jueves, octubre 11, 2018

Uruguay: Andrade y los movimientos sociales



La propuesta del candidato del Partido Comunista Oscar Andrade de “superar el divorcio entre la izquierda social y la política” es un intento de reactivar los movimientos sociales pero en clave reformista para sumar votos al Frente Amplio.

La candidatura de Andrade ha despertado expectativas en sectores de trabajadores que se ilusionan con que puede ser una alternativa a los sectores más conservadores que han hegemonizado el Frente Amplio en estos años; los que han tenido durante su gestión la aprobación del imperialismo y los empresarios por las políticas desarrolladas.
Algo de esta caracterización sobre la orientación que ha prevalecido advierte el propio Andrade, quien en un reciente reportaje señalaba como el gobierno ha retaceado recursos para la educación o para la ley de violencia basada en género, que hay visiones represivas acerca de la seguridad y que se reprimieron protestas sindicales, o que el gobierno no promueve los aumentos salariales para los trabajadores, entre otras señales de una política que ha tomado muchos puntos de la agenda de la derecha tradicional.
A estas críticas que señala el propio candidato habría que sumar las características del modelo económico que llevó adelante el FA: extranjerización de la tierra y primarización de la economía, apertura económica, trabajos con contratos basura y de bajos salarios, etc.
Ante esta situación la salida que propone Andrade no es la ruptura con el Frente Amplio o al menos disputar el liderazgo (tomando la lógica del PC) a esos sectores conservadores; por el contrario su candidatura intenta “motivar” y entusiasmar a esos movimientos sociales desencantados que dudan en votar al Frente Amplio.

La “institucionalización” de los movimientos sociales

En el mismo reportaje Andrade también critica la “excesiva institucionalización” de la militancia de izquierda, es decir su integración a la gestión de gobierno, ya sea en el parlamento o como funcionarios con cargos públicos.
Su crítica sin embargo no va mucho más allá de decir que la institucionalización ha sido excesiva y que “hay que escuchar más” a esos movimientos; lograr que participen más, apuntando a un proceso que definen como “gestión de gobierno con más pueblo organizado” con un Frente Amplio que tiene que “revincularse con su base social organizada”
Andrade (y todo el Partido Comunista) se paran desde la propia institucionalidad (del régimen burgués) para pensar ese rol de los movimientos sociales.
Estos sectores quedan prácticamente reducidos a ser una presión “por izquierda” en la gestión de gobierno, un bloque que haga de contrapeso a los sectores más conservadores de ese gobierno frenteamplista “en disputa”. La estrategia del Partido Comunista no es mucho más que una intención de ser sensible a los movimientos sociales, escuchar sus demandas y darles alguna respuesta.
En los 12 años de gobierno en que para Andrade “las tensiones no llegaron a ser tan intensas como en este último período, en el que se achicó el margen del crecimiento económico” este objetivo no fue difícil de cumplir; el gobierno era aplaudido por las patronales y los organismos internacionales del imperialismo y la vez satisfacía algunas demandas populares (lo que en parte era sencillo también cuando se venía de la terrible crisis del 2002).
Durante todos estos años de “bonanza” el Partido Comunista no dijo mucho; por el contrario, con todo su peso en los movimientos sociales se dedicó a decir que íbamos bien, llamando a confiar casi ciegamente en los gobernantes frenteamplistas.

La candidatura de Andrade

Ahora que “se achicó la torta” y que es imposible no ver que el Frente Amplio tiende a recortar por el lado de los trabajadores y descargar la crisis sobre sus espaldas, surge la candidatura del dirigente del Partido Comunista.
n ese mismo reportaje Andrade señala correctamente que en Latinoamérica “La izquierda que asumió el gobierno a partir de luchas populares se dedicó a domesticar al movimiento popular que lo llevó a ser gobierno”; sin embargo…. “Uruguay es una rara excepción: no lo domesticó, pero cada vez tenemos más enfrentamientos con el movimiento social”.
Andrade no podría aceptar que lo que plantea para los gobiernos progresistas también es válido para Uruguay por eso tiene que apelar a la “excepcionalidad” de nuestro país.
Como no puede evitar ver que hay “más enfrentamientos” con el movimiento social (un eufemismo para no decir que la crisis se descarga sobre los sectores populares) busca con su candidatura reencausar esa supuesta sintonía entre los movimientos y la gestión de gobierno.
Lo que no puede ver Andrade (porque su partido forma parte) es que los gobiernos progresistas han sido pasivizadores de la movilización popular.
Las reformas que han encarado tienen como contraparte la desmovilización y despolitización de las clases subalternas.
La gestión “prolija” del capitalismo dependiente garantiza una estabilidad que aplaude el imperialismo y los empresarios e incorpora a cuentagotas sentidas demandas populares.
Se intenta subordinar a los movimientos sociales (ser parte de la gestión de gobierno como señala Andrade) y presionados a canalizar sus aspiraciones en el marco de las instituciones del régimen burgués capitalista.
Por el contrario se trata de que los movimientos sociales avancen en procesos de autoorganización y autonomía para cuestionar desde la raíz la estructura del régimen social, de manera independiente del Estado.

Hernán Yanes

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