora.
Sin lugar a dudas, dos años después de hacerse cargo de la empresa, logró el primer acierto y éxito al publicar, en 1958, el « Doctor Zivago» de Boris Pasternak; obra se publicaba por primera vez, tras haberle llegado a Feltrinelli de manera realmente rocambolesca. La publicación no gustó a los soviéticos que la habían prohibido, a la vez que habían tendido uno y mil obstáculos para que el autor no pudiera viajar a recibir el premio Nobel, haciendo que Pasternak, enfermo y solo se hundiese en la desesperación hasta que le sobrevino su muerte, dos años después. Las quejas airadas de los soviéticos no se hicieron esperar, del mismo modo que el partido pro-soviético de Togliati tampoco disimuló su descontento, ya que tal asunto originaba roces entre los partidos , dichos, hermanos. El PCUS, y sus defensores italianos, hicieron todo lo posible por evitar que el libro viese la luz, mas el editor se mantuvo inflexible, y no solo eso sino que no cesó de enviar ayuda a la familia del escritor- viuda e hija que habían sido enviadas a un campo de trabajo- …muchos fueron los dólares que se perdieron, no llegando a su destino o haciéndolo medio año después, en algunas ocasiones.
Dos años después. Un nuevo éxito: « El gatopardo» de Lampedusa, luego vendrían la edición de los libros del Che, de Gabriel García Márques, Jorge Luis Borges, Karen Blixen, etc., etc., etc. Ya convertido en un editor, con todas las de la ley, su empeño era cambiar el modo de relación con los escritores, tratando con ellos todos los detalles , hasta los más nimios, a la hora de publicar sus obras; también decidió solucionar los problemas de distribución, abriendo para ello librerías propias en diferentes ciudades italianas.
Sus viajes a Cuba le arrastraron a establecer uan estrecha relación de amistad con Fidel castro, a pesar de que como anotaría en su diario le sorprendía desagradablemente las opiniones del comandante en jefe en lo referente a la homosexualidad , del mismo modo que sus ideas acerca del arte y la literatura le resultaban francamente toscas. A pesar de esas cuestiones, volvió a la isla y su amistad con Castro se hizo más fuerte todavía, pasando horas juntos, charlando, jugando a baloncesto, etc. Fue precisamente en La Habana en un congreso en donde Feltrinelli declaró con furia solemne que había que pasar de la crítica de los libros a la crítica de las armas, detallando los planes para poner en marcha un foco de guerrilla en Italia…El documento microfilmado cayó en manos de la CIA que se los comunicó a las policía italiana que se tomó el asunto como una broma. Cada día más implicado con las luchas viajó a Bolivia para reclamar la puesta en Libertad de Régis Debray; fue expulsado del país. Tiempo después una pistola suya fue utilizada en un tiroteo contra el embajador boliviano en Alemania…investigado al respecto, Feltrinelli fue considerado inocente.
Cada vez más volcado en la lucha, y tomándose al pie de la letra la consigna del Che de crear varios Vietnams, el editor, convertido en Osvaldo, trató de convencer a militantes, bandidos y pastores, en Cerdeña, para iniciar allá una guerrilla en el Mediterráneo. En aquellos tiempos comenzaron a darse bombazos contra bancos, estaciones…tensión organizada por la extrema derecha, por los servicios secretos italianos y/ o americanos…o por todos ellos conchabados; la amenaza de un posible golpe de estado , como recientemente se habían dado en otros países, también le preocupaba hondamente . Convertido en un clandestino, y habiendo convencido a algunos de sus antiguos amigos , pasó a la acción, y solamente se veía con su hijo-el autor del libro del que hablo- o bien, en el extranjero o bien , en extraños lugares a los que acudía viajando en trenes, en segunda o tercera clase, con documentación falsa( en la ilustración de este artículo puede verse , el último carnet que utilizó)…Al final, en la noche del 14 de marzo de 1972, su cuerpo quedó destrozado cuando le estalló el artefacto que iba a colocar y que iba a dejar media ciudad de Milán a oscuras…
La noticia pilló por sorpresa a todo el mundo, y fue un mundo , de jóvenes y de anti-fascistas de todas las edades, el que acompañó el féretro con sus restos, cortejo de más de diez mil personas, que a pesar de ser prohibido desfiló, ante la impotencia de los carabinieri gritando vivas al fallecido y mueras al Estado.
Un editor que dejó huella en una época y que fue un hombre comprometido hasta…la vida, hasta la muerte.
Iñaki Urdanibia
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