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miércoles, noviembre 09, 2016
El triunfo de Donald Trump
Caída de las bolsas de todo el mundo tras la victoria del republicano.
El triunfo de Donald Trump en la elección norteamericana sólo puede resultar sorpresivo para aquellos que no han apreciado la real dimensión de la crisis capitalista.
El candidato republicano se convirtió hoy en el presidente electo de Estados Unidos al imponerse en los decisivos estados de Florida, Ohio y Carolina del Norte. Pero también lo hacía en el llamado Rust Belt, el cinturón industrial del norte del país avasallado por la desocupación y el crecimiento de la pobreza.
Trump ha explotado a su favor la crisis económica y ha ganado la elección a pesar de tener en contra al grueso de la burguesía, que se encolumnó con Hillary, e incluso a una parte de su propio partido. Está en duda, sin embargo, que Trump pueda llevar adelante su programa.
La caída de las bolsas del mundo refleja la incertidumbre ante la nueva etapa política.
Emergente derechista y fascistizante de la crisis, así como del empantanamiento del imperialismo, Trump desenvolvió planteos proteccionistas de oposición a los tratados de libre comercio y de levantamiento de mayores barreras a las importaciones presentándolo como un viraje necesario frente a una crisis que no ha sido superada. El lema de campaña de Trump, “Hagamos grande a Estados Unidos otra vez”, da cuenta del declive norteamericano. Hillary también se había visto obligada a asumir planteos proteccionistas, revelando un debate de fondo en la burguesía yanqui sobre el impasse económico.
Otra de las manifestaciones políticas de esta crisis había sido la emergencia por izquierda de la precandidatura de Sanders, que obtuvo diez millones de votos contra Hillary con sus planteos de aumento del salario mínimo y cese de los aranceles universitarios, entre otros planteos. Pero terminó transformándose en un soporte de la candidatura de Hillary en nombre del 'mal menor'.
Los que han presentado a Trump como un candidato militarista omiten señalar que en realidad ambos candidatos, en la campaña electoral, prometieron una acentuación de la política belicista. Estas tendencias se encuentran presentes en la crisis. De hecho, la administración de Obama reforzó un estado de excepción por el que pertrechó con armamento de guerra a las fuerzas policiales y sofocó con la guardia nacional los levantamientos populares contra el 'gatillo fácil' -otra señal de la profunda 'grieta' social norteamericana.
Obama patrocinó la coalición que bombardea Siria y es bajo su gobierno que se produjo un fortalecimiento de la presencia militar yanqui en el Pacífico. Hillary estaba destinada a dar un salto en esta política.
Es indudable que la elección norteamericana no puede ser sustraída de un proceso de alcance más general que ha incluido un salto en la desintegración de la Unión Europea (“Brexit”), trescientos días sin formación de gobierno en España, y en la periferia, el derrumbe de los regímenes nacionalistas latinoamericanos y los vaivenes de sus relevos derechistas, así como el triunfo del 'No' en Colombia contra la campaña de toda la 'comunidad internacional'.
La inmensa frustración provocada por la gestión de Obama también ha contribuido a este desenlace político.
La bancarrota capitalista es la partera de estos cimbronazos políticos.
Gustavo Montenegro
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