Acaba de morir don Josep Fontana (Barcelona, 1931-2018), historiador catalán de estatura internacional. Entre sus numerosas publicaciones destaca su monumental Por el bien del imperio: Una historia del mundo desde 1945 (Barcelona: Pasado y Presente, 2011). Sus 1.223 páginas documentadas en detalle exhiben el ascenso del imperio americano desde el fin de la segunda guerra mundial, cuando reemplazó a los demás imperios, hasta sus agresiones más recientes.
La carátula de este tomo monumental exhibe una mano atada por una soga. Obviamente, se trata de la mano de un esclavo, y muestra que el autor condena la esclavitud. O sea, Fontana es parcial: toma partido por los oprimidos. Es parcial pero al mismo tiempo objetivo. O sea, Fontana se atiene a los hechos, no a una ideología. Es cierto que se llamó a sí mismo marxista, por adherir a la concepción materialista de la historia, según la cual el principal hilo de la madeja histórica es el económico. Pero yo no creo que Fontana fuese economicista: me parece que hizo historiografía total, como los miembros de la famosa escuela francesa de los Annales (1920-1970). Estos estudiosos, al igual que el tunecino Ibn Jaldún (1332-1406), empezaban por estudiar el ambiente geográfico y sus principales habitantes, los campesinos. Pero no descuidaban los demás hilos de la madeja, o sea, las mentalidades, la política y la religión. En otras palabras, estos estudiosos del pasado eran sistémicos antes que individualistas (grandes hombres) u holistas (razas, naciones o ideas).
Veamos cómo trata Fontana uno de los grandes sucesos de fines del siglo pasado: el derrumbe del bloque soviético. Fontana criticó sin merced a los dirigentes soviéticos que supeditaron el bienestar del pueblo a la tentativa imperialista de unir en una alianza internacional a quienes se opusiesen al frente liderado por los EE UU. Es así que Stalin apoyó a los sionistas en su guerra contra los árabes que vivían en Palestina, y que la URSS se arruinó por intervenir en Afganistán y por prestar una cuantiosa ayuda a los gobiernos que la pidieran, cualquiera que fuese su orientación social. En suma, Fontana no confundió marxismo con política comunista.
Yo tuve la suerte de conocerlo don Josep en la casa de Alfons y Marimar Barceló. Años después le pedí escribiese algo para el volumen ¿Tiene porvenir el socialismo? (Buenos Aires: Eudeba, 2014), que compilé junto con Carlos Gabetta. Don Josep me mandó prontamente su lúcida contribución, “La necesidad del socialismo”. En su última carta don Josep me recomendó el extraordinario libro Empire of Cotton, del historiador de Harvard Sven Beckert (2014), que enriqueció notablemente la idea corriente de la Revolución Industrial.
¡Qué lujo el haber gozado de la amistad de Josep Fontana, eminente científico social con un ideal avanzado sin ilusiones! Ojalá su obra sirva de trampolín para una falange de jóvenes historiadores que traten científicamente a la sociedad y su pasado, o sea, que busquen objetivamente los hechos y pongan a prueba sus conjeturas en lugar de repetirlas.
Mario Bunge
Sin permiso
Mario Bunge se doctoró en Ciencias Fisicomatemáticas por la Universidad de La Plata en 1952. Fue homenajeado con el Premio Príncipe de Asturias, 14 títulos de doctor honoris causa y cuatro de profesor honorario. Actualmente es profesor de Filosofía en la McGill University de Montreal (Canadá). Los temas principales de su amplia bibliografía (76 libros y más de 500 artículos) son la física, la filosofía de las ciencias naturales y sociales, la semántica, la ontología y la ética.
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