El foco de los contagios habría sido un grupo de trabajadores de limpieza del aeropuerto internacional de Nanjing el 10 de julio. El virus habría sido un pasajero no deseado de un avión que provenía de Rusia. Rápidamente este foco se expandió a más de 20 ciudades y 12 provincias, ocasionando un aislamiento de millones de personas así como prácticamente un auto-sitio de Beijing, donde se detectaron más de 20 casos de transmisión local. A nivel país se registran más de 360 casos desde el 10 de julio.
Los contagiados son, en su mayoría, personas que han sido completamente inoculados, es decir, con dos dosis. Sin embargo, las autoridades se consuelan porque el virus ha tenido una expansión lenta, lo que sería una demostración de la seguridad que aportan las vacunas.
Otros focos importantes han sido los lugares turísticos, en China se encuentra la temporada alta de verano, lo cual ha puesto en jaque el plan de reactivación total de la economía impulsado por el Partido Comunista Chino (PCCh), luego de reducir a prácticamente cero los casos locales.
Sin embargo, China sigue siendo frágil a una “desestabilización” externa, esto es la apertura económica y la circulación masiva de los habitantes así como la recepción de turistas extranjeros y otros pasajeros demuestra el carácter internacional, por un lado, de la pandemia así como su origen social, por el otro. No existe ninguna inmunización efectiva que no contemple a la población mundial en su conjunto.
A esto debe agregarse que una de las zonas más comprometidas por el actual brote es Zhengzhou, la capital de la provincia central de Henan. Donde han aparecido más de 50 contagios confirmados y hace pocos días ha sucedido una inundación que ha dejado un saldo de 302 muertos y 50 desaparecidos. Justamente se asocia este crecimiento de contagios a los “impactos perjudiciales en los esfuerzos de control del coronavirus del hospital causados por la tormenta”. (FT, 03/08)
De esta manera, China comienza a enfrentar las contradicciones de la política de apertura económica. Incluso en países que daban por ganada la victoria contra el virus y asociaban esto al éxito de su política. El exitismo suele ser una política liquidacionista en política, más aún cuando se trata del manejo de una pandemia y que no se conocen las consecuencias ni el desarrollo final de la misma.
Lejos de cualquier éxito China es presa de su política de restauración capitalista que ha sido una gran liquidadora de todas las conquistas de la revolución del ´49. Y ha sido el abandono de la política oficial, cuarentenas estrictas con testeos masivos, y no la continuidad de su política, la de la acumulación capitalista la que ha dado un golpe virulento a la circulación del virus.
Ahora las autoridades se comprometen “a luchar a cualquier costo contra el virus”. Es justamente lo que se han negado sistemáticamente a realizar los Estados en el mundo, por el contrario, han rescatado por millones a los capitalistas. E incluso han realizado jugosos negociados con las asistencias a la población.
El gobierno chino bien sabe que la población no toleraría una nueva expansión del virus, es lo que ha sucedido en múltiples países que se han sublevado contra el manejo de la pandemia por parte de sus gobiernos. El proceso de restauración anida en su interior un choque brutal entre las masas y la burocracia gobernante. La variante se ha colado no por la ventana sino por la puerta de entrada, el desarrollo de esta crisis está ligado a una de características aún mayor cuando se agoten los recursos de contención que hoy despliega el gobierno chino contra el virus.
Joaquín Antúnez
03/08/2021
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