lunes, noviembre 14, 2016

La Batalla de Stalingrado: el día que el fascismo perdió la guerra



Hasta las cifras más conservadoras estiman el número de muertos en un millón. El avance del frente de Stalingrado alcanzó los 180 kilómetros, mientras que las operaciones a lo largo del frente suroeste llegaron a los 150 kilómetros.

Los generales alemanes percibieron la aplastadora derrota de la Wehrmacht como poco menos que un fiasco ignominioso. Ni Hitler ni ellos se habían preparado para otra cosa que no fuera una campaña victoriosa.
En la primavera de 1942, cuando el alto mando alemán había empezado a preparar una campaña diseñada para vengar la derrota a las puertas de Moscú, el mariscal de campo Gerd von Rundstedt sugirió a Hitler que se concentrara en la defensa de las victorias del este, posiblemente hasta retirarse a la frontera entre la Unión Soviética y Polonia.
El Führer no estaba de acuerdo, la derrota de Moscú aún le dolía, mientras que una ofensiva alemana exitosa podría haber persuadido a Turquía de unirse a la guerra, y hacer posible una invasión de Irán. Hitler llegó incluso a formar una división ‘F’, que hablara con soltura árabe y otros idiomas de Oriente Medio, preparada para operaciones en la región.
Hitler puso mucho empeño en el éxito de la operación de Stalingrado. Persuadió a Mussolini para que enviara al 8º Ejército italiano al frente del este, al que se unió el 2º Ejército húngaro, y los 3º y 4º rumanos. En una conferencia de líderes del Eje, Hitler presumió de que sus esfuerzos conjuntos “privarían a los rusos de sus bases de petróleo, lo cual se traduciría en su completa derrota”.
Documentos alemanes oficiales del periodo 1942-43 muestran un cambio tardío en las operaciones, de ofensivas a defensivas. De hecho, a partir del 23 de noviembre de 1942, cuando los tanques soviéticos prácticamente rodearon los 6º y 4º Ejércitos alemanes, los documentos indicaban un cierto pánico, destacándose las palabras ‘incursión rusa’.
El mariscal de campo Paulus agregó dos divisiones de tanques (16ª y 24ª) en un intento por detener el avance ruso, sólo para ver cómo los tanques de defensa rusos los borraban del mapa. Viendo la realidad de la situación, el mariscal de campo Erich von Manstein sugirió a Hitler que el 6º Ejército debía dispersarse y dirigirse hacia el oeste, pero el mariscal del Reich, Hermann Goering, le interrumpió presumiendo de que podría transportar suministros a las unidades rodeadas por aire. A Goering le apoyaron el mariscal de campo Wilhelm Keitel, el general Alfred Jodl y otros líderes militares nazis.
Y cuando Hitler le preguntó por última vez si Stalingrado debía ser evacuado, Keitel respondió: “Mi Führer, no abandone el Volga”.
El 12 de diciembre de 1942 comenzó una operación para rescatar a Paulus y al 6º Ejército alemán de la emboscada soviética, pero el día anterior, las fuerzas soviéticas habían atacado posiciones alemanas en el sur del Cáucaso y al destacamento de Von Manstein sólo se le podía unir una división armada de la reserva. Tuvo que esperar a que llegara más apoyo desde Francia. Está claro que las fuerzas no fueron suficientes: tanto la ofensiva de Manstein cerca del pueblo de Kotélnikovo, como el intento de Paulus de escapar de la emboscada estaban destinados al fracaso desde el principio.
En la noche del 26 de enero de 1943, las fuerzas del coronel general Rokossovski diezmaron el 6º Ejército de Paulus sobre la ciudad de Stalingrado. Seis días después, Paulus se había rendido formalmente a Rokossovski. Berlín estaba de luto. Hitler se dio cuenta de que la Wehrmacht nunca sería tan poderosa como antes.
Más adelante, las autoridades del ministerio de Propaganda nazi de Goebbels analizaron las cartas de los soldados alemanes de la ‘Fortaleza de Stalingrad’ y quedaron horrorizados al saber que sólo dos de ellos seguían leales a los líderes militares alemanes.
Aunque Goebbels ordenó que se quemaran las cartas, algunas de ellas aún sobreviven a día de hoy:
“Quedé en estado de shock cuando eché un vistazo al mapa. Estamos solos. No tenemos ayuda del exterior. Hitler nos ha abandonado. Es el final”.
“Eres la mujer de un oficial alemán y debes saber la verdad. La suciedad, el hambre, el frío, la derrota, la duda, la desesperación y la muerte nos rodean por todos lados. No soy un cobarde, pero ojalá no tuviera que luchar con coraje por una causa criminal”.
“La fuerza de combate efectiva de nuestra división se ha reducido a 69 hombres. El final está cerca. Todo lo que tenemos son banderas y soldados agonizando. Dios, ¿por qué nos haces esto?”
La Batalla de Stalingrado duró 200 días con sus 200 noches. Sus consecuencias hicieron temblar al mundo.
La fase defensiva de la batalla de Stalingrado empezó el 17 de julio de 1942 y duró hasta el 18 de noviembre de 1942. La fase ofensiva de la batalla duró del 19 de noviembre de 1942 al 2 de febrero de 1943.
La batalla de Stalingrado se desarrolló durante más de 200 días en un territorio de 100.000 km2. En la batalla se vieron envueltos más de dos millones de soldados, 26.000 rifles y morteros, más de 2.000 tanques y 2.000 aviones.
La batalla de Stalingrado infligió pérdidas catastróficas a ambos bandos. La cifra exacta de víctimas es incierta, pero las estimaciones hablan de que el número de bajas alemanas fue de aproximadamente un millón y medio, mientras que las bajas soviéticas ascendieron probablemente a 1,1 millones. Según los registros oficiales soviéticos, la Wehrmacht perdió alrededor de 2.000 tanques y 3.000 aviones; y el Ejército Rojo, 4.341 tanques y 2.769 aviones.
En 1942, el complejo militar soviético incrementó la producción de tanques a 24.668, o 3,7 veces más que el año anterior (y más de dos veces la cifra equivalente alemana). El mismo año, la industria soviética produjo 3.237 sistemas de lanzamiento múltiple de cohetes. En total, en los dos años siguientes a la incursión nazi, en las regiones de los Urales, Siberia Occidental y el Volga la producción se incrementó cinco veces, 27 veces y nueve veces, respectivamente.
En el verano de 1942, Stalingrado tenía una población de 600.000 personas. Al final de la batalla, más de 400.000 personas habían muerto en la guerra, ejecutados por los nazis o deportados a Alemania. Otras 120.000 personas fueron evacuadas a salvo a la orilla oriental del río Volga. Al final de la batalla de febrero de 1943, se estima que sólo quedaban en la ciudad 30.000 civiles.

Yelena Syanova | RBTH

No hay comentarios.: