Cualquiera que se detenga a meditar un rato encontraría un vínculo causal entre las tensiones sociales que salen a relucir ante una nueva entrega nacional al Fondo Monetario Internacional y la masacre que conmovió al país con más de una veintena de muertes por consumir cocaína envenenada. Las populosas barriadas del conurbano liberadas al narco y el delito organizado, en que viven millones de trabajadores, circulación masiva de sustancias adulteradas y los problemas de adicciones proliferando ante la ausencia de perspectivas para la juventud empobrecida, no pueden disociarse del régimen de saqueo y pobreza que se intenta rescatar con este acuerdo con el FMI.
Curiosamente, en la previa misma al anuncio oficial de un principio de entendimiento con el Fondo -ya que desde entonces no volvió a abrir la boca-, Cristina Kirchner había acusado desde Honduras a los organismos multilaterales de crédito de colaborar con sus planes de ajuste al avance del narcotráfico. Lo hacía sin embargo para invertir la realidad, sosteniendo que el problema es el achicamiento del Estado, cuando la cuestión es su complicidad. Lo sufrieron los vecinos de Puerta 8 en Tres de Febrero con detenciones arbitrarias, cuando sus decenas de denuncias sobre el búnker narco habían sido desoídas; lo manifestaron los familiares de pibes internados que en Hurlingham arremetieron contra un patrullero, por identificar a la policía como responsable del flagelo que viven a diario; y lo confirmó el propio Berni, al asegurar que todos los días aparecen efectivos de la Bonaerense implicados en el comercio de drogas ilícitas. El gobierno bonaerense de Kicillof actuó para decretar rápidamente «estabilizada» la situación y dar por cerrado el asunto tras la detención del «Paisa».
Es evidente a su vez que el empobrecimiento en ascenso, acicateado por una inflación que golpea especialmente sobre los alimentos y a las puertas de una devaluación, cuando el salario promedio está cada vez más lejos de la canasta familiar y solo crece el empleo precario, retacea toda perspectiva de futuro y está detrás del consumo problemático de sustancias. Pero podemos encontrar vínculos más profundos aún.
La banca, que se frota las manos ante el negocio usurario que liga gracias a la obediencia del gobierno para con la exigencia del FMI de subir las tasas de interés por encima de una inflación galopante, es el principal agente del lavado de dinero del narcotráfico y el crimen organizado. Sumado ello a la obligación de financiar la mayor parte del déficit endeudando al Tesoro -por los estrictos límites fijados a la emisión monetaria-, veremos que el programa del Fondo implicará un bestial incremento de la deuda pública, lo que a la postre pone a toda la política económica a depender de la voluntad del capital financiero.
Por lo demás, todo el esquema de repago está atado a la promoción de los grandes rubros de exportación, cuyos cargamentos se despachan desde puertos privados por una Hidrovía también privatizada, lo cual no solo es piedra libre a subfacturaciones para fugar divisas sino también a la entrada y salida de contrabando y drogas en especial. La gira de Alberto Fernández por Rusia y China, desde la que habla de dejar atrás la dependencia del país al imperialismo yanqui, es una muestra de que el acuerdo con el Fondo reafirma este copamiento del gran capital extranjero sobre las ramas estratégicas de la economía argentina, porque consiste en el remate de los activos nacionales.
La senda de ajuste y saqueo tutelada por el Fondo Monetario, de todas maneras, está empedrada de crisis políticas y tensa una situación social ya alarmante. La renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque del Frente de Todos busca oficiar como una red de contención del descontento de la base popular del gobierno, pero sin embargo carece de todo planteo acerca de un rumbo alternativo… al punto que el kirchnerismo promete no torpedear el tratamiento parlamentario y seguirá integrando el propio gabinete que rendirá examen trimestralmente a los enviados de Washington. Más aún, todo el área energética que está bajo el comando de funcionarios que responden a la vicepresidenta ha avanzado en la hoja de ruta de los tarifazos, con audiencias públicas que además de fijar aumentos del 20% en la luz y el gas dejan sentado futuros incrementos, y con un naftazo de hasta el 11% de parte de YPF.
Un horizonte diferente para la Argentina solo puede abrirse sobre la base de derrotar este acuerdo de ajuste y humillación nacional. Es lo que valoraron las decenas de organizaciones piqueteras, del sindicalismo combativo y la izquierda que se dieron cita en el Parque Lezama el pasado lunes, para convocar a una jornada de movilización a Plaza de Mayo y todas las plazas del país para el martes 8 de febrero.
Por su propio carácter de losa para el desarrollo del país, la lucha contra el Fondo y todo este régimen de entrega permite aunar la pelea por los reclamos del movimiento obrero por el salario y contra la reforma laboral, de los desocupados por trabajo genuino y contra el recorte de la asistencia social, de los jubilados contra el robo de sus haberes y de la juventud contra los recortes a la educación y la precarización laboral, de las grandes movilizaciones populares contra la depredación ambiental y el saqueo de los bienes naturales como el Chubutazo y el Atlanticazo, que volvió a expresarse este viernes en el marco de una acción internacional. Para eso es imprescindible intervenir con un programa, porque no alcanza con defaultear una deuda como improvisa Moreau, sino que se trata de tomar las palancas de la economía nacional para abrir paso a una reorganización sobre nuevas bases sociales.
Vamos por ello. Buen domingo.
Iván Hirsch, editor de Prensa Obrera.
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