Israel volvió a bombardear la Franja de Gaza el sábado y el lunes, violando el alto al fuego suscripto en el mes de mayo. El fin de semana, a su vez, las fuerzas sionistas reprimieron con munición de plomo una manifestación en el enclave costero, sobre la frontera, que había sido convocada con motivo del 52° aniversario del incendio de la Mezquita de Al-Aqsa. Hubo más de 40 palestinos y un policía israelí heridos. En tanto, en el campo de refugiados de Balata, Cisjordania, efectivos israelíes asesinaron este martes a un joven de 17 años.
Las nuevas agresiones del Estado de Israel se producen a escasos tres meses de los ataques aéreos contra la Franja que dejaron más de 200 muertos. El repudio a esa masacre desencadenó una histórica huelga general de la población árabe-israelí, de Cisjordania a Jerusalén Este. A su vez, hubo movilizaciones solidarias en todo el mundo. En contraste con ello, el gobierno de Joe Biden y la Unión Europea convalidaron los ataques.
La crisis de mayo fue desatada por dos motivos: una orden de desalojo de la justicia israelí contra un puñado de familias del barrio Sheikh Jarrah, en Jerusalén Este, a favor de colonos; y el despliegue de soldados en sitios de rezo de la comunidad musulmana. Las movilizaciones de protesta de los palestinos ante estos hechos fueron reprimidas por Israel, y en ese contexto se produjeron los lanzamientos de cohetes por parte de Hamas.
El gobierno de Naftali Bennett, quien asumió en junio tras formar una variopinta coalición que destronó a Benjamin Netanyahu, no ha abandonado el propósito de expulsar estas familias, pero aún no se ha atrevido a consumarlo, dado que Sheikh Jarrah se ha transformado en un símbolo de la resistencia a la ocupación sionista. A comienzos de mes, la Corte Suprema propuso que las familias abonaran un alquiler a los colonos que dicen ser los propietarios, a cambio de poder quedarse en el lugar, pero el planteo fue rechazado, dado que reconocía la titularidad de los colonos.
Esta semana, la Corte congeló el desplazamiento “hasta que el tribunal termine todos los procedimientos” (Monitor de Oriente, 16/8).
Según la agencia de noticias palestina, Wafa (6/8), 1.250 palestinos están amenazados de expulsión en los barrios de Sheikh Jarrah y Silwan, en Jerusalén Este, área que Israel se anexó tras la guerra de 1967.
En tanto, las provocaciones en el área de la Ciudad Vieja (Jerusalén Este) no se han detenido. A mediados de julio, 1.300 colonos fueron autorizados a visitar el Monte del Templo, donde se encuentra la mezquita de Al Aqsa, en ocasión de una celebración religiosa. Durante esa misma mañana, palestinos fueron desalojados de la Puerta de Damasco, por la que se ingresa al lugar.
Esta semana, el primer ministro Bennett está llevando a cabo una gira por Estados Unidos, en la que se ratificará la alianza entre el imperialismo y el sionismo. A esta entente reaccionaria, los pueblos del mundo le deben oponer la solidaridad incondicional con la lucha de los palestinos. Abajo el Estado sionista, por una Palestina única, laica y socialista, como parte de una federación socialista de pueblos de Medio Oriente.
Gustavo Montenegro
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