Esta situación muestra lo que tiene de maniobra de la renuncia de Máximo Kirchner, que se refuerza cuando se mira la permanencia en el gabinete de toda la tropa de La Cámpora o el apoyo de Axel Kicillof al pacto con el Fondo. Los términos de la carta también apuntan en esta dirección, puesto que mientras se critica el actual acuerdo se reivindica haber votado el canje de la deuda privada. Ahora, Kirchner recuerda que el mismo no tuvo quita de capital, un aspecto que en su momento fue encubierto con mentiras sobre el Valor Presente Neto de los bonos. Lo que la carta encubre, fundamentalmente, es el rol de la propia bancada de diputados del Frente de Todos en el ajuste que pavimentó el acuerdo con el Fondo. ¿O no fue fundamental el cambio en la fórmula jubilatoria que le dio otro golpe a los haberes en el ajuste fiscal que condujo al pacto? ¿O no fue fundamental la votación del canje de deuda privada? ¿O la defensa de los presupuestos de ajuste de 2021 y el malogrado de 2022? Todas estas medidas defendidas por Kirchner en el Congreso fueron medidas de ajuste y sembraron el terreno para el acuerdo, que lejos de ser un rayo en el cielo sereno, es la culminación de toda la orientación política del oficialismo desde, incluso, antes de asumir.
Pero el aspecto de maniobra no agota la cuestión. Porque la renuncia de Kirchner al liderazgo del bloque ha abierto una crisis, no solo en el oficialismo, sino en el acuerdo mismo. Leopoldo Moreau, quien denunció que el gobierno llegó a la instancia de precipitar un acuerdo por la falta de reservas, le atribuyó los motivos de esta última a haber pagado desde el principio al organismo, y sostuvo que “revisaría” el pacto con el Fondo. Cristina Fernández permanece en silencio. Pero una revisión de los términos del endeudamiento en el Congreso es incompatible con un pacto con el Fondo: la votación deberá hacerse a libro cerrado para llegar a acordar. El Fondo no reclama un debate, sino que el Congreso oficie de escribanía de los pactos con Guzmán.
Por eso los pactos anteriores de endeudamiento no pasaron por el Congreso: el capital financiero reclama un poder ejecutivo que oficie como un comando bonapartista capaz de imponer sus condiciones sin peros ni enmiendas.
Por esto, ha surgido la versión de que el acuerdo podría no pasar por el Congreso. Una medida semejante hundiría definitivamente toda la crítica realizada al pacto macrista, justamente en nombre de que… no pasó por el Congreso. Sería un golpe al gobierno, que abriría la etapa de cogobierno con el Fondo Monetario que implica el acuerdo en condiciones de mayor debilidad.
Si el acuerdo llegara al Congreso, por otro lado, cabe la posibilidad de que el gobierno termine votando el pacto con la oposición de La Campora, apoyado en el macrismo y el PJ -cuyo aparato de gobernadores, a través de Manzur, viene terciando en favor de acordar con el Fondo. En todo caso, el pacto con el Fondo abre una etapa de crisis y choques políticos. El elemento central de los mismos es la gravedad del ajuste y de los condicionamientos a la economía argentina que se vienen.
El debate en la izquierda
Es evidente que la renuncia de Máximo Kirchner confirma la denuncia del carácter del acuerdo con el Fondo Monetario que viene realizando la izquierda, que ahora aparece puesta en boca de uno de los principales dirigentes del oficialismo. En la izquierda, la renuncia de Máximo Kirchner abrió un debate. El Nuevo MAS, en el plenario de Parque Lezama, propuso ir a golpear la puerta de las organizaciones kirchneristas para organizar una movilización común. Pretende erigir en principales opositores a la política del gobierno a quienes hasta hoy forman parte del Frente de Todos. El plenario, en cambio, votó una iniciativa de lucha concreta: salir a la calle el próximo 8 de febrero, contra el pacto con el Fondo, con una movilización multitudinaria contra el programa de ajuste que implica. La resolución del plenario fue adecuada a la situación, porque apuntan a explotar la crisis política y las vacilaciones del campo patronal y el gobierno con una posición independiente y de lucha.
Es que la izquierda enfrenta el pacto con el FMI con un programa propio: para que la crisis la paguen los capitalistas, por un salario igual a la canasta familiar, por el 82% móvil, por el no pago de la deuda externa, la nacionalización de la banca y el comercio exterior, por la ruptura con el imperialismo y para destinar los recursos que genera el país a resolver los grandes problemas de los trabajadores. Máximo Kirchner no formula en su renuncia ningún planteo programático, pero reivindica en cambio toda su trayectoria como espada parlamentaria del gobierno del Frente de Todos y su política de ajuste.
La crisis al interior de la coalición oficialista es una oportunidad para golpear el acuerdo con el Fondo y la política de ajuste del gobierno, no porque haya que ir a buscar a Máximo Kirchner sino por otros motivos. Los choques parlamentarios van a contribuir a mostrar el verdadero carácter del pacto y sus implicancias. Las crisis por arriba puede contribuir a crear las condiciones de una intervención popular contra el acuerdo. La marcha del 8 apunta a consolidar estas tendencias. Planteamos organizar charlas y asambleas para convocar a todo el pueblo argentino a enfrentar esta política de ajuste y entrega colonial.
Juan García
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