martes, noviembre 15, 2016

La necesidad de poner a la CNU y sus crímenes en la memoria colectiva



Daniel Cecchini y Alberto Elizalde Leal presentaron la segunda edición del libro sobre la banda criminal de ultraderecha que, tras actuar en La Plata y Mar del Plata, se integró a la Triple A.

El jueves a la tarde un centenar de personas se reunió en el Liceo Víctor Mercante de la ciudad de La Plata, el colegio dependiente de la UNLP donde hace tres años se había presentado la primera edición de La CNU. El terrorismo de Estado antes del golpe.
Aunque en esta oportunidad muchas caras se repitieron, tanto en la mesa de oradores como en el público, y hasta el título del evento era el mismo, la necesidad de estar era renovada. Es que los periodistas Daniel Cecchini y Alberto Elizalde Leal presentaban una segunda edición, ampliada y corregida, del libro que “habla de víctimas luchadores sociales, de sus verdugos intelectuales y matones, de sus coberturas estatales, políticas y sindicales; pero también de paredes, casas, esquinas, edificios, baldíos, plazas y ministerios” de La Plata.
Ni La Plata ni “El Liceo” fueron elegidos al azar para esta presentación. La capital bonaerense fue uno de los epicentros, con Mar del Plata, de los crímenes fascistas y sanguinarios cometidos por la Concentración Nacional Universitaria (CNU) en los años previos a la dictadura cívico-militar.
Precisamente ese colegio secundario estuvo copado durante la primera mitad de la década de los 70 por una patota. Y no sólo en el departamento de Disciplina, desde donde se amenazaba a los estudiantes de día y se salía a matar de noche, sino desde la dirección, cuando estuvo ocupada por Miguel Ángel Maldonado, alias El Cacique, quien al decir de uno de los autores del libro “hoy es defensor de asesinos de mujeres con sus peritajes psiquiátricos y como experto mediático”.
La segunda edición del libro de Cecchini y Elizalde Leal salió por el sello “Dos Perros Ediciones” y se presentará el próximo 18 de noviembre en el auditorio del sindicato Luz y Fuerza de Mar del Plata. Anteayer en La Plata acompañaron a los autores el historiador Juan Carnaghi y la abogada patrocinante de querellantes en juicios de lesa humanidad Guadalupe Godoy.

Investigación, notas y libros

Parte del cuerpo del libro está constituido por artículos que los autores publicaron durante cuatro años en el semanario Miradas al Sur, los que compilados se constituyeron en un documento excepcional para conocer y comprender el accionar de una de las bandas parapoliciales de ultraderecha más emblemáticas de la historia argentina.
Respecto al trabajo realizado con el libro, Elizalde Leal dijo que “cuando uno se encuentra ante los hechos en verdad se encuentra ante el relato de los mismos. Y la única forma de determinar si ese relato es verosímil es investigar. Y a veces se depende del testimonio de alguien. Y a veces de un documento. Cuando se hurga en hechos que ocurrieron hace cuarenta años los documentos no siempre se encuentran y hay que escarbar en las palabras de las víctimas, de los amigos e inclusive de aquellos que no están”.
El periodista, exmilitante del PRT y editor Miradas al Sur hasta su cierre, recordó que cuando empezaron la investigación “había una especie de muro del silencio sobre el tema. No sólo que no había casi nada en lo público sino que mucha gente no se acordaba e incluso tenía todavía un poco de temor de hablar. Y claro, si había dos tipos en el Senado, otros en el Poder Judicial o en la política, y bueno, costaba meterse con eso cuando hay tanta gente influyente que formó parte de esa banda”.
Por su parte Cecchini, también exmilitante del PRT y compañero de Elizarlde Leal en Miradas al Sur, dijo que lo que pretendieron con su investigación, y en parte lograron, “fue sacar parte del núcleo de verdad que tiene todo mito y ponerlo con los hechos. En 2010 un día Alberto me dice ’tendríamos que investigar a la CNU’, algo que nunca se me había ocurrido ya que no había nada sobre el asunto, más que un relato oral de personas que habían vivido los hechos. Cosas que estaban en el recuerdo pero no en la memoria”.
Sobre el proceso de trabajo, Cecchini dijo que “al principio fue muy difícil, por ese muro del silencio del que habla Alberto. Salían muchos recuerdos charlando con gente en un café o en un asado, pero cuando la cosa era más seria y se iba a escribir, de pronto aparecían ciertas amnesias. Y documentación no hay, porque la CNU ni siquiera tenía la burocracia de los milicos que tenían sus organigramas de los centros clandestinos de detención”.
Para graficar los alcances y reciclajes de los miembros de la CNU, los autores dijeron que mientras investigaban les han “planteado cuestiones tales como ’che, guarda que están nombrando a éste que es director de Relaciones Legislativas de la Cámara de Diputados; y éste el director legislativo de la Cámara’. Nosotros trabajábamos en Miradas al Sur, un diario que si bien era crítico era cercano al kirchnerismo. Entonces nos decían ’mirá que el Pipi es asesor de Frente para la Victoria en la Cámara de Senadores y fue funcionario de la Municipalidad de La Plata con Alak, que justo en ese momento era ministro de Justicia de la Nación. En medio de la investigación recibíamos llamados de diputados que nos decían ’che, no se metan con Pipi que es buen tipo, que es compañero’”.
Cecchini alertó sobre que “ha habido amenazas a los testigos y las sigue habiendo. Y eso es posible por el entramado que hace que la CNU esté metida todavía en La Plata y en Mar del Plata. Acá, cuando se juzgó solamente a los militares es como las cosas estaban ’claras’. Hasta la derecha demonizó a los milicos y dejó que se los juzgara. Ahora, ¿qué pasa con los empresarios y los cómplices civiles, que son tan culpables del genocidio como ellos? La CNU fue parte de esos civiles”.
“La valentía de familiares y de sobrevivientes, que dieron sus testimonios, más nuestros propios rebusques y contactos para obtener fuentes nos permitieron iniciar la investigación”, dijo Cecchini. Y afirmó que a partir de esos primeros pasos, “semana tras semana, fuimos publicando información. Y ahí fue apareciendo más gente que decía ’yo tengo algo para contar, yo sé lo que pasó acá, fíjense que fulano está trabajando en tal lado’. Así, de apoco, fuimos reconstruyendo la historia criminal de este grupo de terrorismo de Estado previo al golpe”.

