sábado, septiembre 29, 2018

“Vivir con lo puesto”, un presente griego



El nuevo acuerdo firmado con el FMI tiene el objetivo declarado de asegurar el repago de la deuda pública de Argentina hasta fines de 2019. Pero constituye, por sobre todo, un reconocimiento del cierre del crédito exterior por un par de años. Lo admitió Macri en un curioso tono triunfalista: “no necesitaremos colocar deuda en el mercado internacional por tres años”.
El cierre del financiamiento externo, sumado al congelamiento total del crédito interno, significa sin embargo que la economía de Argentina deberá vivir bajo “un régimen de caja”, en el que solamente se podrá gastar lo que ingrese. La consecuencia inevitable será una gran depresión de la economía, como ha ocurrido con en Grecia, cuyo PBI ha caído un 25 por ciento desde el inicio del ‘rescate’. Los macristas y el FMI, han hecho realidad la consigna de su archi-rival, el fallecido Aldo Ferrer, de “vivir con lo nuestro”. Quienes hicieron gala de que ‘abrían’ Argentina al mundo y ponían fin al cepo, para recrear el crédito internacional, se han replegado a una autarquía recesiva sin precedentes. Enseguida de firmado el acuerdo, el Tesoro renovó Letras a tasas superiores al 7% - una tasa que hace imposible obtener crédito internacional. Una parte considerable del ‘paquete’ del Fondo, u$s6 mil millones hasta fin de 2018, ha sido comprometida, debido a la escasez de reservas, para contener una mayor devaluación del peso (u$s150 millones por día) – lo que reduce en forma considerable el dinero destinado al repago de los acreedores. Asimismo, aún falta ‘desarmar’ unos $200 mil millones de Lebac, lo cual llevará a nueva emisión de deuda del Tesoro y a mayor presión sobre el dólar, indistintamente.
Un punto del pacto con el Fondo establece una llamada “banda cambiaria”, que permite que la cotización del dólar oscile entre 34 y 44 pesos, pero que luego fue llevada a 48. Es una ‘banda’ móvil, que próximamente verá aumentado su rango. Esta cláusula implica el reconocimiento de que el reducido monto de las reservas internacionales netas, unos u$s16 mil millones, incapacitan al Banco Central para intervenir en el mercado de cambios. La mayor parte de esas reservas, unos u$s35 mil millones, están prendados a bancos del exterior, contra la garantía de títulos públicos y también nuevos canjes con Banco Central de China. La tendencia bajista de la cotización de estos títulos ha obligado al Banco Central a entregar dólares frescos o más títulos públicos a sus acreedores para mantener el valor de la garantía. Por otro lado, la ‘banda’ desalienta el ingreso de fondos especulativos, lo cual reduce todavía más la posibilidad de financiamiento exterior, aunque sea cortoplacista. Es que las inversiones en pesos (para aprovechar las altas tasas de interés internas) pueden ser afectadas por una movida del dólar hacia el extremo superior de la banda. No está claro, todavía, qué ha pasado con el propósito del FMI de recapitalizar el Banco Central con u$s25 mil millones, o sea si hay alguna cláusula que destine a ese fin una parte del dinero prestado.
La ‘banda’ en cuestión es un artificio precario para mantener ‘estable’ la cotización del dólar, pues esta cotización depende de los movimientos de capitales a nivel mundial. Al día siguiente del acuerdo, el dólar volvía a subir, por ahora un 3 por ciento, a más de 40 pesos el dólar. En la medida en que se acentúe la fuga hacia Estados Unidos, desde Europa y China incluidas y, por supuesto, desde América Latina, la devaluación del peso no se podría frenar. En la misma dirección apunta el aumento del precio internacional del petróleo, que podría llegar a u$s100 el barril. Por último, la tasa de precios en Argentina anuncia una suba del 7% para septiembre y nuevos tarifazos, lo cual desactualiza los tipos de cambio que se mueven en esa banda.
La envergadura del deterioro del salario real no solamente implica un derrumbe, de características catastróficas, del mercado interno. También torpedea las paritarias a la baja que ha firmado la burocracia sindical. La Unión Ferroviaria se ha visto obligada a declarar una huelga que la ‘conciliación obligatoria’ apenas dilatará por un tiempo corto. El pacto con el FMI sacude todo el equilibrio político que ya es bastante precario. El pejotismo deberá ahora votar un presupuesto-FMI y una política de desplome industrial. Todo esto es lo que los gurúes del exterior califican de ‘riesgo político’. El acuerdo ha convertido al Banco Central en una sucursal del Fondo, sin margen para una política monetaria. Lo ha reducido a un status inferior al de la convertibilidad. Algunos observadores señalan que sería reemplazado por el Banco Nación en las operaciones de cambio, lo que equivale a un secuestro de los ahorristas y perfila una crisis bancaria.
Un aspecto destacado de los comentarios que han acompañado el nuevo acuerdo con el FMI, es el espacio que reservan a “los cuadernos de Centeno”, que ahora han llevado a Comodoro Py a Techint y Pampa Energía. La clase social que dirige Argentina se encuentra procesada judicialmente. La obra pública con un esquema de privatización, ha quedado enterrada por ausencia de corporaciones libres de culpa y cargo, y por la falta de financiamiento privado que debía sustentarla. La burguesía enfrenta la bancarrota económica con una estructura política inviable.
Ha comenzado la etapa de la gran confrontación: Macri-FMI, con la complicidad ‘opositora’, o los trabajadores.

Jorge Altamira

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