viernes, junio 08, 2018

Mirtha Legrand: 50 años de complicidad con el poder



Hace 50 años Mirtha Legrand inauguraba su ya clásico programa de los almuerzos. Desde allí se constituyó en una apologista de las políticas más reaccionarias de las élites argentinas. De la defensa de la dictadura genocida, pasando por los elogios a Carlos Menem hasta su actual militancia a favor del macrismo. Un autorretrato del poder.

El 3 de junio de 1968 Rosa María Juana Martínez, conocida popularmente como Mirtha Legrand, conducía el primer programa de Almorzando con las Estrellas por la pantalla del viejo canal 9. Con los años el programa se convertirá en un clásico y en un caso único en la historia de la TV argentina, que ha perdurado por 50 años.
El creador de la idea fue el por entonces propietario del 9, Alejandro Romay. Cuenta la "diva de los almuerzos" como fue su primer emisión: "No estaba nerviosa: estaba de muy buen humor, muy contenta. Fue una mesa cariñosa, de gente amiga. Estaba (el realizador Leopoldo) Torre Nilson, (el productor Alberto) Migré, (el actor) Duilio Marcio, y no recuerdo muy bien, pero me parece que estaba (la novelista) Beatriz Guido, Daniel, yo. Así que la pasé muy bien, de muy buen humor". En esos años gobernaba el país la dictadura de la autoproclamada Revolución Argentina encabezada por el general Juan Carlos Onganía. La "Morsa", tal el apodo del dictador, deberá abandonar el poder después de que el Cordobazo de mayo de 1969, protagonizado por obreros y estudiantes, hiriera de muerte a su gobierno. Mirtha por su parte sobrevivió en el centro de la pantalla.

El genocidio "rosa, rococo y rosado"

En 1974, la viuda de Daniel Tinayre, durante el gobierno de Isabel Perón no pudo realizar sus almuerzos en canal 13 porque el interventor del mismo Omar Gómez Sánchez declaró tajante: “Terminamos con los almuerzos donde aparentemente lo que existe es gente bien vestida y bien hablada y se desconoce la realidad de la mayoría del pueblo. ¿Por qué no un carpintero u operario?”. Sin embargo, poco después retornaría y más allá de algunos vaivenes continuaría con su programa a lo largo de toda la dictadura genocida que se hizo del poder en marzo de 1976.
Mirtha fue funcional a la política de desinformación de la dictadura cívico-militar. En aquellas épocas en que presentaba sus decorados "rosa, rococo, rosados", usaba la mesa de los almuerzos para denunciar la campaña "antiargentina", tal como la calificaban los genocidas, a la llevada a cabo por los exiliados y los movimientos de Derechos Humanos que reclamaban por los desaparecidos bajo el régimen militar.
Mirtha Legrand suele desmentir enfáticamente que haya apoyado a los genocidas, sin embargo, el archivo la desmiente: "yo apoyé mucho al proceso porque nos estaban liberando de algo que yo consideraba fatal para nuestro modo de pensar y de vivir. Nos han liberado de la subversión", declaraba en el año 1981 a la revista Radiolandia. Su identificación con la TV de la dictadura hizo que durante el gobierno radical de Raúl Alfonsín le fuera negado el aire para emitir su programa.
En la década del 90, Mirtha retomó la conducción de sus almuerzos y supo invitar a su mesa a Carlos Menem, quien se lució bailando con odaliscas, mientras se entregaban las empresas públicas, se destruían los derechos de los trabajadores y millones eran arrojados a los brazos de la pobreza estructural.
Cuentan algunas malas lenguas que la señora Legrand fue avisada por el entonces superministro de la Alianza, Domingo Cavallo, del advenimiento del corralito, poniendo a resguardo su capital debido a su amistad con Sonia, esposa del ministro hambreador.
Luego del levantamiento social del 2001, Mirtha continuó al frente de su programa tomando un perfil político donde cada vez más abiertamente se manifestaba como la derechista y reaccionaria que siempre fue. Legrand supo entrevistarse con el matrimonio Kirchner luego de la victoria del 2003 y preguntarle sin tapujos si con él, que venía de la mano de Eduardo Duhalde y el peronismo bonaerense que supo ser parte de la Triple A: "se venía el zurdaje". O cuando a la actriz y cantante Cecilia Rossetto le reprochó: “Estás muy politizada y defendés cosas que ya pasaron de moda, como el comunismo. Cada vez que te invito, en lugar de hablar de vos y tu carrera, no hacés más que hablar de política. ¿No será por eso que la televisión no te toma en cuenta? ¿No estás descuidando tu profesión?”. Fue entonces que Rossetto respondió: “¿Así que no me toman en cuenta por eso? Y sin embargo, muchas que practicaban la fellatio con los genocidas siguen siendo tapa de las revistas. Yo no descuidé mi profesión. Yo no hablo de política porque sí. Yo hablo porque tengo un marido desaparecido.”

Autorretrato del poder

Las mesas de Mirtha fueron creciendo como lugar de exposición y debate político y, justo es reconocerlo, se debe en gran parte a la astucia de la conductora que sabe incomodar con sus preguntas y meter el dedo en la llaga de ciertos asuntos, así como al pasar, para mantener cierto aura de independencia.
Lugar predilecto de los políticos patronales para proyectarse públicamente. Tribuna indisimulada de la derecha más reaccionaria y conservadora. La mesa de la diva televisiva fue fundamental, a decir de la propia Legrand, para la victoria de Cambiemos sobre el kirchnerismo. Con un olfato político bastante agudo, la conductora que defiende al macrismo, se está despegando últimamente del mismo, llegando a incomodar al presidente Macri y su esposa Juliana Awada frente a cámaras.
Como diría el situacionista Guy Debord: "El espectáculo es el discurso ininterrumpido que el orden presente mantiene consigo mismo, su monólogo elogioso. Es el autorretrato del poder". En el living aristocrático de la Chiqui, con mucamas uniformadas que son convocadas con una campanilla al mejor estilo oligárquico y los retos de la señora de los almuerzos, se reproduce poco sutilmente la idea de mando de la burguesía argentina. Queda para la plebe la ilusión de sentarse algún día en aquella mítica mesa para rendirle homenaje a la millonaria diva.
Por la mesa de Mirtha han pasado las principales figuras del mundo del espectáculo y la política argentina de los últimos 50 años. Sus programas sintetizan en buena parte la decadencia cultural y el bajo nivel intelectual de las clases dominantes nativas. Aggiornandose, pero manteniendo en lo fundamental su formato y concepción, la narrativa para el consumo masivo que recorre la historia de Almorzando con Mirtha Legrand ha sido la de los protagonistas de los últimos grandes cuatro saqueos nacionales por parte del capital financiero y el imperialismo.

Facundo Aguirre

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