El estado judicial

Durante la presentación se habló de las causas que se abrieron en Mar del Plata y La Plata contra asesinos y miembros de la CNU, tras décadas de recopilación de pruebas y testimonios de sobrevivientes y familiares de víctimas.
Guadalupe Godoy, quien integra el colectivo Justicia Ya! y fue una de las abogadas de Jorge Julio López junto a Myriam Bregman, planteó que “los miembros de la CNU que están siendo juzgados en Mar del Plata, en los años 90 eran fiscales federales, abogados renombrados que nos daban clases en la facultad. Haber podido visibilizar todo esto, como pasa también en La Plata, es una de los grandes logros” de la investigación.
La abogada agregó que en las causas por los delitos cometidos por la CNU se agregan varias dificultades a las ya existentes en otros juicios de lesa humanidad. Una de ellas es “la negativa a investigar seriamente sobre estos hechos”, ya que que muchos de quienes integraron la CNU más tarde serían personajes con mucha “inserción política” y “fuerte influencia en el Poder Judicial federal. Eso lo padecimos mucho cuando fue la detención de (Juan José) Pipi Pomares, donde circulaban muchos actores políticos tratando de favorecer su situación. También lo vimos en la fragmentación intencional de las causas. Por suerte uno de los hechos investigados llegó a juicio, que es por el homicidio de Urrera, Satich y Miceli, donde mueren todos en el mismo hecho. Pero incluso ahí también se dividió la causa, yendo sólo uno de ellos a juicio mientras la prueba más pesada contra Pomares quedó del lado de los otros dos casos en instrucción”.
El primer juicio por crímenes de la CNU en La Plata ya tuvo varias postergaciones. Iba a realizarse este año, pero hubo varios traspiés. Las promesas del Poder Judicial dicen que comenzaría finalmente en 2017. “Hubo renuncias generalizadas en el Tribunal 1 y el panorama es complejo. Ya tenemos a dos jueces nombrados para el nuevo tribunal y falta uno, que llevará meses que se nombre”, manifestó Godoy. Y agregó que “ya hubo una suspensión del juicio, donde la mayoría de los testigos ya estaban notificados por los programas de contención. Todos sabemos lo que genera en quienes tienen que testimoniar el enfrentarse a un juicio así”.
En ese sentido, Godoy vaticinó que “el juicio va a ser un desafío, por todas estas dificultades que ya dije. Pero a la vez son en La Plata, una ciudad que en los últimos años ha tenido la virtud de generar una enorme capacidad de movilización social alrededor de estos juicios, algo que no sucede en otros lugares del país. Hay mucha conciencia del momento por el que se está pasando, así que seguramente va a ser un juicio con el acompañamiento que requiere”.
Por eso sentenció que “va a ser muy importante que los autores del libro vayan al mismo a dar testimonio sobre todo lo que investigaron en estos años”.

Archivos

La Izquierda Diario consultó a los autores del libro qué opinan sobre el ocultamiento de los archivos de la dictadura por parte del Estado nacional y provinciales y de la Iglesia Católica, en el marco que esta semana la Comisión Provincial por la Memoria presentó ante la Justicia una serie de archivos de la Dirección de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (Dippba) que comprueban que el actual fiscal general de Mar del Plata, Fabián Fernández Garello fue espía de esa tenebrosa dependencia durante la dictadura.
Al respecto Alberto Elizalde Leal dijo que “como una dictadura no la hacen cuatro milicos, sino que tiene un apoyo de parte de la sociedad, la Iglesia va a mostrar lo que le convenga de los archivos y todo el mundo va a mostrar lo que le convenga de los archivos”.
Cecchini reflexionó acerca de que “ningún ejército victorioso tira por la borda sus archivos. Hay serios indicios de que pocos días después de las elecciones de 1983 un avión aterrizó en España y de allí se descargaron microfilms con archivos de la dictadura. Todavía no está comprobado pero tiene cierta lógica, porque los tipos, militarmente, de alguna manera ’ganaron la guerra’. Esa información, que es mucha, es la principal. Ahí está quién hablaba con los jefes de la Ford sobre a quiénes había que marcar o cuánta plata ponía el señor Blaquier en Jujuy para colaborar en el genocidio. Por eso, este es un tema de relaciones de fuerza. El día que un gobierno popular revolucionario, por decirlo de alguna manera, tenga la capacidad para lograr que esos archivos sean conocidos por el pueblo, bueno, los tendremos”.

Daniel Satur @saturnetroc

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